Cataluña necesita un proyecto nacional ilusionante, por encima de la clasificación de derechas e izquierda.
El escándalo mediático está servido: la barbaridad de mezclar a la División Azul con el antisemitismo.
Nos apuntamos al proyecto de una España de todos, y no como dominio y usufructo del partido mejor situado en unos comicios.
Partidocracia frente a democracia de 'contenido'; una 'España oficial' de espaldas a la 'España real'.
¿Democracia de vigilancia o democracia totalitaria encubierta? En cualquier caso, estamos todos bajo vigilancia.
Otra vez, las calles de nuestras ciudades se iluminaron, cada atardecer, con las barricadas incendiadas de contenedores.
La tarea es situar a España por encima de los juegos políticos y considerarla como un bien no enajenable.
Se ha establecido al parecer un odioso conformismo como pauta social; nadie espera que esto cambie para mejor.
La implacable censura que aplica Disney a sus clásicos. Dicen haber encontrado “estereotipos y contenidos racistas”.
Piden que se investigue a los militares para averiguar la existencia de simpatizantes de ideas fascistas.
Eso no es falangismo, puede ser cualquier otra cosa, incluso una ideología nueva, discutible, pero falangismo, no es.
La sociedad opulenta está empeñada en aumentar su confort, aunque recela del uso de los recursos naturales.
El independentismo estará representado en el Parlamento de Cataluña con menos de una cuarta parte del censo electoral.
Daré mi voto a quien reconozca el valor supremo de la vida humana desde su concepción a su acabamiento natural.
Sobre todo aquello que me parece válido en José Antonio y es factible e ineludible, aunque difícil, como todo lo excelente.