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La Falange en la novela
Siguiendo la estela de Mainer y ampliando el tema, mencionaré la extensa relación entre la Falange y la literatura hasta el momento presente.

La Falange en la novela
En 1971 se publicó el libro de Juan Carlos Mainer, Falange y literatura (recientemente revisada y ampliada) abriendo nuevos caminos sobre el tema como La corte literaria de José Antonio. La primera generación cultural de Falange, de Mónica y Pablo Carbajosa, Vanguardistas de camisa azul de Mitchit Albert, Fascismo y literatura de Rodríguez Puértolas, Las armas y las letras, de Andrés Trapiello, Novelistas jóvenes y panorama editorial en la década de los cuarenta de José María Martínez Cachero y Los años de Madridgrado, de Fernando Castillo.
En la obra de Mainer lo muy destacable de las notas críticas es cómo logra que el lector emprenda un viaje desde los orígenes del falangismo histórico español hasta su culminación. Y enumera y desarrolla lo que bien podría ser la retórica literaria falangista, el prontuario y la terminología. Desde la revelación de un destino casi místico y, por supuesto, guerrero, que contagia a los jóvenes, díscolos con la situación española, hasta el temor de la amenaza comunista, tras la Revolución bolchevique, que asustara al conjunto de clases medias, de manera especial a las clases medias bajas, que, en el siglo de las masas, integrarán los diversos movimientos europeos de este signo.
Al mismo tiempo, se apunta la coincidencia, desde la perspectiva del arte y la literatura, con la irrupción de las vanguardias históricas. Señala Mainer los antecedentes que constituyen una suerte de programa político e intelectual: la parte que toman de los autores del 98 como muy bien ha estudiado Pedro Lain Entralgo (sobre todo En torno al casticismo y La vida de don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno, la Castilla de Azorín y Memorias de un hombre de acción de Baroja); del noucentisme trasladado a Madrid de Eugenio d’Ors; de unos heroicos hechos del Cid de Menézdez Pidal y sobre todo obras como La rebelión de las masas o la España invertebrada de José Ortega y Gasset.
A Giménez Caballero, en una de sus visitas, Ortega, le acompañó hasta la puerta, le golpeó suavemente en la espalda y le dijo:
«Giménez, ya no hace falta que venga a verme, ya veo que puede usted pensar por sí solo».
En esto, la selección de textos es impecable, porque consigue provocar en el lector el sentimiento de época, la temperatura política e intelectual que se vivía, el pulso literario y el clima emocional. Espléndida, no ya reedición, sino reelaboración concienzuda, trabada y ejemplarmente escrita.
Siguiendo la estela de Mainer y ampliando el tema, mencionaré la extensa relación entre la Falange y la literatura hasta el momento presente.
Las novelas de escritores falangistas y donde el protagonismo está centrado en militantes de la Falange, son Madrid de corte a checa, de Agustín de Foxá; Eugenio o proclamación de la primavera, Plaza del Castillo y la Fiel infantería de Rafael García Serrano; Checas de Madrid de Tomás Borrás; Frente de Madrid, de Edgar Neville; Leoncio Pancorbo, de José María Alfaro, Camisa azul, de Ximénez de Sandoval; Monte de Sancha de Mercedes Fórmica o Retaguardia, de Concha Espina.
Entre las novelas que fueron escritas por falangistas, aunque el tema de ellas no sea la Falange, tenemos Pequeñas memorias de Tarín, de Rafael Sánchez Mazas, La ventana daba al río, de García Serrano; Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester, el Sello de la muerte, de Ramiro Ledesma Ramos, Cuerda de presos, de Tomás Salvador, o Cristina Guzman, profesora de idiomas, de Carmen de Icaza.
Por último, señalaré algunas novelas donde aparecen, como protagonistas, militantes falangistas, como serían los casos de Manolo de Francisco de Cossío, Leyenda del César visionario, de Francisco Umbral; Riña de Gatos, de Eduardo de Mendoza; Falcó de Pérez Reverte; Muertes paralelas de Sánchez Dragó; Soldados de Salamina y El monarca en las sombras, de Javier Cercas; Los cipreses creen en Dios, Un millón de muertos o Los hombres también lloran, de José María Gironella; En el día de hoy, de Jesús Torbado o El corazón helado, de Almudena Grandes.
Dado que el tema es la Falange, bueno sería preguntarse ¿a qué nos referimos?
Desde mi punto de vista, el falangismo se diferenciaba del fascismo italiano en cuanto a su identidad básicamente católica (aunque políticamente anticlerical), pues esta característica resultaba fundamental para el falangismo y no era sino marginal para el fascismo (aun cuando se subrayara en la polémica de 1933-1934 entre fascistas y nacionalsociolistas). El concepto falangista del “hombre nuevo” incorporó, así, casi todas las cualidades del héroe católico tradicional y la fusionó con otro del siglo XX. José Antonio Primo de Rivera fue siempre un personaje ambivalente, un espíritu notablemente poco sectario. Existen abundantes testimonios de que pensó abandonar el proyecto en varias ocasiones, pero no podía eludir el compromiso que le fue impuesto por la muerte y los sacrificios de otros miembros del movimiento. Dejó de emplear el término fascista antes de 1934, y el término totalitario antes de 1935.
En cuanto a los estudios sobre la Falange, se puede afirmar, todavía hoy, la poca cuantía de trabajos de síntesis adecuados. El texto pionero de Payne, Falange. Historia del fascismo español, importantísimo en su momento, no puede hoy resultar satisfactorio, como tampoco la excesiva concisión de la Historia de la Falange de Álvarez Puga. Quedaba como única obra de conjunto, la realizada por Sheellag Ellwood, Prietas las filas, que adolece de apreciaciones evidentes de animadversión, de falta de profundización en secciones de la FET y de algo tan fundamental como la utilización de fuentes documentales primarias. Para Ellwood, la Falange es un todo que abarca desde los prolegómenos de las JONS en el año 31 hasta la época testimonial y nostálgica del 83. Divide su trabajo en tres bloques que titula La Falange creada, La Falange realizada y La Falange idealizada.
Una interesante aportación fue la realizada por Ricardo Chueca desde un enfoque metodológico muy distinto. El recorrido histórico varía mucho porque la amplitud de Ellwood queda reducida en Chueca al primero. Tanto para Chueca como para Payne el desarrollo temporal de la Falange se acoplaba con el de los fascismos, pasando luego a ser un elemento residual. Sin embargo, para Ellwood el apartamiento del falangismo por la historia no impidió durante todo el régimen la presencia de los mismos al lado del General, estando presentes en los momentos cumbres del régimen y prestando eficaz colaboración para su perpetuación. Tanto Payne como Ellwod utilizaron ampliamente las entrevistas. Algunos de los entrevistados por Payne ya no vivían cuando Ellwod realizó su trabajo y en cuanto a la filiación de los entrevistados, salvando a Joaquim von Knobloch y a Abad de Santillán, todos los demás encuestados pertenecieron a los mundos de la Falange. Englobando a la Falange en la galaxia de la extrema derecha, José Luis Rodríguez hace un recorrido que, si no profundo por la amplitud de formaciones y por el espacio temporal abarcado, supone una buena síntesis en donde además de lo ya conocido, introduce elementos novedosos en la historia de la Falange. El libro de Stanley G. Payne (Franco y José Antonio) constituye una aportación rigurosa por más que algunas apreciaciones o algunos recursos historiográficos utilizados puedan ser muy discutibles.
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Publicada por El Mástil en Jueves, 6 de julio de 2023 |
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