ARGUMENTOS

Falange, los falangistas y José Antonio Primo de Rivera.

Lo único sensato que yo veo es quedarse con lo mejor de José Antonio y olvidarse, al menos puertas a fuera, de toda la parafernalia que lo rodea a él, a Falange y a los falangistas, así como de las propuestas caducas y de tiempos pasados.

Publicado en Gaceta de la Fund. José Antonio, de marzo de 2021. Ver portada de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

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Falange, los falangistas y José Antonio Primo de Rivera.

Falange, los falangistas y José Antonio Primo de Rivera.


A fecha de hoy hablar o escribir sobre Falange es hacerlo sobre algo marginal y con escasísima proyección.

Son varios los grupos que se denominan falangistas. Falange Española de las JONS, FE La Falange, Falange Auténtica (FA), e incluso alguno más.

De entre ellos mi simpatía y reconocimiento lo son para FA. Sin menospreciar a nadie y con el debido respeto para el resto, tienen al menos un proyecto teóricamente viable que se llama Defensa Social (defensasocial.es). En su sitio web podéis conocer de que van. No utilizan formas falangistas y sin renunciar a sus fundamentos abogan por una España personalista, una y soberana, justa, equitativa y democrática.

En general, excepto FA, tienen un comportamiento principalmente endogámico. Lo que más hacen son misas, funerales, actos conmemorativos y alguna que otra actividad política y/o cultural, no siempre de contenido falangista.

A muchos les da igual. Son falangistas y punto. No quieren nada más. Su única aspiración es cuasi personal, morir siéndolo y ser enterrados con esa satisfacción y orgullo íntimo.

También están en las redes sociales, no todos, pero ni en ese terreno son especialmente activos, conocidos u originales. Y ello sin contar con los mensajes y consignas que envían, decimonónicas y nada atractivas. En muchos casos más que interesar a nadie alejan a los que logran dar con ellos. Parece como si todos actuasen sin que el paso del tiempo importase y el llevar a cabo sus propuestas fuese lo de menos.

Los falangistas ya son otro tema, pues los hay de todos los tipos. Desde los que simplemente disfrutan poniéndose la camisa azul y cantando el Cara al sol tres o cuatro veces al año, hasta los que verdaderamente se esfuerzan por hacer algo positivo. Otra diferenciación viene dada por los que más que falangistas son franquistas. Esto no tiene remedio ya que está justificado en la propia historia de la Falange y la Unificación de 1937.

También tenemos, y creo que esto es mayoritario, los que desconocen tanto la historia como el pensamiento de José Antonio. No se sabe por qué razón están ahí y se dicen falangistas. Puede que sea por antecedentes familiares, o por ser políticamente incorrectos, o por llamar la atención, o porque piensan que falangismo, fascismo y nazismo viene a ser la misma cosa –lo cual es incierto–... ¡Yo que se! Las motivaciones de cada cual son las más de las veces inescrutables.

Por otro lado están los falangistas que no quieren saber nada, o muy poco, de la Falange. Siguen teniendo ese sentimiento pero lo llevan en su corazón, sin hacer ni ostentación ni manifestación de ello. La Falange y lo falangista formó parte de sus vidas durante una época, se desengañaron y pensaron que debería de pasar a mejor vida, aunque dentro de sí conserven sus principios.

Por último están los que habiendo sido falangistas abandonaron sus filas y pasaron a formar parte de otros grupos, según ellos similares, o no, con el propósito de hacer carrera política.

José Antonio Primo de Rivera sigue siendo otro desconocido, amén de tergiversado y mal interpretado.

Para mí es lo más importante de la Falange. Un hombre joven, inteligente, gran orador, patriota y con un profundo sentido social, pero, todo tiene sus peros, asesinado a los 33 años y con una ideología en construcción, de la que por desgracia se pueden sacar diferentes lecturas, siendo esto otro de los hándicaps del falangismo.

Cómo no, está también el inconveniente del franquismo que mitificó a José Antonio, haciendo que muchos supiesen de su existencia, pero en realidad ni le conocían, ni sabían que sueño imposible perseguía. Había calles con su nombre por toda España. Igualmente su nombre, como el primer mártir de los vencedores de la guerra civil, estaba inscrito en las paredes de las iglesias y de muchos monumentos. Sus restos yacían en el Valle de los Caídos, y su foto, al lado de la de Franco, colgaba de las paredes de los sitios oficiales y de muchos privados, incluidos escuelas y colegios. Todo ello, así como la propaganda contraria, han creado una especie de barrera difícilmente franqueable para quien quiera luchar de verdad y elaborar propuestas sobre los fundamentos del pensamiento de José Antonio.

Menudo panorama.

Lo único sensato que yo veo es quedarse con lo mejor de José Antonio y olvidarse, al menos puertas a fuera, de toda la parafernalia que lo rodea a él, a Falange y a los falangistas, así como de las propuestas caducas y de tiempos pasados.

¿Y qué es lo mejor de José Antonio? En resumen esto:

  • Su idea de la construcción y desarrollo de la sociedad sobre la consideración del ser humano como libre, integro y digno, dotado de derechos pero también de responsabilidades, en definitiva con la idea de servicio y la concepción del Estado como ente dependiente de las personas y no al revés. También la inaceptabilidad del relativismo como actitud y comportamiento cada vez más consolidado de la sociedad española, en donde todo, hasta lo más ruin, se justifica y da por bueno.
    Menos palabrería liberal y más respeto a la profunda libertad del hombre”.
     
  • La unidad de España no solo basada en un territorio, su historia y su bandera, sino principalmente en un proyecto, en una idea intelectual de reconstrucción. Habría que leer mas veces el extraordinario artículo de José Antonio titulado La gaita y la lira Obras completas, pag. 111– para comprender esto.
     
  • La verdadera democracia, tendiendo a profundizar en ella, buscando otras formas de participación ajenas a la corrupción y al engaño, que tratan de que parezca que los ciudadanos con su voto deciden. Todo el mundo, por mucho derecho que tenga a asociarse para defender sus ideas, es consciente que la partidocracia no es democracia sino la dictadura de sus dirigentes.
     
  • El deseo de justicia social. En España sigue habiendo millones de españoles en situación de pobreza o en su umbral. Se han de arbitrar fórmulas permanentes que eviten esa situación y cualquier forma de explotación. La justicia social pasa por tener cubiertas no solo las necesidades espirituales y de ocio, si no también las necesidades materiales de todos, evitando que la diferenciación económica y social de las personas vaya a más. Esta cuestión tiene que ir en dirección contraria. Es obvio que no todos somos iguales y nuca lo seremos, pero también lo es que quien menos tiene ha de ser apoyados y protegidos para aminorar la diferenciación social y que pueda llevar una vida digna y justa.

Y poco más.

Lo que ya no vale de José Antonio hay que desecharlo. Por ejemplo la reforma agraria o la nacionalización de la banca, propuestas concretas para 1934/35. España no es hoy un país eminentemente agrícola, y su actividad agraria es completamente diferente a la de antaño. Igualmente pasa con la nacionalización de la banca. Otra cosa sería la creación de una banca semi pública con un crédito barato y con el apoyo decidido a los emprendedores.

Tampoco tiene mucho sentido la consideración de España como un gigantesco sindicato de productores, ni tampoco el desmontaje del capitalismo, referidos ambos al año 1934.

La primera era además contradictoria con otras manifestaciones de José Antonio, como la propiedad, la iniciativa privada y el empresariado. Era una propuesta por desarrollar.
La segunda, referida como he dicho al capitalismo de entonces, no tendría hueco en el capitalismo actual, completamente distinto. Habría que reformularla ya que hoy en día el sistema capitalista, fundamentalmente multinacional, viene aceptando determinadas reglas sociales que comprometen de alguna manera su funcionamiento, aunque dicha aceptación no evita el que trate, en muchos casos, de dejarlas en meros ajustes a poder ser inoperantes. Ahí debería estarla lucha y las propuestas: en impedir al neocapitalismo que campe a sus anchas, en humanizarlo y socializarlo, y paralelo a ello, en la creación de nuevos modelos de producción que pasen por la participación de los trabajadores en la gestión y los beneficios empresariales.

¿Y que dijo José Antonio de la Unión Europea, de la inmigración, de los impuestos, del turismo, de los autónomos, de la globalización, de las redes sociales, etc.?, Nada de nada y de algún tema, por ejemplo impuestos, casi nada. Todo ello, partiendo de sus principios, estaría por construir.

Todas las organizaciones falangistas deberían semidesaparecer como tales, y crear una nueva organización, o segunda marca que se lanzara a la arena política, con los principios básicos del falangismo, con constancia, inteligencia y propuestas originales. Falange Auténtica lo está intentando.

No así lo falangista, su historia, sus hombres, su cultura, sus textos, sus conmemoraciones y aniversarios, sus símbolos, cuestiones estas que deberían ser cosa, por ejemplo, de la Fundación José Antonio, o de una de las falanges, para que, sin actividad política excepto la del control de la segunda marca, fuese garante de que todo ello ni se pierde ni se olvida.



«Caso Hedilla». Tertulia en Radio Ya. Intervienen: Miguel HedillaÁlvaro Romero y Juan Manuel Cepeda.

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