CRÓNICA

Presentación en Barcelona de un libro de Miguel Hedilla, sobre su padre.

No fue un acto de partidismo político, sino de reconocimiento a una figura que merece ser conocida y reconocida.


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Presentación en Barcelona de un libro de Miguel Hedilla, sobre su padre.

Presentación en Barcelona de libro “Manuel Hedilla, el falangista que dijo no a Franco”


Para todos nosotros, este 26 de octubre fue un día grande. Tuvimos la bendita oportunidad de asistir a la presentación de un libro que aporta luz y taquígrafos sobre una de aquellas personas importantes que en el siglo XX incidieron de pleno en la historia de nuestra gran nación: Manuel Hedilla Larrey.

Manuel Hedilla, el falangista que dijo no a Franco no es un libro de una biografía cualquiera, ya que el relator fue nada más ni nada menos que su propio hijo Miguel. No creo que sea necesario para los lectores de La Razón de la Proa explicar que Hedilla fue el segundo jefe nacional de la Falange, y, por desgracia, el último que aglutinó en una sola organización a todas las personas que se definieron como falangistas. Siguiendo el ejemplo del primer jefe nacional, José Antonio ⎼cuyo nombre no es ni siquiera necesario completar con su noble apellido⎼. Miguel, aborda una defensa de su padre con todo el amor y la admiración que le tiene, pero también sin ahorrarse ningún episodio en aras a la verdad, aunque pudiera ser desfavorable, en un momento histórico muy especial.


Casa de Madrid en Barcelona nos acoge


En un marco incomparable, la de la Casa de Madrid, su presidente Florencio García nos daba la bienvenida, destacando que la institución madrileña en pleno centro de la capital catalana, tenía ya más antigüedad que la propia Comunidad de Madrid, y se enorgullecía de que en sus instalaciones se acogiera la cultura de una forma habitual ⎼la presentación de cien libros anualmente, puso como ejemplo⎼, y ayudara a servir de nexo entre esas dos grandes ciudades españolas de Madrid y Barcelona.

Pasó a presentar a las dos grandes espadas que acompañaban a Miguel Hedilla, precisamente los maestros Javier Barraycoa y Manuel Parra.

Creo, sinceramente, que los oradores pudieron experimentar como ⎼los tres⎼ consiguieron mantener la atención de una audiencia culta y con ganas de escuchar siempre las nuevas informaciones que les pudieran aportar, al tiempo que recordar viejas experiencias y ponerlas en valor con Manuel Hedilla como centro aglutinador en ese 26 de octubre, tan cercano a la fecha del aniversario de la fundación falangista.


Barraycoa: el contrapunto carlista


La brillante alocución de Javier Barraycoa, fue el contrapunto de la historia falangista. Confesó que conocía algo ⎼todos entendimos que mucho⎼ sobre carlismo, pero poco sobre falangismo ⎼todos entendimos que bastante⎼. Lo que más nos interesó es que su punto de vista se originaba en el otro NO a Franco, el de la Comunión Tradicionalista.

Ninguna de las dos organizaciones, y, por tanto, sus jefes, aceptaron de buen grado el decreto que los unificaba. Lo que no significa que ambas estuvieran enemistadas entre sí. En el libro se habla de los encuentros y desencuentros entre falangistas y tradicionalistas, y del objetivo supremo que ambos partidos compartían: ganar la guerra.

Barraycoa no perdió la oportunidad para glosar las figuras de Fal Conde que también dijo No a Franco por mandato regio, como apostilló Parra⎼ y de Víctor Pradera, líder carlista que también fue fusilado, como José Antonio.


Parra: todos fuimos en algún momento hedillistas


Con la única protección de una tienda de campaña, al aire libre, Manolo Parra recordó cómo en su juventud, en los campamentos conoció la figura de Manuel Hedilla. Allí, en ese ambiente de camaradería, se fueron formando, y, al conocer el ideario nacionalsindicalista, se gestó una rebeldía, en plenos años 60, ante la política oficial que tan diferente era de los ideales de los que iban nutriéndose con su ingenuidad juvenil.

La figura de Hedilla aparecía nítidamente como un ejemplo de honestidad, y aunque en esta ocasión no utilizó Parra esa cita, de que haz lo que debas y que sea lo que sea. Parra se extrañó que su humilde nombre apareciera en los primeros comentarios del libro junto a otras eminencias como Stanley Payne. La audiencia sonrió porque todos sabíamos que era justo y que, si hoy Manolo Parra no es reconocido como un gran intelectual es, precisamente, por su generosidad y lealtad falangista ⎼si ya sé que con esta última frase me granjearé su enfado⎼.

Finalizó su breve, pero interesante, discurso, con una alusión al carlismo, que, aunque haya muchas diferencias, en estos momentos, y, especialmente en Cataluña, existe una unión espiritual.


 Hedilla: Que nadie se pierda el prologo


Reconozco que el que esto escribe todavía no ha leído el libro, pero ante la advertencia de Miguel sobre el prólogo, me lo leí de corrido. Lo escribe un nieto de Manuel Hedilla, hijo de Miguel, claro. Y no es un escrito político, sino humano, que, incluso, no elude cierta crítica. La pluma del joven Hedilla emociona. Porque además cita a su otro abuelo, el materno, con el que pudo compartir vivencias y complicidades. Con su abuelo Manuel no, pero, evidentemente, aún sin haberlo conocido le marcó. Y confiesa con sana emoción como todavía hoy, en Denia, hay personas que le comentan en valenciano, que su abuelo les ayudó mucho.


Dos condes y un banderillero


Este es el título que propuso Miguel para su libro pero que no cuajó en la editorial. Hacía referencia a los condes franco-carlistas de Rodezno y la Florida, traidores a la Comunión Tradicionalista, y al banderillero Joaquín Miranda, falangista subordinado al general Queipo de Llano, todos ellos incluidos por Franco, con Hedilla, en la nueva Junta Política de FET. ¿Qué hago yo con dos condes y un banderillero? Exclamó Hedilla, escenificando con ello su rechazo.

Muchas biografías califican a Hedilla como un hombre sin carisma y sin cultura, un obrero. Cierto es, aclara su hijo, que no tenía estudios universitarios, pero si que era un hombre con una formación notable, y si, era un obrero, pero muy preparado.

Las grandes figuras de la Falange inicial habían sido asesinados o apresados al principio de la guerra. Fue elegido Hedilla, por su carisma y por su capacidad de organización. En pocos meses convirtió a la Falange en un partido muy importante y numeroso del bando nacional, con unas milicias muy bien preparadas y dotadas de un espíritu idealista y combativo. Estos jóvenes formaban en sus filas al tener el mensaje más atractivo y disponer de una mejor organización. Algún mérito tendría, en ello, el jefe nacional.


Desmintiendo mitos sobre Cataluña y la represión


Hedilla tuvo una especial sensibilidad hacia Cataluña. En realidad la misma que tenía José Antonio. A Salamanca arribaron un nutrido grupo de catalanes que habían conseguido huir de la Cataluña roja. Se formaron varias unidades falangistas y Hedilla les facilitó que se comunicarán en catalán, ya que tenía claro que era la lengua materna de muchos españoles y de muchos falangistas. Desmentía totalmente con ello, que fueran los falangistas quienes rechazaran la lengua de Verdaguer.

Uno de los discursos más brillantes de Hedilla es el que emplaza a los falangistas a que, en los pueblos liberados, no se ensañen con las personas que hayan votado a las izquierdas, y que no permitan venganzas. Al contrario.


La unificación


Con el Decreto de Unificación, Franco quiso sentar las bases del régimen futuro, y adoptó los nombres de los dos partidos más activos. Si Hedilla lo hubiera aceptado, hubiera gozado de grandes privilegios. Al no hacerlo por lealtad a sus ideales, sufrió cárcel, condenas de muerte y finalmente el exilio. Miguel pretende en su libro explicar los motivos, y también los acontecimientos tal como se fueron desarrollando.


La amnistía del 77


¡Ah no! Manuel Hedilla no tiene nada que ver con la amnistía del 77, pero como este comentario ya no da para más ⎼mejor leamos el magnífico libro que se puede encontrar en Amazon⎼, hablaremos de ella ahora que está de moda esta palabra. En el turno de ruegos y preguntas, Miguel Hedilla, el hijo, el autor del libro, reconoció que fue beneficiado por la amnistía del 77, ya que estaba, en esas fechas, junto a otros tres camaradas, pendiente de juicio por un asalto ⎼no armado⎼ a la Secretaría General del Movimiento, por parte de Falange Española de las JONS (Auténtica).

Y con estos mimbres disfrutamos de una jornada inolvidable, compartiendo historia y vivencias. No fue un acto de partidismo político, sino de reconocimiento a una figura que merece ser conocida y reconocida, al margen de las opiniones y pensamientos que cada uno de nosotros podamos tener.


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