MEMORIA

Nosotros no inauguramos la llamada a la violencia.

Mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas, habrá que obtenerlo por la violencia. (Largo Caballero).
Artículo publicado en La Razón de la Proa (LRP) en marzo de 2021, recuperado en diciembre de 2023 con motivo del centenario del nacimiento de Enrique de Aguinaga. Solicita recibir el boletín semanal de LRP.
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Nosotros no inauguramos la llamada a la violencia.

Nosotros no inauguramos la llamada a la violencia.


Una acusación a José Antonio que llega hasta nuestro días es que preconizaba la violencia como sistema; quienes no se han molestado en esterarse de sus planteamientos políticos, sociales, económicos y éticos no cesan de repetir, como una muletilla, la frase entresacada del discurso fundacional:

Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la patria.

Habitualmente, se separan del contexto del discurso y, sobre todo, del contexto histórico en que se pronunciaron, época violenta en España y en toda Europa. En todo caso, el propio José Antonio reconoció que la frase fue desafortunada. En el periódico FE de 25 de enero de 1934, la consigna reconocía que no propugnamos una revolución de puñetazos y de pistolas, quizás como contrapartida.

Y como muestra del ambiente que se vivía en aquellos duros años de nuestra historia, en un clima de violencia de la que la Falange no pudo evadirse, traemos aquí un discurso del líder socialista Largo Caballero, de 8 de noviembre de 1933, que va más allá de puños y pistolas. Ojalá nunca se repitan estos extremos en la España y en la Europa de hoy. En ello confiamos los joseantonianos del siglo XXI.


“Estamos en plena guerra civil”


Fragmentos del discurso de Francisco Largo Caballero, presidente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en Don Benito, el 8 de noviembre de 1933.


Ha llegado el momento de hablar con toda claridad...

La Monarquía cayó por el empuje de unas elecciones municipales. Mucha gente, sobre todo en el extranjero, elogió aquel sentir típico de España, que el 12 de abril se desembarazaba de los obstáculos tradicionales pacíficamente.

Pues yo os digo que este movimiento pacifico, que entonces nos pareció digno de alabanza, fue el primer error de la revolución española. Y ahora nos encontramos con que el enemigo retoña y hoy vuelve a poner en peligro la vida de la República.

No les extrañe que, si la historia se repite y es preciso volver de nuevo a un movimiento revolucionario, este no sea pacifico. Y la culpa será de ellos.

El Partido Socialista fue al Gobierno provisional en minoría... Y por eso aceptamos desde el Gobierno provisional que se convocaran unas Cortes inmediatamente. Ese fue el segundo error de la Republica española.

Fuimos a las Cortes prematuramente antes de hacer la revolución, para que luego la hubiera sancionado el Parlamento.

La candidatura que forma el frente antimarxista está compuesta por fascistas, monárquicos y los republicanos radicales y conservadores. ¿Qué diferencia hay –pregunto– entre los unos y los otros? Ninguna.

No nos conformamos con pensar que va a haber en el banco a azul dos ministros socialistas. No basta con eso para gobernar... Hay que tener todos los gobernadores socialistas. Hay que tener el Poder judicial que hoy está en manos de la burguesía. Y todos los medios coercitivos del Estado. Es preciso tener en la mano todas las palancas del Gobierno.

Se dirá: ¡Ah, esa es la dictadura del proletariado!. Pero ¿es que vivimos en alguna democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura burguesa?

Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada.

No ocultamos que vamos hacia la revolución social. ¿Cómo? (una voz del publico: Como en Rusia). No nos asusta eso. Vamos, repito, hacia la revolución social. Y yo digo que la burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que expropiarla por la violencia (ovación).

Mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas, habrá que obtenerlo por la violencia.

Ya han iniciado los enemigos la guerra y dicen por boca de Gil Robles que, si el Parlamento no les sirve, irán contra él. Pues bien, nosotros respondemos: Vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero, si no queréis, haremos la revolución violentamente (gran ovación).

Esto, dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil.

Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil. ¿Qué es, si no, la lucha que se desarrolla todos los días entre patronos y obreros? Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos, camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El día 19 vamos a las urnas... Mas no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas.

¿Excitación al motín? No. Simplemente decirle a la clase obrera que debe prepararse bien para todos los acontecimientos que ocurran, y el día que nos decidamos a la acción, que sea para algo definitivo, que nos garantice el triunfo sobre la burguesía.

Si alguien intenta un golpe de Estado, salid a la calle inmediatamente. Y ese será el principio de la Republica social, en la que se realice la igualdad económica. Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no una bandera tricolor de una Republica burguesa, sino la bandera roja de la Revolución socialista.

(Al terminar su discurso el camarada Largo Caballero, estalla una imponente ovación. Los trabajadores dan vivas al líder de la Revolución proletaria y cantan en medio del mayor entusiasmo La Internacional).


Discurso íntegro


Tomado literalmente del diario El Socialista, Madrid, 9 de noviembre de 1933
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