LIBROS

Más allá de la política

Ensayos joseantonianos para la España del siglo XXI.
No debemos quedarnos anclados en un José Antonio estrictamente político en su tiempo, sino que debemos ir más allá.


​​Publicado en el blog Desde mi campanario (19/ENE/2024). Ver portada de Desde mi campanario en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.​

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Más allá de la política

Guion del autor para las presentaciones de su libro.


En primer lugar, permítanme que matice y aclare un término desusado hasta ahora para tratar de José Antonio; me refiero a metapolítica, lo que provocará sin duda que algunos se digan ¿meta qué?

El término viene, nada menos, que del siglo XVII, en un escrito de un monje cisterciense, pero ha cobrado actualidad en nuestra época, cuando varios pensadores se han dedicado a estudiar su alcance desde diferentes puntos de vista.

Digamos, para abreviar y no convertir esta presentación en una aburrida clase de filosofía, que el prefijo griego metá significa más allá; así, podemos hablar de metafísica, de metahistoria o de metapolítica, intentando hurgar en aquello que, por elevación supera los datos y los caminos experimentales de la física, de la historia o de la política.

Al aplicarlo a este libro sobre José Antonio, me baso especialmente en los estudios del filósofo argentino Alberto Buela, licenciado por la Universidad de Buenos Aires y doctor por la Sorbona, autor de libros muy interesantes para el pensamiento hispánico, como Metapolítica y filosofía, Ensayos de disenso, Teoría del disenso o Disyuntivas de nuestro tiempo. Ensayos de metapolítica, este último publicado por Editorial Barbarroja. En la actualidad, empieza a estudiarse la Metapolítica en las aulas universitarias, como la de la Universidad de Navarra.

Es decir, más allá de la política, como dice el título del libro; y, como define el profesor Alberto Buela: 

«El estudio de las grandes categorías que condicionan la acción política. A esta tarea, la forma óptima de acceder es a través del ejercicio del disenso, que no es otra cosa que la capacidad metodológica y existencial de proponer otro sentido a lo dado y aceptado por el statu quo reinante».

Este disenso, como método ⎼sigue diciendo Buela⎼ «No les está permitido a los observadores del mundo y de sus problemas, sino a los comprometidos con el mundo y sus problemas». ¿Y qué somos nosotros, que aprendimos desde pequeños a comprometernos con los problemas humanos y los de España en concreto, como elemento de acción y propio de nuestro estilo?


Muchos de ustedes recordarán la novela (quizás la película) La máquina del tiempo, de H.G. Wells, en la que un científico diseña un artilugio que le permite recorrer épocas de la historia; o posiblemente, también, Un yanqui en la corte del rey Arturo, de Mark Twain, esta con una doble intención humorística y propagandista del modo de ser yanqui.

En la misma línea, la televisión nos ofrecía una serie llamada El túnel del tiempo, y, ya en los últimos años, nos hemos reído en el cine con Noche en el museo, donde el protagonista convivía con figuras de cera que representaban personajes de la prehistoria y de la historia (de los EE.UU., por supuesto).

Pues bien, los ejemplos citados de novelas, series y películas se pueden relacionar con las posturas de quienes, con toda su buena fe, honestidad y fervor, se centran en José Antonio como si su momento histórico, su circunstancia, las influencias sobre su pensamiento y sus propuestas concretas pudieran ser rescatadas de la historia y traídas a nuestro tiempo, a nuestra circunstancia al mundo de hoy.

Como si José Antonio saltara por encima de acontecimientos tan decisivos como la Segunda Guerra Mundial, la energía atómica, la descolonización o el Concilio Vaticano II, en el siglo XX , y la Cuarta revolución industrial, la globalización, la irrupción de la ideología woke o la inteligencia artificial, en lo que llevamos del siglo XXI.

Nosotros no tenemos ni una máquina ni un túnel del tiempo a nuestra disposición, y, de inventarlos, solo contemplaríamos a un José Antonio fijo, anclado en su tiempo, el de los años 30 del siglo pasado, y sería muy difícil que pudiéramos definirnos como joseantonianos o falangistas sin caer en el anacronismo.

Y, si tomamos la referencia en las divertidas películas de Noche en el museo, acaso dialogaríamos con un José Antonio como figura de cera, que cobra vida mientras dura la magia, pero que se derrite o vuelve a su pedestal cuando luce el alba de la actualidad.


Hace un par de años, os presenté el libro Diccionario ideológico joseantoniano, con el fin de dar a conocer qué es lo que dijo José Antonio, en su momento histórico, qué es lo que no dijo ni propuso y cuáles eran sus intenciones al introducirse en el mundo de la política; pero, en ese texto, yo añadía, de mi coleto, algunos comentarios y revisiones desde la actualidad.

Esas son ⎼a petición de algunos camaradas de Sevilla⎼ las que de alguna forma han dado pie al libro que hoy os presento, y que lleva por título Más allá de la política ( es decir, que se introduce en el ámbito de la metapolítica), pues entiende que no debemos quedarnos anclados en un José Antonio estrictamente político en su tiempo, sino que debemos ir más allá y vislumbrar ⎼acaso, adivinar⎼ aquellas «intuiciones de larga onda histórica» ⎼en palabras del profesor Fueyo Álvarez⎼ que son las que deben interesarnos más no como curiosos de la historia de España, sino como ciudadanos preocupados y ocupados por los problemas de la España de hoy, y, en general, por el ser humano de nuestra época.

El subtítulo de este libro también es significativo: Ensayos joseantonianos para la España del siglo XXI, pues de eso se trata. Y también tiene su significado la imagen que adorna la portada, esos caballos de ajedrez en su tablero, porque sabéis que esa ficha no avanza linealmente, ni en recto ni en diagonal, sino que salta las casillas de forma casi sorprendente y puede aparecer donde menos se espera el adversario.


Mucho ha ocurrido, se ha pensado, se ha dicho y se ha hecho a lo largo de estos ochenta y cuatro años que nos separan, histórica y biológicamente, de José Antonio.

No es extraño, por otra parte, que podamos detectar en sus escritos y discursos algunas contradicciones, apreciaciones equivocadas, pero también muchos aciertos. En todo caso, no debemos dejarlo estático, como figura de cera, en un lugar de la historia, acaso porque no podemos tampoco saber cómo hubiera evolucionado su pensamiento sino hubiera sido ejecutado en la madrugada del 20 de noviembre de 1936.

Esta afirmación no es baladí, se basa en la observación de la continua revisión que él mismo hacía de sus ideas, desde aquellos escritos previos a la fundación de la Falange, en 1933, hasta los últimos esbozos y textos al filo de su muerte.

¿Revisar a José Antonio? ¿Por qué no? Me gusta traer a colación a aquel gran joseantoniano que se llamó Jaime Suárez, que tanto me enseñó y con quien tanto discrepé y debatí:

«José Antonio fue el jefe, pero ya no lo es. En su momento, de haberlo vivido nosotros, hubiéramos sido sus escuadristas, pero ya no lo somos. Ahora él es el maestro y nosotros somos sus discípulos, y el discípulo no tiene por qué repetir solamente lo que dijo el maestro, ni estar completamente de acuerdo con sus enseñanzas, sino partir de él como referente y aprovechar lo genial de sus ideas esenciales».

¿Cuáles son, en nuestro caso, esas ideas esenciales? Podemos y debemos discutirlo, y acaso nos llevemos más de una sorpresa, pues, junto a afirmaciones de carácter universal, nos sorprenderá su coincidencia con algunas posiciones posteriores a él de otros pensadores.

Como ejemplo, hace pocos días estuve leyendo un artículo del joseantoniano francés Arnaud Imatz sobre otra figura histórica de su patria, el general Charles De Gaulle (Cuadernos de Encuentro nº 155, de invierno del 2023); encontré analogías sorprendentes con el pensamiento de José Antonio, que ahora pongo a vuestra disposición.

Por ejemplo, unas citas gaullistas de 1965 ⎼casi treinta años después de la muerte de José Antonio⎼, que sostienen lo siguiente:

«Ser gaullista es no ser ni de izquierdas ni de derechas, es estar por encima de todo, es estar por Francia».
«Ser gaullista es ser de izquierdas y de derechas al mismo tiempo».
«Francia es todo a la vez, son todos franceses. ¡Francia no es la izquierda! ¡Francia no es la derecha! (…) Ahora, como siempre, no estoy ni de un lado ni de otro. Estoy por Francia».

O bien: 

«El mercado tiene sus cosas buenas, prima a los mejores, anima a la gente a superarse a sí misma y a los demás. Pero al mismo tiempo crea injusticias, establece monopolios, fomenta las trampas (…). El mercado no está por encima de la nación y del Estado. Son la nación y el Estado los que deben estar por encima del mercado».

Y una referencia aún más sorprendente, cuando, en el aspecto social, De Gaulle propuso tres niveles de medidas: en primer lugar, la participación en los beneficios; en segundo lugar, la participación en la plusvalía del capital, para que los trabajadores se convirtieran en copropietarios; por último, la participación de los directores y los asalariados en la gestión de la empresa. El empleo asalariado, es decir, el empleo de un hombre por otro...

«no debe ser la base definitiva de la economía francesa, ni de la sociedad francesa (…), y por dos razones: en primer lugar, por razones humanas, por razones de justicia social; y, en segundo lugar, por razones económicas, ya que este sistema (el capitalista) no permite ya a los que producen tener la pasión y la voluntad de producir y crear».

No me atrevo a decir ⎼no soy economista⎼ si esto es o no posible hoy, en todo caso difícil a corto plazo, pero observaremos que coincide en muchos aspectos con lo dicho por un José Antonio que, paradójicamente, es acusado de reaccionario y de fascista


El contenido de este libro que presentamos hoy recoge un trabajo muy reciente, que intenta una aproximación a lo esencial de José Antonio; así, el humanismo de base cristiana y personalista, y, partiendo de esto, una propuesta que llamaríamos hoy en día para “autentificar la democracia”, en lugar del formalismo occidental inorgánico que hace agua en todos los países de Europa; una apuesta sobre cómo debería ser un Estado actual; una revisión de los planteamientos socioeconómicos, sin concesión a las utopías ni a las ucronías.

En este trabajo reciente, me pregunto además si José Antonio Primo de Rivera puede llegar a ser un influenceren nuestra época, capaz de suscitar entusiasmo en una juventud aburrida y disconforme. Y también, al filo de la actualidad, cuál debería ser una postura de los joseantonianos del siglo XXI sobre esa guerra cultural provocada por la implantación totalitaria de la ideología woke en nuestras facultades, en nuestras escuelas, en nuestras familias, en nuestra sociedad.

Se complementa este trabajo recientísimo (postpandemia para más señas) con otros tres capítulos, correspondientes a ensayos de hace pocos años. El primero de ellos se refiere al sentido de la expresión joseantoniana España metafísica, que entiendo ha sido poco trabajado en otros estudios, y que intento desarrollar aquí; fue publicado en Altar Mayor en su día.

El segundo procede de una ponencia presentada en una escuela de verano de Plataforma 2003: Creencias, ideas y valores en José Antonio, que remite de nuevo a lo sustantivo de su pensamiento; el tercero, también fue una ponencia, esta vez de la Fundación José Antonio en otra escuela de verano, y amplía la intención del libro: Lo joseantoniano en el siglo XXI.

Finalmente, un epílogo donde se destaca aquella expresión de Enrique de Aguinaga: «José Antonio fracasó con éxito», y que incluye una propuesta de la serie de puntos en que podrían estar de acuerdo todos los que se consideran joseantonianos en la actualidad; soy consciente de que aquel deseo de la Transición de la unidad de los falangistas hoy en día es un mito más, y que es necesario ir más allá en los planteamientos. Seguro que este epílogo puede ser polémico, quizás como todo el libro.

Termino con una referencia a un texto de José Antonio que nos recuerda que la política es una partida con el tiempo en la que no es lícito demorar ninguna jugada.

Efectivamente, él jugó su partida con su tiempo (insisto: que no es el nuestro), y, como dijo Aguinaga, fracasó. Pero con éxito, pues hoy, al inicio de 2024, ochenta y siete años después de su muerte, algunos nos seguimos fijando en él, tanto en el ejemplo de su vida de servicio, como adelantado en unos planteamientos profundos, que van más allá de sus propuestas concretas, económicas y políticas, propios de aquella época.

Este es el propósito de este libro: re-conocer a José Antonio, es decir, volverlo a conocer, profundizar en su pensamiento y abrir caminos para que otros ⎼mejor preparados que el autor⎼ prosigan la senda que inició.

Como él mismo dijo de su maestro Ortega y Gasset, su pensamiento es a modo de una melodía inacabada, abierta a los discípulos, que no pueden ⎼que no podemos⎼ dejar aquellos compases abandonados en las estanterías de un museo de historia.


Para saber más sobre el libro: Sinopsis, índice y cómo hacer un pedido.

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