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¿España invertebrada?

Una imagen de Ortega y Gasset en 1914. En su obra "España invertebrada", publicada en 1921,​ analiza la crisis social y política de la España de su tiempo.

Nunca en España gozaron las comunidades autónomas de la capacidad de gestión social y económica que tienen ahora.


​Publicado en Gaceta Fund. J. A. núm. 374 (NOV/2023). Ver portada de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

José Ortega y Gasset, en su excelente y casi olvidado ensayo España invertebrada (1921), se preguntaba ¿por qué nacen los separatismos? Y a esa reflexión meditada y estudiada con sus fuentes históricas, se contestaba:

Nada de oponer contra ellos una pura y contraproducente fuerza militar. Tampoco un gobernador serio y competente enviado por el poder central…

Nuestro filósofo, muy acertadamente, defendía entonces que era necesario Implicar activamente a los separatistas a una España como empresa, como proyecto de todos para hacer algo importante, sugestivo y en común. En esta misma obra relata Ortega una excelente metáfora de España: la compara como a un elemento constructivo de arquitectura, como una cúpula sostenida por columnas; elementos distintos, pero muy dinámicos, esenciales para su existencia, mantenimiento, perdurabilidad y proyección al futuro, al mundo exterior.

Ortega recuerda aquí como la primera Weltpolitik (política mundial) que se realizó en la historia la crearon los Reyes Católicos con la unión de Castilla (proyección centroeuropea y africana) y Aragón (hacia el Mediterráneo). Ahora lógicamente sería una ”nueva Weltpolitik”. Por supuesto, sin nada que ver con el expansionismo militar y colonial de la época del káiser Guillermo II. En el presente siglo es evidente que, por el momento y con el permiso de China y Rusia, parece imperar el pragmatismo de la Realpolitik (política realistas). Termino que sería acuñado por el canciller Otto von Bismarck.

Pero a pesar del tiempo transcurrido, todo eso que nuestro genial filósofo llamaba también los particularismos diferenciales, parece que no se ha esfumado todavía. Por el contrarío. ¿A dónde van, avanzado ya el siglo XXI, Cataluña, el País Vasco y otros territorios periféricos españoles detrás de ellos? Tiran por su lado.

Se agarran fundamentalmente a imponer, unilateralmente, unos idiomas muy respetables pero minoritarios en un mundo ya comunicacionalmente globalizado. Donde la evidente superioridad mundial del castellano (500 millones de hablantes) parece que les crea un complejo de inferioridad. También se aduce, para tratar de desconectar del resto de España, unos supuestos agravios económicos. Habrá que recordar aquí que en esas regiones conflictivas, desde hace más de 100 años, se instalaron, merecidamente, las mejores y más prósperas industrias. No vamos a poner en duda tampoco sus capacidades de organización y creatividad, pero incluso el catalanismo más radical va más allá y reivindica razones políticas que se remontan al siglo XVIII.

Nunca en España gozaron las comunidades autónomas de la capacidad de gestión social y económica que tienen ya. El cada vez más escaso entramado administrativo del Estado (en manos todavía del PSOE de Sánchez) está prácticamente desarmándose ante las exigencias y peticiones imposibles del separatismo. Torcuato Fernández Miranda, en la transición a la democracia, se las ingenió para desmontar, para el rey Juan Carlos, todo el entramado jurídico permanente e inalterable del Movimiento Nacional de Franco.

También ahora, los brujos y gurús del socialismo actual buscarán una fórmula “original y creativa” (pero que puede transformarse en irreversible) para aplacar y complacer las exigencias de todos los separatismos. Ortega, republicano y socialista liberal, con muy claras influencias en su discípulo José Antonio, lo vaticinaron hace casi 100 años:

España ha llegado a menos por una triple división. La división engendrada por los separatismos locales, la división engendrada por los partidos y la división engendrada por la lucha de clases. El día que España encuentre un proyecto sugestivo que supere todas esas diferencias , volverá a ser grande como en sus mejores tiempos.
(Entrevista filmada en 1934, en tres idiomas, en las escaleras de la casa de José Antonio de Chamartín de la Rosa por el noticiario norteamericano de la Paramount).

Estas palabras también fueron rescatadas por el cineasta David Trueba en la introducción de la adaptación de la novela de Javier Cercas para su película Soldados de Salamina (2003).

Leamos pues detenidamente a nuestros últimos y grandes pensadores casi olvidados: Ortega, Unamuno, D’Ors.., y también a nuestros escritores clásicos. Repasemos la historia de España y Europa (Theodor Mommsen: la historia es un sistema de incorporación, la decadencia de una nación es una vasta desintegración). Consultemos también a sociólogos y economistas: Max Weber, Raymond Aron, y sus acertados ensayos sobre los peligros del político profesional, que obtiene de ella su subsistencia y su forma de vida.

En España todavía estamos a tiempo, no ya de “llegar a menos“ ⎼es evidente dónde nos encontramos ahora⎼ sino de algo mucho más grave. El riesgo cada día más claro de la desvertebración histórica de la que fue primera nación europea.