Parcialidad histórica

5/09. Autor.- Manuel Álvarez Plaza, para El Confidencial. Título original.- Memoria histórica: Destrucción del legado y parcialidad histórica.


Leer el artículo en el sitio web original (3/09/2021)

El Consejo de Ministros ha aprobado la remisión a las Cortes Generales del Proyecto de ley de Memoria Histórica. Pronto comenzará su tramitación parlamentaria.

La civilización Occidental se construye sobre el legado de Grecia, Roma y el cristianismo. Grecia es la razón rigurosa de la democracia y Roma es un enorme imperio que pudo preservar la cohesión gracias a su incomparable “derecho”. Es por ello por lo que nuestras costumbres y tradiciones, se las debemos a civilizaciones pasadas, y estas han podido ser preservadas gracias al espíritu y al ánimo de conservar el legado y la herencia de pueblos anteriores.

¿Hubiera sido posible lograr que los distintos países de Occidente tuvieran unos rasgos identitarios, tradiciones, fronteras y hábitos con una visión de condena constante a los hechos históricos (una condena sectaria y politizada), un espíritu de manipulación, erosión de la historia y con una visión que motive crear una corriente de opinión impostora de una visión única e incuestionable de los hechos históricos, que, además amordaza al disidente?

La ley de memoria histórica que padecemos en España, surgió en el año 2007, bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y a día de hoy continúa vigente habiendo pasado también por el gobierno de Mariano Rajoy (PP).

Esta ley, condena a todo aquel que enaltezca el “franquismo” o el “golpe de Estado”; pero en cambio, existe plena impunidad para aquellos que alaben y glorifiquen la Segunda República, la cual algunos nos quieren hacer ver que fue una época revolucionaria y de batalla en conquista de nuevos derechos, (al igual que lo pretenden con los regímenes de Stalin, Marx o Zedong), cuando no fue ni más ni menos que un periodo de gran desestabilización económica y social, además de haber sido un periodo donde la libertad brillaba por su ausencia.

A mi juicio, no se debería condenar a aquellos que sientan afinidad con el periodo franquista y tampoco a aquellos que se sienten representados con el periodo que la Segunda República comprendió en España en el siglo XX, al contrario, me parece que es una condena patológica e ineficiente a generaciones pasadas, cuyos descendientes abrazaron la concordia y ahuyentaron la discordia. Creo de este modo, por dos razones, la primera porque considero que tanto en el bando republicano como en el nacional, hubo personas que querían el bien de la nación española, ambos bandos con distintas motivaciones y, en segundo lugar porque como he dicho anteriormente, la historia no debe ser censurada y vista desde una perspectiva revanchista, sino con una motivación de extracto y conservadurismo del beneficio y lección del error.

Con esto quiero decir que tanto en el periodo comprendido en la Segunda República como en el transcurso de la autocracia del general Francisco Franco existieron admirables hazañas y grandes descubrimientos que a día de hoy a todos nos gusta disfrutar. Por supuesto que también hubo errores y crueldades, pero es la conjugación de los beneficios y los errores el patrimonio común que nuestros ascendientes nos han conferido y creo por ello, que defenderlo es además de una obligación moral un honor.

Pero, adentrándonos con mayor profundidad en cual es el verdadero objetivo del anteproyecto de Ley de Memoria Democrática promulgado por el actual gobierno, podemos apreciar que además del ataque que supone al orden constitucional y a la libertad de pensamiento, pretende instaurar una especie de “verdad oficial” compuesta por el sectarismo y el asalto al libre pensamiento; está ley, es un “Ministerio de la Verdad” encubierto que te guía y te impone como debes pensar, que puedes decir, a quien puedes vanagloriar y a quien juzgar y, si decides rechazar semejante imposición serás duramente sancionado, como también podrás serlo si recuerdas algún hecho que moleste al actual gobierno, como podrá ser la quema de bibliotecas e iglesias practicada bajo la custodia del gobierno de la Segunda República.

Desde luego que semejante conclusión se asimila más con el mundo totalitario que describía George Orwell que con el el siglo XXI; es esto una gran prueba de cómo en ocasiones los pueblos retroceden en un fatídico y absurdo proyecto encubierto de reparación, progreso y evolución.

No debe quedar exenta de mención la voluntad del actual gobierno de demoler la cruz del Valle de los Caídos, la cruz más grande del mundo. La realidad es que sin duda es más fácil impulsar la cultura de la destrucción prometiendo que posteriormente se construirá algo mejor, lo cual nunca llega; pero realmente, el gran reto que tienen los gobiernos es aplicar la cultura del conservadurismo, la cual sentencia que el pasado debe ser respetado y preservado y se debe construir el presente sobre los pilares del pasado.

En este caso, entran en juego varios factores que motivan al gobierno a abolir la cruz: captar votos, ya que gran parte de su electorado ve esta abolición como un acto de “reparación” y “memoria”; el anticlericalismo que caracteriza a la extrema izquierda española, cuyos líderes sostienen que la única iglesia que ilumina es aquella que arde, por ello, cuando se lleve a cabo la abolición, se expulsará a los frailes benedictinos del Valle; el rechazo sistemático a la historia y el desprecio al legado de anteriores generaciones y por último, deleitarse sembrando el guerracivilismo que siempre deriva en discordia en la sociedad y en el espectro político.

A modo de conclusión de la cita, deseo que la historia sea divulgada en libertad a las nuevas generaciones, y que estas seamos libres de pensar como decidamos nosotros y no las élites y los gobiernos, en base a nuestras convicciones y valores.

(Espero no ser sancionado ni coartado por ningún gobierno al haber dado mi opinión a cerca de la gestión del patrimonio común, que a mi juicio hemos de conservar en calidad de legado).


(1) El Mundo de las ideologías. José R. Ayllón.
(2) Boletín Oficial del Estado.
(3) Memoria histórica. Una amenaza para la paz de Europa.
(4) Como ser conservador. Roger Scrutton.