ARGUMENTOS

Un himno para la vida

En las estrofas que fueron improvisando los de la 'escuadra de poetas' no se contiene la menor alusión a un enemigo ni al odio, cuyos tópicos literarios son, por este orden, la novia, la muerte, los luceros o más allá, la primavera y la victoria..


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Un himno para la vida

El Diablo en la música


O diabolus in música, que decían los romanos. Me ha perecido que esta era la moraleja del artículo de Silvia Colomé (La Vanguardia, 25 de febrero), que titula La condena del ´Cara al sol´, dedicado al 75 aniversario de la muerte del maestro Juan Tellería, autor de la música del himno falangista.

A estas alturas de la película y tal como van las cosas, resulta extraordinariamente sorprendente la actualidad que tiene en la España de hoy todo lo relacionado con José Antonio Primo de Rivera (con dos libros referidos a él editados en los últimos meses), con sus planteamientos ideológicos o con la simbología que, históricamente, rodeó su paso por la política española, tan fugaz que solo duró tres años, por lo que su alternativa quedó incoada, con escaso desarrollo real y efectivo en los tiempos que sucedieron a su fusilamiento en Alicante.

No tienen la misma actualidad, por supuesto, otras figuras de su época, representantes de posiciones dispares entre sí, que han quedado como simples referencias de los libros de historia, siempre con permiso de las memorias democráticas; en concreto, Primo de Rivera ⎼no hay que decirlo⎼ sigue estando demonizado por tirios y por troyanos, y de ahí la sorpresa que puede producir su constante permanencia en publicaciones, artículos e investigaciones universitarias.

En el artículo mencionado del rotativo barcelonés se glosa, entre líneas, la melodía que compuso Juan Tellería, inicialmente como Amanecer en Zegama, y, como dice la periodista mencionada, «sin letra y sin voluntad política»​; luego, al parecer por intervención diabólica, se convirtió ⎼sigue diciendo⎼ «en el nada inocente 'Cara al sol'». Silvia Colomé repasa la vida y las vicisitudes del músico y termina concluyendo que «su gran error» fue prestar su bella composición para lo que sería el himno de la Falange, pues eso significó, de momento, su encarcelamiento y condena a muerte por el Frente Popular, de la que escapó, al parecer, por la intervención de un juez benévolo y melómano.

Como se sabe, aquel himno sobre la música de Juan Tellería, se compuso en una velada noctámbula (para actual escándalo de Yolanda Díaz, apunto) en el restaurante vasco Or-Kompón el 4 de diciembre de 1935; quienes fueron creando la letra fueron el mismo José Antonio, Luis de Bularque, D. Pedro Mourlane Michelena, Rafael Sánchez Mazas, José M.ª Alfaro, Agustín Aznar y Dionisio Ridruejo, es decir, la escuadra de poetas que formaba parte de lo que los hermanos Carbajosa denominaron «la corte literaria de José Antonio»; en la posguerra, las estrofas del himno fueron objeto de los pinceles de Carlos Sáenz de Tejada y glosadas por Agustín de Foxá.

Volviendo al artículo de la periodista citada, se nos dice que el maestro Tellería se negó a ceder los derechos de autor al Estado, lo que se puede interpretar como una gran suerte, tal como han devenido los acontecimientos posteriores; efectivamente, tal como se nos informa en el texto de La Vanguardia, el músico fue el autor de otros himnos y canciones para el Frente de Juventudes, junto a otros compositores de renombre: su hermano Félix Tellería, Guridi, Rodrigo, Turina, Del Campo, etc., cuyas obras también debían proceder de una influencia diabólica.

Juan Tellería falleció en 1949 y, efectivamente, muchas de sus obras están ahora olvidadas o inéditas, por lo que parece deducirse que no es conveniente emular a Fausto y pactar con Mefistófeles…; lo mismo ocurre con muchos pensadores, poetas, novelistas e historiadores, incapaces de sobrepasar el filtro actual de la corrección política, independientemente de la calidad de su obra.

Me vuelvo a centrar en el Cara al sol para refutar qué hubiera representado la mayor condena para Juan Tellería; tengo para mí que, históricamente, forma una trilogía revolucionaria de calidad musical junto con La Internacional y La Marsellesa, con la gran diferencia de que en las estrofas que fueron improvisando los de la escuadra de poetas no se contiene la menor alusión a un enemigo ni al odio, cuyos tópicos literarios son, por este orden, la novia, la muerte, los luceros o más allá, la primavera y la victoria. Aquí la intervención diabólica falló completamente.

Fue cantado por varias generaciones de españolitos, la mayoría de ellos sin coacción alguna a la hora de entonarlo, aunque, es forzoso y triste reconocerlo, se desvirtuase su uso en algunas ocasiones, como otros tantos elementos de la simbología histórica que rodearon a la Falange originaria.

No se ha escapado ni el propio Pedro Sánchez de referirse al himno del que nos estamos ocupando: pretendió establecer un parangón entre su belleza poética ⎼que seguro no comparte⎼ con la zafiedad de una canción llamada Zorra, que dicen que va a representar a todos los españoles en Eurovisión si Dios no lo remedia…

Hace unos meses, me sorprendieron unos chavales que salían de su instituto y que tarareaban la primera estrofa, para preguntar a sus compañeros ¿cómo sigue? No se lo dije, pero no me importa confesar que hace tiempo que no tengo ocasión de cantarlo; la última vez fue ante una sepultura en la Sacramental de San Isidro de Madrid, aunque pienso que no es un himno para la muerte, sino para la vida.


Letra y diversos audios del Cara al sol


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