La red.

26/01.- Es la red, son los Ertes, las subvenciones y primas, las fabulaciones y los gestos que imprimen al oxígeno que nos nutre un acerbo sabor...

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol, núm 408, de 26 de enero de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa. Recibir actualizaciones de La Razón de la Proa.​

Dicen las malas lenguas que el aplazamiento de las elecciones catalanas no ha gustado a los señores de la guerra (política, se entiende), que habían jugado la baza Illa con toda la desfachatez del mundo. Arguyen que el bote que le dan al señor filósofo estaba más que justificado, pues dónde se ha visto candidato más capaz, eficiente, simpático y comunicador que este gestor, que cada vez que aparece en la pantalla invita a pulsar el botón de la desconexión, quiero decir, cambiar de cadena, aunque ¿adónde ir, si están todas pringadas de la misma bolsa? Pues esa era la jugada, la atrevida y despampanante jugada del cerebro que ocupa el sillón del gobernante más amado de este país, más conocido por el Insomne.

Pensaba que, dada la presencia casi obligada en los hogares españoles de su amargado ministro, a través de los medios visuales, y los amables comentarios de periodistas de la cuerda, el cartel estaba asegurado; quiero decir que los rasputines de la Moncloa calculaban un subidón de votos en Cataluña como no se había visto desde los tiempos de Wifredo el Velloso (cuando no se practicaba el cuento chino de la insaculación). Todo esto en detrimento del entrado en carnes señor Iceta, que son-ríe y baila ante los micrófonos como una estrella rutilante. Ingeniería del más alto nivel para contento y circo de un pueblo domesticado, y en esas estaban.

Pero nuestros compatriotas los catalanes, lo quieran o no los que quieren destruir España, que son más listos que los ratones colorados, se han reunido en cónclave y han decidido por la mayoría que sale de las urnas (que casi nunca coincide con la verdad de la realidad) que el efecto Illa quede como un azucarillo en un cafelito hirviente, y después se han pegado una panzada de reír que no se la saltan ni los más avezados pandemiólogos de turno, que, por cierto, no se sabe de qué escuela van saliendo, pues cada día hay un rostro nuevo, sea de hombre o mujer.

Lo cierto es que para no entrar en colisión con otros supuestos (pensaban en el deshielo, los virus monclovitas, los indultos y cosas por el estilo), que lo mejor era para el bienestar público, que los gobernantes de esa región entienden es la independencia, demorar la faena casi cinco meses, que se acerca mucho al medio año, o sea lo que necesitaban para dejar los asuntos en estado de revista, judicial se sobrentiende.

Al filósofo, a su directo jefe, por lo regular escondido entre la bruma que desprende la nieve al helarse. Parece que le ha salido bien el movimiento, en vista de lo cual ya no necesitan inventarse un plan B, pues hay estamentos de la ley que mandan lo que no está en los escritos. Mientras tanto, la estrella de estos mares, el ministro/candidato va por ahí diciendo que dejará el cargo (remunerado) cuando suene el disparo de salida de la campaña. A quién puede extrañar semejante pose en el país de los mansos corderos.

No solo los socialistas transmutados en comunistas en el poder necesitan tiempo para ordenar sus estrategias sino también los demás, sobre todo la Derecha. Porque el futuro de Cataluña tiene su marchamo de crudeza, ahora hay que ver qué hacer para contrarrestar este avance del peón, y en eso trabajan. Pero ignoran que será un esfuerzo inútil.

Un despiadado gasto de energías sobre un tablero donde las piezas están marcadas, y no acertarán, por mucho corazón que pongan los opositores a dar entrada a sus propuestas, porque será una pugna aparentemente perdida, pues equivalen sus ímpetus a resistirse con coraje al sino siniestro que han ido construyendo estos gobernantes, que ya tienen a su Adolfo augurando un imperio si no para mil años al menos por mucho tiempo. Porque ahí está el nudo, que nadie sabe cortar.

Porque la cuestión no es ganar las elecciones catalanas, piensa la buena gente española, sino la liquidación de la red misteriosa de tentáculos que las izquierdas han ido diseminando bajo nuestros pies, como conductos de electricidad estática que nos calientan en estos días gélidos. Esa red no se ve, no se huele, no se siente, pero se percibe en el temblor que va dejando en el ambiente, temblor que al presentarse amalgamado con el aire que respiramos es difícil no confundirlo con bienestar, y así lo prueban los estudios que, a estas alturas, todavía presentan al llamado Partido Socialista como primero de la serie.

Es la red, son los Ertes, las subvenciones y primas, las fabulaciones y los gestos que imprimen al oxígeno que nos nutre un acerbo sabor. Es la red, que nos atrapa y maniata, sin que nada importe que la gente se muera, en buena parte por su insensible gestión. Sí, es la red.

Comentarios