JOSÉ ANTONIO

Investigar sobre José Antonio

Creer que el pensamiento de José Antonio se reduce a lo que el poder de aquella época quiso imponer y/o a lo que dentro de determinados círculos, en su consecuencia, pueda esgrimirse, no es una actitud científica.


Publicado en Gaceta de la FJA, núm. 343, de abril de 2021. Ver portada de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.​

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Investigar sobre José Antonio

Un horizonte apasionante: investigar sobre José Antonio.


Gracias a la labor de muchos camaradas con sus escritos y publicaciones podemos acceder a una rica información y formación, válida y fiable, sobre José Antonio. Así ocurre y/o ha ocurrido, entre otros, con la Fundación José Antonio o con la Plataforma 2003, respectivamente.

Son un intento real y encomiable de investigación sobre la figura y el pensamiento de José Antonio. Investigación exenta de cualquier prejuicio, en el sentido etimológico del sustantivo (pre-juicio) ideológico. Y, sinceramente, se agradece. ¿Por qué se agradece?

Porque en su ánimo investigador no se vislumbra una labor precientífica de alabanza sentimental y estéril de José Antonio, sino que lo que se lee, literalmente o entre líneas, es una actitud académica honesta que pretende acercarse a la realidad en tanto que verdad, sin pretender abarcarla toda porque, en este caso, no tendría sentido continuar con la investigación.

Por otro lado, estas investigaciones no se darían, o no se darían igual, si no se hubiera ejecutado a José Antonio y si durante cuarenta años se hubiera respetado su derecho a la intimidad, es decir, le hubieran dejado en paz (a él y a su pensamiento).

José Antonio murió muy joven, a los 33 años. Fue ejecutado el 20 de noviembre de 1936. Después, como hemos dicho, su pensamiento fue utilizado y manipulado torticeramente. Su pensamiento, por tanto y lamentablemente, quebró luctuosamente en plena evolución.

Y esa evolución, si se quiere conocer, lejos de pretender resultados y conclusiones fáciles y con falta de seria y científica argumentación, exige, en su contra, un mayor rigor metodológico en la investigación con el ánimo de acercarse a la realidad. Es que en eso consiste la investigación científica: en la búsqueda de la verdad. Esa es su finalidad.

Y está bien. Porque la amplitud y profundidad del pensamiento de José Antonio excede de cualquier reduccionismo.

Creer que el pensamiento de José Antonio se reduce a lo que el poder de aquella época quiso imponer y/o a lo que dentro de determinados círculos, en su consecuencia, pueda esgrimirse, no es una actitud científica. La ciencia tiene que ver con la realidad. Y la realidad, como decía Zubiri, está puesta, se nos impone. Es imponente. Y, desde luego, es más compleja y rica que un simple punto de vista, sea cual sea. Todo lo cual hace más motivante y más ilusionante su estudio, en consonancia con Weber.

Hacemos bien, pues, en investigar sobre José Antonio, porque queda mucho por decir. Y ese horizonte ilusiona.




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