NUESTRA PRIMAVERA | SEMBLANZAS

Manuel Hedilla.

Un hombre lleno de dignidad y fiel a José Antonio. La manera de ser más que la de pensar preconizada por el fundador de Falange. Una vez liberado vivió los años más felices de su vida junto a su familia y no quiso saber nada de política.


Publicado en Nuestra Primavera [Face] Audiovisuales sobre la historia del falangismo. Ver portada Memoria Azul/Nuestra Primavera en La Razón de la Proa (LRP). Publican un audiovisual semanal: verlos agrupados por meses.

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Manuel Hedilla.

Manuel Hedilla, la lealtad a José Antonio y a la Falange


​Transcripción del audio a texto:

  • Manuel Hedilla Larrey, nació en Ambrosero (Cantabria) el 18 de julio de 1902, y falleció en Madrid el 4 de febrero de 1970.
  • Hedillismo, relativo a Manuel Hedilla Larrey, segundo jefe nacional de Falange Española de las JONS,

Se afilió a Falange Española a finales de 1933. Primero fue jefe local de Renedo de Piélagos (Santander), después jefe provincial de Santander, más tarde consejero nacional y ya, durante la Guerra Civil, jefe de la Junta de Mando Provisional y jefe nacional.

Al momento de su afiliación se unieron a Falange con él, los miembros del Sindicato Autónomo de Trabajadores de la SAM (Sindicatos Agrícolas Montañeses), cooperativa de ganaderos montañeses creada para el tratamiento y comercialización de productos lácteos, empresa en donde trabajaba Hedilla.

En el Segundo Consejo Nacional de Falange, celebrado en Madrid en noviembre de 1935, redactó junto a Manuel Mateo, antiguo militante comunista, la ponencia acerca del paro obrero. Ambos representaban el ala más obrerista de Falange.

En las elecciones de febrero del 36, que terminaron con el triunfo fraudulento del Frente Popular, fue candidato de Falange junto a Julio Ruiz de Alda por la provincia de Santander, aunque tras un acuerdo con los tradicionalistas, retiró su candidatura a favor del carlista José Luis Zamanillo.

En la primavera de 1936, José Antonio le llamó a Madrid y le nombro, con plenos poderes, inspector nacional de la organización falangista, con el encargo de reordenar la misma en toda la zona centro norte de España.

Preso José Antonio en la Cárcel de Modelo de Madrid y declarada Falange ilegal, fue el encargado de imprimir y distribuir por toda España la carta a los militares españoles, redactada por el fundador de Falange en prisión.

Una vez constituida la Falange clandestina, José Antonio encargó su dirección a su hermano Fernando, luego asesinado en Madrid tras el 18 de julio, auxiliado por Manuel Mateo y Manuel Hedilla. Todos ellos se multiplicaron tanto en enlazar con el general Mola de cara al 18 de julio, como en preparar la participación falangista en la rebelión cívico militar, viajando a esos efectos por la mayoría de las provincias españolas.

Manuel Mateo y Manuel Hedilla intercambiaron por razones de seguridad su documentación, llevando cada uno de ellos la del otro. Cuando Manuel Mateo fue detenido en Madrid por milicianos comunistas tras el 18 de julio, vivía con su novia en un piso alquilado a nombre de Manuel Hedilla. Detuvieron a Mateo tras seguir a su novia, antigua comunista también, y localizarle. Fue salvajemente torturado y después asesinado por sus antiguos camaradas.

El 18 de julio del 36 Manuel Hedilla estaba en Vigo, en donde fue elemento clave del éxito del levantamiento. Vigo era el núcleo urbano gallego de mayor presencia izquierdista y hubo violentos combates en el barrio de Lavadores. Hedilla combatió en primera línea junto a sus camaradas gallegos.

En agosto del 36 llegó a Burgos llevando consigo un convoy de suministros para los falangistas burgaleses, que fueron de entre las provincias castellanas los que mayor número de camaradas aportaron a la sublevación. De forma natural, junto a Agustín Aznar y José Sainz, ambos consejeros nacionales, el primero jefe nacional de Milicias y el segundo miembro de la Junta Política, asumieron el mando de Falange.

El dos de septiembre del 36, en el salón de claustros de la Universidad Literaria de Valladolid, a propuesta de Agustín Aznar, fue nombrado Manuel Hedilla jefe de la Junta de Mando Provisional de Falange. Se nombró secretario de esta a Francisco Bravo, antiguo jefe provincial de Salamanca y consejero nacional.

A partir de ahí y hasta el Decreto de Unificación de abril de 1937, es la época de mayor desarrollo y crecimiento de la organización falangista, hasta tal punto que su poder en zona nacional puede considerarse como la existencia de un Estado dentro del Estado.

Tenía Falange una primera línea combatiente formada por más de 80.000 miembros, con logística y mandos propios. Una de las principales labores de la Junta de Mando fue el reclutamiento y organización de milicias falangistas, perfectamente encuadradas y equipadas, que luchaban en el frente junto a requetés y el Ejercito. Igualmente se crearon dos academias militares de Jefes de Centuria, una en Pedro Llen (Salamanca) y otra en Sevilla.

A partir de diciembre el 36 y desde el Cuartel General del Generalísimo se procedió a militarizar las milicias falangistas admitiendo a mandos militares en sus filas, la mayoría de ellos afines a Falange, pero conservando estas su uniformidad, banderas y mandos, lo que representó en la práctica y hasta el Decreto de Unificación de abril del 37, el que estas siguieran dependiendo de la Junta de Mando Falangista.

Igualmente en la retaguardia operaba la llamada segunda línea, formada por cerca de 50.000 miembros que, al contrario de lo que se ha dicho, no se dedicaba a labores de represión sino de auxilio, ayuda, control político y propaganda. Cabe destacar la creación de Auxilio de Invierno, dirigida por Mercedes Sanz Bachiller, organización humanitaria perteneciente a segunda línea creada para proporcionar abrigo, refugio y alimento a los más necesitados, a los que por carecer de ello difícilmente podían amar a España.

En su discurso de nochebuena de 1936 en Radio Nacional, Hedilla dijo lo siguiente:

«Y me dirijo a los falangistas que se cuidan de las investigaciones políticas y policiales en las ciudades, y sobre todo en los pueblos. Vuestra misión ha de ser obra de depuración contra los jefes cabecillas y asesinos. Pero impedid, con toda energía, que nadie sacie odios personales, y que nadie castigue o humille a quien, por hambre o desesperación, haya votado a las izquierdas».

«Todos sabemos que en muchos pueblos había –y acaso hay– derechistas que eran peores que los rojos. Quiero que cesen las detenciones de esa índole y, donde las haya habido, es necesario que os convirtáis vosotros en una garantía de los injustamente perseguidos».

«Y allí donde os encontréis, estad resueltamente dispuestos a oponeros a procedimientos contra los humildes. La Falange ha de estar en todos los sitios con la cara muy alta, para poder defenderse de sus muchos enemigos. Queremos la salvación y no la muerte de los que en su inmensa mayoría tenían hambre de Pan y Justicia. Pero tenían, también –ya lo habéis visto con nuestro crecimiento– hambre de Patria».

La Junta de Mando creó también el Servicio Exterior, que quedó bajo la dirección del diplomático y futuro biógrafo de José Antonio, Felipe Ximénez de Sandoval. El servicio comenzó a establecer delegaciones en Europa e Hispanoamérica, que funcionaban en paralelo a las embajadas de España.

También Hedilla prestó especial atención a todo lo relacionado con las Vascongadas y Cataluña, llegando a patrocinar y crear los tercios de voluntarios falangistas de Montserrat, en cuyas filas estuvieron apellidos ilustres: Martín Busutil, Antonio Geis, Caralt, Muntadas, Oliveras de la Riva, etc., el hecho incomodó sobremanera a las altas instancias políticas de la España rebelde.

También en su discurso de nochebuena del 36 en Radio Nacional, Hedilla dijo:

«Finalmente, hay personas en nuestra retaguardia que no encuentran trabajo mejor que hacer por la Patria que el sembrar odio contra Cataluña y las Provincias Vascongadas. Y cada vez que revolviendo sucios fondos y viejas cuentas han logrado su propósito, quedan satisfechos como si hubieran logrado una gran acción. La doctrina de Falange no es desunión. En Cataluña, como en todas partes, hay españoles malos y buenos. A nadie se le ocurrirá propagar odios contra los madrileños porque Madrid sea rojo en estos momentos. Y sabed que en Bilbao y Barcelona, la gran mayoría de los que nos combaten no son vascos ni catalanes, sino escoria y hampa de todas las regiones españolas».

Sin embargo el mayor desarrollo del movimiento falangista lo fue en su prensa y propaganda, a cuyo frente estaban Vicente Cadenas y Vicente Gaceo. Se crearon periódicos en la mayoría de las provincias, así como revistas, tales como Fotos y Jerarquía, con lo que la influencia falangista en la retaguardia nacional se fue haciendo cada vez más poderosa.

Igualmente la Jefatura de Prensa y Propaganda, cumpliendo órdenes de Hedilla, imprimió y distribuyo textos de José Antonio, siendo el más importante el del mitin del cine Europa del 2 de febrero del 36, del que cabe destacar lo siguiente:

«…el capitalismo liberal desemboca, necesariamente, en el comunismo. No hay más que una manera, profunda y sincera, de evitar que el comunismo llegue: tener el valor de desmontar el capitalismo, desmontarlo por aquellos mismos a quienes favorece, si es que de veras quieren evitar que la revolución comunista se lleve por delante los valores religiosos, espirituales y nacionales de la tradición. Si lo quieren, que nos ayuden a desmontar el capitalismo, a implantar el orden nuevo».

Con lo que se hacía especial hincapié en que la revolución era cosa de Falange una vez terminada la guerra.

Ante ello y sobre todo por el deseo de Franco de detentar la totalidad del poder, no solo militar sino también político, nació primero la idea y luego se desarrolló y llevó a cabo el Decreto de Unificación, que acabó con Falange Española como organización política independiente pasando a ser una nueva, con formas falangistas, pero bajo la dirección de Franco.

Falange Española, y en su nombre Manuel Hedilla, solo aspiraba a conservar la autonomía de Falange y prepararla, una vez conseguida la victoria, para la revolución. En ningún momento pretendió poner en peligro la victoria que estaba supeditada a cualquier otra causa.

Cabe preguntarse si la unidad de mando preconizada por Franco como motivo de la unificación justificaba esta. Entendemos que no, de no llevarse a cabo, la victoria no estaba en peligro. Falange ni quería ni podía rebelarse contra Franco. Pero sí aspiraba al término de la contienda dirigir la política nacional e instaurar sus postulados revolucionarios. Franco no lo consintió y contó, para vergüenza de Falange, con la colaboración de un grupo de falangistas llamados los legitimistas que, por estulticia, ansias de poder y falta de visión política, en el peor momento y cuando más se necesitaba estar y actuar unidos, conspiraron contra Hedilla y colaboraron inconscientemente con Franco. Primero se opusieron teóricamente a la unificación y después, cuando vieron las orejas al lobo, se pusieron a las órdenes de Franco.

Se detuvo a Hedilla por no aceptar su nombramiento como miembro de la nueva Junta Política de la organización surgida de la unificación, FET y de las JONS, luego Movimiento Nacional. Se le juzgó y condenó a muerte, siendo después indultado. Fueron detenidos y perseguidos junto a él cerca de un millar de falangistas. A partir de ahí ya no hubo Falange sino Franco Falange.

Manuel Hedilla estuvo primero preso en la cárcel de las Palmas de Gran Canaria y después confinado en Palma de Mallorca. Entre una y otra se le trató de comprar ofreciéndole la Delegación Nacional de Sindicatos, propuesta que rechazó.

Así era Hedilla. Un hombre lleno de dignidad y fiel a José Antonio. La manera de ser más que la de pensar preconizada por el fundador de Falange. Una vez liberado vivió los años más felices de su vida junto a su familia, y no quiso saber nada de política, solo antes de morir se embarcó en un prometedor proyecto llamado Frente Nacional de Alianza Libre, desaparecido junto a él con su fallecimiento, acaecido el 4 de febrero de 1970.

  • Hedillismo. Para nada una ideología o rama del falangismo, tan solo, y por otro lado tanto, una representación de la expresión clara de su esencia: servicio, abnegación, entrega y sacrificio.

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