RASGOS DE NUESTRO ESTILO.

Es mi coraza la fe que me entregaron.

Todos hemos sido receptores en nuestras vivencias juveniles y hemos de ser transmisores, pese a quien pese, para que otras generaciones dispongan de esa coraza cada vez más necesaria.

Publicado en el núm. 220 de 'Trocha', de diciembre de 2020. Editado por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de Trocha.

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Es mi coraza la fe que me entregaron.

Es mi coraza la fe que me entregaron


Todos nos acordamos de la canción que repetía el viejo refrán de que al que madruga Dios le ayuda, en este caso, a aquellos arqueros que fuimos; la canción, en símiles quijotescos, hablaba del castillo (la tienda), de Rocinante (el viento del pinar), de la Tizona (la letra de mi estilo), de Dulcinea (el alba sobre el mar), de una lanza (ley de amor), de un santo y seña (el Vale quien sirve) y de la coraza para defendernos y atacar: la FE que me entregaron.

También lo repetía una vieja consigna: Eres un eslabón de la cadena, que estaba formada por las diversas generaciones enamoradas de esa Fe, las que las recibieron, la hicieron crecer y adaptar a sus tiempos respectivos, y la transmitieron a la generación siguiente, Pues bien, todos hemos sido receptores en nuestras vivencias juveniles y hemos de ser transmisores, pese a quien pese, para que otras generaciones dispongan de esa coraza cada vez más necesaria.

Ni la edad ni las circunstancias de la vida son excusas para dejar perder esa fe legada; eso sí, nuestras percepciones se habrá modificado, por lógica, en lo puramente accidental, pero no en lo sustancial, en lo que permanece sobre las generaciones porque es intemporal y eterno.

Malo sería que confundiéramos lo uno con lo otro, lo superfluo con lo importante, o que nos lo quisieran colar de rondón con cantos de sirena; y peor todavía si abjurásemos de esa fe por sumisión a un ambiente hostil o indiferente.

Nuevos arqueros, con todos los años y todos los achaques que queramos, debemos mantener tensos nuestros arcos, para lanzar esas flechas que representan los valores de la fe heredada. Cada día es una nueva oportunidad para hacerlo, no solo para recordar nostálgicamente la canción.

Nos impele el imperativo poético, que es norma de estilo y que sigue siendo Promesa.

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