EDITORIAL

Hoy en las aulas, mañana en una sociedad adulta

Destaquemos otro aspecto que no entra: la educación en el patriotismo, a diferencia de otras naciones de nuestro entorno cultural. Antes bien, en los territorios más radicalizados en sus respectivas visiones nacionalistas, se educa en el odio a España y a lo español.

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2021-12-18-enseñanza-1w
Hoy en las aulas, mañana en una sociedad adulta

Hoy en las aulas, mañana en una sociedad adulta


¿Cuántas leyes de educación lleva ensayadas el actual Régimen español? A ellas cabe asignar la tremenda responsabilidad del estado de nuestras aulas y, con la última, debida a la señora Celáa, de las perspectivas para un mañana próximo.

Hagamos historia: al mundo de la enseñanza se le ha venido mareando, no solo con esas leyes cambiantes, sino, desde hace décadas, con pretendidas fórmulas mágicas cuya aplicación haría felices e ilustrados a los alumnos y garantizaría el ejercicio de la función docente de loa profesores; así, sucesivamente, las teorías psicológicas del conductismo, del constructivismo o del enfoque economicista; ahora, la atención a las capacidades diversas… Todo ello transmitido en un lenguaje casi esotérico, en un jerga que desconcierta al profesor, al alumno, a las familias.

A todo ello se unen dos nuevos elementos: el igualitarismo, que siempre acaba en el desdoro de los menos favorecidos por las situaciones sociales o por las cualidades innatas, y el adoctrinamiento, que viene dado por la obligación de incluir en el currículum escolar y en las programaciones del profesor los mensajes de las Ideologías oficiales.

Políticos y asesores, presuntos pedagogos desertores del aula, teóricos que no han visto en su vida a un alumno de carne y hueso… todos ellos forman este entramado que preside las administraciones educativas, y donde no tiene cabida, por supuesto, la opinión del profesor, que es el profesional que sí entiende algo del tema.

Destaquemos otro aspecto que no entra, por supuesto en las previsiones del Ministerio ni en los Departamentos de Enseñanza de las diferentes autonomías: la educación en el patriotismo, a diferencia de otras naciones de nuestro entorno cultural. Antes bien, en los territorios más radicalizados en sus respectivas visiones nacionalistas, se educa en el odio a España y a lo español; y, en los restantes, anodinos o moderados en su localismo, se prescinde de todo aquello que lleve a los futuros ciudadanos a sentirse miembros orgullosos de una colectividad histórica y partícipes en un proyecto común nacional.

Detrás de todas estas teorías psicopedagógicas y carencias, detrás de todas estas modas o barbaridades, detrás de todos los experimentos con niños y niñas Los experimentos con gaseosa», decía Eugenio d'Ors), hallaremos, rastreando, la larga sombra de J. Jacobo Rousseau y su educación naturalista, la que promueve lo inmediato, lo espontáneo, como guía de la enseñanza. Por el contrario, decía David Lawrence que «la educación debe ser el proceso de aprendizaje mediante el cual el hombre puede librarse de la tiranía automática de lo inmediato y aprender a vivir por sí mismo».

Los joseantonianos del siglo XXI hemos dejado de utilizar aquel tópico de la revolución pendiente, que tanto sumió en la desesperanza a las anteriores generaciones, pero de lo que estamos seguros es de que quien tiene una auténtica revolución pendiente es la Enseñanza española, salvo que queramos mantener y acrecentar la mediocridad de que hoy hacen gala nuestros políticos y quienes los han elegido.

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