Evocando a un Maeztu represaliado.

31/ENE.- El Ayuntamiento de Barcelona, no al amparo de alguna ley de memoria sino obedeciendo a la inquina partidista, ha retirado de nomenclátor la calle dedicada a Ramiro de Maeztu.


Publicado en la revistas: Desde la Puerta del Sol núm. 580 (31/ENE/2022), y Gaceta Fund. J. A. núm. 353 (FEB/2022). Ver portadas: Desde la Puerta del Sol y Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP.

Evocando a un Maeztu represaliado


El Ayuntamiento de Barcelona que preside la señora Ada (Inmaculada) Colau no cesa en el cambio de nombres de calles y plazas de la ciudad, no al amparo de alguna ley de memoria, sino obedeciendo a su antojo e inquina partidista. Ahora le ha tocado el turno a la calle Ramiro de Maeztu, que pasará a llamarse Ana María Matute.

Es larga la lista de precedentes de estos cambios y se haría interminable la relación; recordemos, por ejemplo, cuando del callejero barcelonés se borró el nombre del almirante Cervera por “fascista” (Colau dixit) o se apeó de su pedestal la estatua del marqués de Comillas por esclavista. Por supuesto, la calle Menéndez Pelayo borró este nombre muchos años antes de que la actual alcaldesa ascendiera a su cargo actual. Pero todo esto es historia.

Nos preguntamos por la última genialidad del Consistorio; dice la prensa que se celebró un acto oficial presidido por la alcaldesa y los concejales Eloi Badia y Jordi Rabassa, ambos del grupo Barcelona en comú y Rosa Alarcón, del PSC; es decir, de la misma coalición, más o menos, que la que forma el Gobierno de España.

Las razones aducidas son que el nombre de Ramiro de Maeztu procedía del nomenclátor franquista y que Ana María Matute fue una escritora de fama universal que dio a conocer Barcelona en todo el mundo, amén de que debe aumentar la presencia femenina en el callejero barcelonés.

Y nada que poner por nuestra parte a homenajear a Ana María Matute; en efecto, desde su primera novela (Los Abel, 1948), finalista del Premio Nadal, fue una figura consagrada de las letras españolas, que pronunció conferencias en toda Europa y América del Norte, escribió un sinnúmero de novelas y cuentos infantiles, recibió todos los premios habidos y por haber e, incluso, mereció el honor de que la Universidad de Boston fundara la Ana María Matute Collection. Nos permitimos dudar de que la alcaldesa y los ediles mencionados conocieran todos estos datos y que quizás alguno de ellos hubiera pasado de la lectura de Primera Memoria (de la trilogía de Los Mercaderes) y ello porque esta novela fue obligatoria en el Bachillerato hace algún tiempo…

La pregunta es por qué realmente Ramiro de Maeztu desaparece del nomenclátor barcelonés, cuando lo suyo hubiera sido honrar a la señora Matute dando su nombre a otra calle que no llevara el nombre de otro escritor. Solo se nos ocurren odios históricos y represalias póstumas.

Ramiro de Maeztu, de la generación del 98, pasó de posturas socialistas y laicas a ser un ferviente defensor de la obra de España en el mundo y del catolicismo, después de varias crisis espirituales; su hermana María dejó dicho: «No se puede hablar de conversión, porque nunca había dejado de ser católico, pero sí de una radical transformación». Su adhesión al Directorio de Primo de Rivera le enajenó cualquier simpatía, de lo que dio testimonio Gabriela Mistral: «A Ramiro de Maeztu, que es uno de los cerebros mejor organizados de la España de ahora, le ha valido su catolicismo una mala reputación de reaccionario que no merece»; años después, Eugenio Montes afirmaba: «Como obedeciendo a una consigna terminante, jamás se pronunciaba su nombre en los medios intelectuales. Era la conspiración del silencio».

Y no hace falta remontarse a aquella época; en 1997, Andrés Trapiello lo denostaba con estas palabras: «Se ve bien a las claras que Maeztu literariamente fue siempre un adoquín insensible a la literatura (…) Era un hombre nada refinado, que no entendía nada de casi nada». Tuvo que ser un norteamericano, F. Inman Fox, que en La Revista de Occidente afirmara rotundamente: «De entre los intelectuales españoles de este siglo, tal vez Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno son los únicos en haber superado en intensidad de pensamiento e influencia en las corrientes sociopolíticas a Ramiro de Maeztu».

Pero el gran pecado de Ramiro de Maeztu y la razón por la que el Ayuntamiento de Barcelona le ha borrado del recuerdo en su callejero fue su detención el 31 de julio de 1936, su encarcelamiento en la prisión de Ventas y su asesinato por los milicianos en Aravaca el 28 de julio de ese año, casualmente junto a otro Ramiro, Ledesma Ramos.

María de Maeztu, su hermana, pudo visitarle en la cárcel antes de embarcarse hacia los Estados Unidos, y, desde allí, escribió a José Pla, muy amigo de Ramiro, una carta donde decía: «Él ha sido en muchas cosas un precursor, y aunque su causa no triunfe hoy, triunfarán un día sus ideas. Tienen que triunfar. La Humanidad está siguiendo un camino que no conduce a parte alguna (…). Unos y otros han olvidado el reino del Espíritu».

En su Defensa de la Hispanidad, Ramiro de Maeztu comenzaba con estas palabras: «España es una encina medio sofocada por la yedra. La yedra es tan frondosa, y se ve la encina tan arrugada y encogida, que a ratos parece que el ser de España está en la trepadora y no en el árbol. Pero la yedra no puede sostenerse por sí misma…».

Yedra ━añadimos━ de la que forma parte el actual Ayuntamiento de Barcelona, presidido por la señora Ada Colau.



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El pensamiento de Maeztu ante el fin de siglo español

  • Publicado en el número 150 de la revista Altar Mayor, de noviembre/diciembre de 2012 Editado por Hermandad del Valle de los Caídos.
  • Autor: Moisés Simancas Tejedor, es doctor en Filosofía y Letras (Filosofía y Ciencias de la Educación), profesor de Filosofía y Ética e investigador sobre la Historia del pensamiento español.