EDITORIAL

Un hombre del 'Sistema'

Sánchez es un hombre del Sistema. ¿Y qué es el Sistema? No es una forma de régimen determinado, ni una manera de gobernar en una especial coyuntura histórica...

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Las figuras corresponden al cuadro 'El sueño americano' de Salvador Dalí.
Un hombre del 'Sistema'

Un hombre del Sistema


Los medios periodísticos de la derecha se hacen cruces ante las contradicciones y el rumbo errático –¡tan evidentes!– del presidente del Gobierno español. Por una parte, se acaba de mostrar ferviente atlantista, cliente de la empresa armamentística de Biden, obediente a la instrucción de ampliar el presupuesto de Defensa (recodemos que hubo un tiempo en que proponía eliminarlo como ministerio), feroz debelador de Putin como encarnación del mal, fiel defensor de la libertad y de la democracia…, y, por la otra, compartiendo Consejo de Ministros con Podemos, dialogante con los separatistas, blanqueador de terroristas y aspirante a controlarlo todo (Poder Judicial, prensa, empresas informáticas, etc.).

La explicación es sencilla. Sánchez es un hombre del Sistema. ¿Y qué es el Sistema? No es una forma de régimen determinado, ni una manera de gobernar en una especial coyuntura histórica. El Sistema es la falsa democracia, la meramente formalista, esa que se exhibe como latiguillo dialéctico en cada ocasión; es una gigantesca estructura económica global, que tiende a conformarse como el fin de la historia para pueblos y naciones; es una Ideología dogmática (llamada pensamiento único), que abre sus frentes de acción por doquier y pretende, incluso, modificar la naturaleza humana con el fin de hacerla más dócil (lucha de sexos de la mano del feminismo, oposición hombre-naturaleza a través del ecologismo radical, códigos de género, decantación por las minorías oprimidas en lugar de defender los intereses de los trabajadores…).

El Sistema es pluriforme en sus manifestaciones, aunque asegure un Apocalipsis (laicista, claro) si no se cumplen sus designios, anatemiza a sus adversarios en nombre de la libertad de expresión, cosifica al ser humano, degradándolo a simple pieza de la producción y del consumo; predicando la paz y, a la vez, convocando cruzadas; invasor y avasallador de naciones y defensor a ultranza de la sacrosanta independencia de otras… Moralmente, el Sistema tiene como signo de identidad el cinismo.

No es extraño que Pedro Sánchez sea ahora su hombre, capaz de pactar con el diablo, si conviene, y traicionar a quienes, ingenuamente, confiaban en su amistad.

Por lo tanto, el problema, señores de la derecha, no se centra en Pedro Sánchez, ni en el extraño gobierno Frankenstein que ha formado; ni siquiera en los nacionalismos separatistas interiores (aliados de la globalización). Sánchez será abatido de su pedestal cuando le convenga al Sistema, y en ese momento ese Sistema buscará el recambio que precise. Se trata de una sombra alargada mundial, que, ora alienta los indigenismos en América y los separatismos en Europa, ora los relega y combate en nombre de la libertad y de la democracia.

Y el problema puede estar en todos nosotros, si asumimos la mentalidad del Sistema en lo político, en lo económico, en lo ideológico, en lo moral, y en el lenguaje ⎼como decíamos en nuestro anterior editorial⎼; podemos ser cómplices del Sistema por mucho que lanzamos invectivas contra Pedro Sánchez.

Aspiremos a otro Sistema, uno que se base en la dignidad y en la libertad profunda de las personas; que respete culturas y naciones; que se sustente en el valor del trabajo y no en la especulación; que propicie, en suma, la armonía de la Creación, en lugar de empujarla, en un interesado caos, por los caminos de su tergiversación completa.

Aspiremos a que España, con nuestro esfuerzo y en el muchos españoles, sea la punta de lanza que consiga modificar las condiciones por los que surgen hombres del Sistema de forma ininterrumpida y, mediante una auténtica democracia de contenido, se auspicie a quienes, con inteligencia y valor, den la pauta de ese nuevo Sistema. Además, lo llevamos en nuestros genes históricos

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