ARGUMENTOS

Agenda 2030: Hacia un control social mundial

Estamos ante un barullo, una auténtica tela de araña, de empresas, sociedades y organizaciones públicas y no gubernamentales, que actúan por todo el mundo.

Publicado en Cuadernos de Encuentro (núm. 156, de primavera de 2024), revista editada por el Club de Opinión Encuentros. Ver portada de Cuadernos en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP

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Agenda 2030: Hacia un control social mundial

Agenda 2030: Hacia un control social mundial


1. En la revista Cuadernos de Encuentro, número 154, Otoño 2023, el profesor doctor en filosofía, Manuel Parra Celaya, aporta un artículo, Europa en el corazón que con una clara y sucinta visión presenta cinco inspirados puntos sobre la enfermedad que hoy aqueja a Europa y, por ende, a España, aunque en su exposición deja claro que es un problema global.

Sufrimos una «colonización morbosa» de ideologías exóticas para su ser histórico, y las naciones europeas, yo diría occidentales, se complacen y las acepta...

«Para no ser diferentes del marco axiológico impuesto, decretado, propagado e incluso judicializado. La disidencia se paga con el ostracismo, si es pública, y con la marginalidad en los ámbitos cercanos de convivencia si es privada. Así, pocos osan manifestarse en contra de este morbo y, si lo hacen, son rápidamente demonizados desde los poderes públicos o fácticos».

Desde el individualismo insolidario en personas y naciones, hasta el pensamiento único, con ideologías bioideológicas que penetran en los «ámbitos de la privacidad» y tratan de alterar de raíz la propia naturaleza del ser humano, el feminismo radical con la dialéctica de género con la imposición de la ideología LGTDI, nos invaden con una auténtica ofensiva contra los valores humanos. Lo preocupante, como señala el profesor Parra, es que en esta deriva...

«Poderosos grupos de presión internacionales la sostienen, defienden y divulgan por doquier, formando parte de las agendas de la ONU, de la UE y de la mayoría de los Estados miembros».

En el centro de esta situación se encuentran la Agenda 2030 que con tanto énfasis defiende el gobierno progresista del presidente Sánchez. Y de aquí ante la posibilidad de que quede como un diagnóstico más aunque acertado y se le denomine como negacionista al profesor Parra, frente al aluvión de información que hoy se recibe, teniendo en cuenta que información no es conocimiento y que el exceso de información impide un serio análisis crítico y la gran mayoría de las gentes se quedan con simples ideas, que normalmente suenan bien y parecen obvias y positivas, quiero hacer una aportación corroborando ampliamente el planteamiento que el profesor Parra hace en su artículo.

2. La Agenda 2030 tiene su antecedente en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), acordados en el año 2000 por los 189 países miembros de la Asamblea General de la ONU. Sus propósitos eran: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la universalización de la enseñanza primaria; promover la igualdad de género y la autonomía de las mujeres respecto de los varones; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud de las madres; combatir enfermedades globales graves; garantizar la sostenibilidad medio ambiental y fomentar una asociación mundial para el desarrollo. El 1 de enero de 2016 se presenta una agenda con el título Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS). Con este título tan sugestivo y esclarecedor se plantean 17 objetivos y 169 metas, que son dignas de estudio directo y profundo como señala, Pedro Baños, en referencia al desconocimiento general; «Lo cierto es que incluso las personas que portan su popular pin –con un aro con 17 franjas de distintos colores, una por cada ODS– o colaboran en la Agenda, no conocen en detalle todo su desarrollo» (Baños, P. 2022; 497). Esta Agenda ha sido confeccionada por el Foro Económico Mundial, cuyo presidente es el economista Klaus Schwab y que con el hoy rey Carlos del Reino Unido presentaron en el Foro de Dabos, en junio de 2022, el plan denominado el Gran Reinicio, que consiste en transformar el modelo económico y las relaciones internacionales de forma sostenible. Los objetivos de la Agenda 2030 son los siguientes:

1. Fin de la pobreza; 2. Hambre cero; 3. Salud y bienestar; 4. Educación de calidad; 5. Igualdad de género; 6. Agua limpia y saneamiento; 7. Energía asequible y no contaminante; 8. Trabajo decente y crecimiento económico; 9. Industria, innovación e infraestructuras; 10. Reducción de las desigualdades; 11. Ciudades y comunidades sostenibles; 12. Producción y consumo responsable; 13. Acción por el clima; 14. Vida submarina; 15. Vida de ecosistemas Terrestres; 16. Paz, justicia e instituciones sólidas; 17. Alianzas para lograr los objetivos. Cada uno de estos objetivos tiene sus propias metas a conseguir hasta el total de 169 metas.

En una primera opinión Baños (2022), señala:

«Lógicamente, nadie en su sano juicio o que se considere persona de bien, puede estar en contra de tan noble objetivo para la Humanidad. Pero lo que no es de recibo es la acción ideologizante que se ejerce desde los gobiernos, en defensa de medidas que, en ocasiones, no están justificadas, salvo por intereses espurios, que abarcan desde los negocios los más lucrativos hasta los intereses políticos o la corrupción más flagrante. La utopía (positiva, por ser voluntaria), se convierte en eutopia (negativa) cuando es coercitiva. La tiranía nunca puede ser fuente de progreso, y mucho menos ser una justificación para implantar dictaduras ideológicas bajo el disfraz buenista de un progresismo anclado en ideologías trasnochadas, que provocaron la muerte a millones de personas y estuvieron a punto de destruir el mundo en el siglo XX» (Baños, P. 2022; 492).

Estas afirmaciones de Baños se basan en su tesis de que con los planteamientos del Gran Reinicio y de la Agenda 2030, aparecen junto a la evidente globalización que afecta a la economía, el comercio y las personas,...

«el globalismo como ideología política que pretende acabar con el Estado nación para sustituirlo por un gran Estado mundial, con modelos sociales globalistas liderados por un reducido número de oligarcas tecnológico y financieros que someten a millones de personas, en todo el mundo, a sus  regímenes consumistas mas allá de lo razonable y sin hacerse el menor cuestionamiento. Los planteamientos vinculados al nuevo orden mundial y al reinicio solo benefician a los que tienen el mundo en sus manos y lo gobiernan por y para exclusivo beneficio» (Baños, P; 2022; 491).

Aquí se presenta una evidente paradoja pues estas elites globalistas, grupos izquierdistas y neocomunistas, que así mismo se arroban la exclusivilidad de progresistas, los apoyan a cambio de detentar el poder político y dirigir la sociedad, con evidentes prebendas y subsidios provenientes de dinero público, es decir, impuestos pagados por los sufridos contribuyentes. Por eso entiende...

«Que aquellos no ideologizados por los agentes globalistas, consideran que buena parte de los 17 objetivos del desarrollo sostenible (ODS) constituyen una rentable utopía en torno a la que se están gestando negocios millonarios, especialmente en todo lo relacionado con la sostenibilidad y medio ambiente» (Baños, P; 2022; 491).

3. Naturalmente la Agenda 2030 tiene detractores y partidarios incondicionales. Entre estos últimos están los socialistas radicales y los neocomunistas, como en España Podemos, sustituyendo la lucha de clases por la lucha de sexos, el posthumanismo, el feminismo radical y el globalismo como ideología, que quieren imponer un Nuevo Orden Mundial (NOM). Implica un modelo cosmopolita, capitalista, democrático formal y postestatal, impulsor de las minorías identitarias como indigenismo, personas del tercer mundo, religiones no cristianas y colectivos LGTDI+, la transformación del modelo económico mundial tras la pandemia, todo dentro de la lucha contra el cambio climático, el desarrollo sostenible y la igualdad de género, en definitiva el conjunto de antisistema, antiimperio yanqui, antioccidente y los principios de la civilización.

Lleva en su seno un proceso de transformación de las personas mediante el abandono del pensamiento crítico sustituido por sentimientos y emociones. Estas personas convertidas en hombre masa son fáciles de manejar por élites dominantes, que, inteligentemente, las encandilan con unos objetivos concretos y atrayentes. A su vez, estas minorías políticas dominantes, son financiadas por élites económicas, de alta capacidad financiera, que orquestan, encauzan y apoyan esos objetivos. Quienes sean estas minorías y élites dominantes es difícil determinarlo, pero, aún así, trataremos de indicar pistas de aclaración más adelante. Si bien los objetivos son muy loables, las corrientes que los manejan suelen tener un trasfondo oculto, tal como la creación de una hegemonía ideológica común para todos los ciudadanos, basado en la pérdida de la identidad nacional e individual, el rechazo de la propia cultura, la estandarización de los modales y el cuestionamiento de las instituciones establecidas, para crear un ente supranacional, cuyo fin sea la defensa de las apetencias que este hombre masa llevaría años exigiendo.

La clave de este proyecto es que para llevarlo a cabo se necesita destruir lo establecido. Tanto desde el punto de vista de la redacción hasta el carácter de los objetivos la Agenda 2030 ha recibido críticas incluso dentro de sus partidarios. Así, dicen que no comparten las verdaderas causas de las desigualdades sociales, sino solo sus síntomas; numerosos objetivos son pura retórica, al tiempo que buena parte de las 169 metas son idealistas y visionarias; muchos de los objetivos son repetición de viejas promesas que, después de aprobadas por cumbres y conferencias internacionales, vienen siendo incumplidas de forma sistemática; es una Agenda extensa y ambiciosa y repleta de retórica con objetivos de imposible cumplimiento y vocabulario vago e impreciso, con palabras difusas como fomentar, apoyar, asegurar, etc.

Desde posiciones contrarias, las más radicales se encuadran, en general, en el ámbito ideológico conservador, defensor de la soberanía nacional y, en ocasiones en el ámbito religioso. Estos críticos encuadran la Agenda 2030 en la ideología del globalismo de signo liberal progresista o ultra liberal asociado al marxismo cultural. Estaría encaminado, este proyecto globalista, a convertir el planeta en un gigantesco mercado sin fronteras legales ni materiales. Transformar, según Gabriel Peña...

«A gran escala la humanidad y la naturaleza fusionándolas, tomando como eje la tecnología NBIC (fusión de la ingeniería genética, la nanotecnología y la cognotecnología), la convergencia tecnológica que mezcla la Inteligencia Artificial (IA) con la tecnología de la información, en un transhumanismo globalizado que destruya la esencia del hombre» (Peña, G. citado en Baños, P. 2022; 508).

Hay críticas que la ven muy influida por la masonería, considerando que los ODS han sido asumidos e interpretados, por la inmensa mayoría de las logias, como poderoso catalizador para instar la práctica de la fraternidad. El cumplimiento de los ODS, mediante la articulación de esfuerzos hace posible realizar ese futuro inventado en el cual se vive la solidaridad y se anticipa la reunión de la Gran Familia Humana. (Arleys Cuesta, Supremo Consejo Colombiano del Grado 33). En general se señala que su coste la hace imposible pues se requerirían tres billones de dólares anuales durante los próximos 15 años, cantidad que el secretario general de Naciones Unidas Antonio Guterrez, aumenta a cinco o siete billones.

También hay críticas a su propia ordenación al poner los 17 objetivos y las 169 metas en el mismo plano de importancia y no tener en cuenta las evidentes implicaciones entre ellos. Por ejemplo, el objetivo 1 y 2 están causalmente implicados, pues si se acaba con la pobreza se consigue el hambre cero. En realidad, el fin de la pobreza afecta a casi todo lo que se relaciona con el bienestar. En un sentido global la crítica más habitual es que se trata de ataques contra la soberanía de los países, las libertades de los ciudadanos, los principios de la civilización es decir de occidente, que acabaría en una suerte de gobierno mundial.

La máxima preocupación es que tal y como están desarrollados los indicadores perjudican a las clases medias de occidente. Así, al reducir la desigualdad entre países, dadas las profundas desigualdades existentes se llevarían a cabo a costa de las clases medias bajas de los países occidentales, mientras apenas afectaría a la minoría más rica. Lo mismo en lo relativo a los objetivos ecologistas pues en general los países occidentales, salvo Alemania, no están en el origen del problema. Hay superpotencias y gobiernos autoritarios que no son precisamente democracias liberales europeas.

«Sin embargo, parece existir un empeño especial por cambiar los hábitos de los ciudadanos europeos, desde los de movernos en bicicleta hasta comer insectos y lombrices»”, y, podemos añadir, que se nos indica también que comamos menos carne y más tofu y hamburguesas sintéticas. De la misma forma este globalismo verde o capitalismo verde, trata de disimular la responsabilidad de las grandes empresas multinacionales en la llamada crisis climática, trasladando el foco hacia los hábitos personales de los consumidores, cuando no a las propias vacas.

4. Algunas frases de Schwab, presidente del Foro Económico Mundial definen el espíritu de la Agenda 2030 y del Gran Reinicio que iremos poniendo seguidas:

«La gobernanza global está en el centro de todos los demás problemas; cuándo volverá la normalidad después de la pandemia. La respuesta es breve: nunca […] tras la experiencia de la covi-19, la mayoría de las personas temiendo el peligro [...] estarán dispuestas a ceder gran parte de su privacidad y estarán de acuerdo en que, en tales circunstancias, el poder público pueda anular legítimamente los derechos individuales; la combinación de inteligencia artificial (IA), internet de las cosas (IoT) y sensores de tecnología portátil producirá nuevas perspectivas sobre el bienestar personal. Monitorizaran quiénes somos y como nos sentimos y, gradualmente, difuminarán las líneas entre los sistemas de salud pública y los sistemas de salud personalizados, una distinción que finalmente se derrumbará».

Este panorama aparece aún más claro, en la criatura derivada del Foro Económico Internacional cual es el foro de DAVOS con sus afirmaciones y predicciones de 2017 de cara al 2030. «Nuestro statu quo es el que nos ha traído a esta situación, motivo por el cual hay que cambiar el statu quo». Una vez más se manifiesta el hacernos sentirnos responsables, despertando un sentimiento de culpabilidad, mentalizados por una propaganda constante con mensajes simples pero eficaces para las grandes masas que se mueven por sentimientos como emociones y deseos. «Todos los productos se habrán convertido en servicios».

Parece que la cultura subyacente ya no consiste en poseer sino en disfrutar y experimentar, con lo que la propiedad privada pierde la esencia de su significado. Incluso se nos dice que la propiedad no está de moda, compartir sí. «No poseerás nada y serás feliz […] la gente comprará menos y vivirá más feliz con lo que tiene». Representa un principio de carácter profundo y subjetivo, determinando los sentimientos interiores de los individuos, pero, adelanto, que estamos ante un concepto puramente materialista pues se nos dice que, al final, la felicidad solo está relacionada con lo material.

«Estados Unidos no será la primera potencia mundial, el dominio de los Estados Unidos habrá terminado, en su lugar tendremos un puñado de potencias mundiales». De la misma forma, se nos afirma que «mil millones de personas tendrán que desplazarse».

Se sobreentiende que la mayoría de los flujos migratorios, ya como lo estamos viviendo, será hacia occidente, y se exige que se ha de «hacer un trabajo de bienvenida e integración con los refugiados». Esta obligación podría llevar a la destrucción de los valores occidentales, en beneficio de una futura hegemonía global. No extraña lo dicho pues más adelante una de sus afirmaciones es que «los valores occidentales serán puestos a prueba». Podemos preguntarnos por qué los occidentales solo y no los orientales. Los valores centrales de occidente son la democracia, basada en la dignidad, integridad y libertad de la persona. Parece claro que las acciones son contra occidente que es la que representa la civilización.

Llama la atención la injerencia en regular hasta actos y facetas de la vida personal. Así, con respecto a la ropa, su idea es que «usamos mucha y la  lavamos demasiado, lo cual es negativo para el medio ambiente». Su consejo es lavar una vez al mes los vaqueros; los jerséis cada quince días y los pijamas y sujetadores solo una vez a la semana. Y la ropa interior hay que lavarlo a mano en lugar de la lavadora. También han recomendado ducharse con agua fría, pues en su opinión no es solo maravilloso sino incluso es positivo para la salud.

5. No se puede adelantar, con cierta precisión la evolución que puedan tener los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030 en el futuro inmediato y menos aún a largo plazo, pero aunque preocupantes en manos de socialistas radicales y neocomunista podemitas, pueden representar un posible avance para la humanidad ya que como civilización, a la especie humana todavía nos queda mucho por evolucionar, y en este sentido, los objetivos propuestos por la Agenda 2030 pueden constituir un camino para una buena y positiva evolución.

Sin embargo, la humanidad no solo puede avanzar con el bienestar material, pues las personas son criaturas, con un sentido trascendental que buscan su desarrollo personal desde el espíritu. No somos solo materia también somos almas que buscan al Creador. Desgraciadamente, en la Agenda 2030, no se habla del espíritu y menos de la dimensión religiosa de las personas y no aparece Dios ni el Absoluto, salvo error u omisión, en ningún momento.

Teóricamente la Agenda 2030 representa la defensa y el triunfo del materialismo frente al espíritu. Pero Dios y su busca siguen presente en miles de millones de personas en el mundo. Como acertadamente señala el profesor Parra en esta parafernalia antieuropea, el morbo principal es «la pérdida de vista de la Trascendencia y el silencio casi obsesivo sobre Dios».  

6. Cuestión fundamental es la existencia de poderosos grupos de presión internacionales que cuestionen, difunden y divulgan por doquier la Agenda 2030 y que forman parte de la ONU de la UE y de la mayoría de los Estados Nacionales. Efectivamente, este punto que defiende Parra y que viene a plantear quien influye en el mundo imponiendo y trastocando las sociedades y la vida de las personas. Difícil es la respuesta, pero se pueden vislumbrar algunos indicios. Recordemos la aseveración de Henry Kissinger:

«Controla los alimentos y controlarás a la gente; controla el petróleo y controlarás a las naciones; controla el dinero y controlarás al mundo».

El dinero está en pocas manos a través de una maraña de bancos inversores diversas instituciones, variadas oenegés que actúan en determinadas actividades, sociedades en distintos países con convenientes objetivos, etc. Según un informe publicado el 24 de mayo de 2016 en la página web Investopedia, las cinco familias más ricas del mundo son:  

a) Los Rothschild, establecidos desde sus orígenes en el siglo XVIII en algunas de las principales ciudades europeas (Frankfurt, Londres, Nápoles, Paris y Viena). Las ramificaciones de esta extensa dinastía, que ha hecho de la discreción una marca de identidad, sigue acumulando una inmensa fortuna que ciertos analistas financieros estiman hasta dos billones de dólares (es decir 2.000.000.000.000 millones).

b) La Casa Saud, de Arabia Saudí, cuya fortuna se calcula en unos 1,4 billones de dólares.

c) La familia estadounidense Walton, dueña de los grandes almacenes Walmart y poseedora de unos 152.000 millones de dólares. Sus empleados superan los 2,2 millones, siendo el primer empleador estatal del mundo.

d) La familia Koch, también estadounidense, que atesora 89.000 millones de dólares, invertidos en numerosos negocios.

e) La familia Mars, igualmente estadounidense y propietaria de la mayor compañía privada de dulces diversos. Su fortuna se eleva a unos 80.000 millones de dólares.         

Podríamos añadir la familia Walburg alemana, la familia Aignelli italiana, la familia Astor y Rockefeller, norteamericanas, cuyas cantidades desconocemos pero es significativa e influyente.

También están, en segundo término, elites dominantes que funcionan apoyando y actuando sobre objetivos concretos. Es imposible hacer una listado de estas elites, pero son personas que inicialmente lucharon por el dinero y, tras conseguirlo pugnan por el poder. Siempre son los que emergen y se conocen tales como George Soros, Bill Gates, etc. Asimismo, grandes multinacionales que antes eran conocidas por su voracidad o sus escándalos financieros (Bancolombia, Banco Santander, BP Amoco, DaimlerChrysler, Deutsche Bank, Dupont Microsoft, Shell, Volvo, Unilever…) son ahora, por gracia de Naciones Unidas, una...

«Alianza Mundial de Inversionistas para el Desarrollo Sostenible, un Consejo para un capitalismo inclusivo que, supuestamente, financiará los ODS de forma filantrópica y puramente desinteresada. Buena parte de las izquierdas que hace un par de décadas protestaban contra los poderes globalistas, como el G7 y el Foro de Davos, ahora los aplauden bajo la mágica transformación realizada por la Agenda 2030» (Baños, P. – 2022; 513).

Por detrás y sobre estas multinacionales existen otras más potentes económicamente, tales como Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Banco Central Europeo (BCE), Banco de Inglaterra y la Reserva General de Estados Unidos. Por último encontramos las múltiples organizaciones internacionales que influyen sobre decisiones que se toman a nivel global: Foro Económico Mundial (FEM). Foro de Davos, Organización Mundial del Comercio (OMC), Organización Mundial de Trabajo (OMT), Organización de Naciones Unidas (ONU), G7, G20, Unión Europea (UE), Consejo de Europa, Organización de los Estados Americanos (OEA), Organización para la Cooperación y Seguridad en Europa (OSCE).

Se pueden añadir otras no tan conocidas como el Club Bilderberg, que acoge anualmente a las personas más influyentes del mundo, el estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores, al que se le atribuye el control de la política exterior de Estados Unidos, el angloamericano Instituto Tavistock, el inglés Instituto Real de Relaciones Internacionales y la Comisión Trilateral creada por Rockefeller para promover la cooperación entre Estados Unidos, Europa y Japón. En el momento actual ante la aparición desde otra perspectiva del BRIC, como organización multinacional formada inicialmente por Brasil, Rusia, India y China, con la reciente propuesta de ampliación de Argentina e Irán, existe el Foro de San Petersburgo.

Todas estas multinacionales y organizaciones internacionales, creadas por y para diversas perspectivas sociales, económicas y políticas, dictan y promueven las grandes decisiones que afectan al devenir de los países y sus habitantes. Además de las señaladas, por debajo y promovidas por ellas, existen diversas y numerosas organizaciones de diversa personalidad y lustro, que unas públicamente y otras en la sombra ejecutan las decisiones tomadas. En definitiva, estamos ante un barullo, una auténtica tela de araña, de empresas, sociedades y organizaciones públicas y no gubernamentales, que actúan por todo el mundo.

En España el gobierno ha preparado el llamado Plan de Acción para la Implementación de la Agenda 2030. Hacia una Estrategia Española de Desarrollo Sostenible, que se ha venido aplicando, durante estos últimos años, por el gobierno socialista en coalición con podemitas neocomunistas, con efectos psicosociales individuales y comunitarios evidentes y, en mi opinión, negativos en su mayoría. Ante la continuación de esta coalición de Sánchez, con el añadido del compromiso inequívoco con independentistas disolventes, este plan de acción requiere un examen amplio y sosegado que, Dios mediante, realizaremos.

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