El desmantelamiento

12/ABR.- El desmantelamiento es crucial. No basta ganar hay que machacar. Hay que erradicar. Malo sería que en esta necesaria tarea se contara solo con las propias fuerzas, que, aunque sean muchas son pocas.

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 610, de 11 de abril de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

El desmantelamiento

Después de la conmoción sufrida en las filas del PP, tras una serie de dudas, dimes y diretes, se ha dado solución al asunto con un congreso y nueva elección de presidente. Ya lo es, el señor Núñez Feijoó, lo cual ha significado para él tener que abandonar el cómodo sillón que le sostenía en Galicia. Pero como solía decir, «prestaba servicio a España en su modesto puesto gallego». En realidad, todos los afiliados y simpatizantes de ese partido se afanan en publicar que comienza una nueva era y en ese convencimiento están. Desde estas modestas páginas lo deseamos, todo sea por ver hecho realidad el objetivo que se han marcado. Que no es otro sino el enviar democráticamente a las cavernas oscuras de donde salieron hace ya muchos lustros al partido que hoy detenta el poder en el país. Para que nadie se despiste, ese es el PSOE, una agrupación de personas que se mueve al ritmo de una mano asfixiando las rosas.

Los signos son buenos, los sondeos ayudan y las intenciones convencen. Pero todo esto no pasa de teoría y para que la teoría se transforme en praxis es necesario utilizar los mecanismos necesarios. En el caso que nos ocupa estos giran torno a la unidad. La unidad no solo de ideas sino de procedimientos, pero sobre todo de planificación y operatividad. Ya he escrito en anterior ocasión sobre la gran necesidad que se cierne sobre los políticos de no izquierda de unirse en una gran fuerza que no deje resquicio alguno a los demás para alzar de nuevo las gracias del gobernar. La derecha está dividida, es un hecho, pero me temo que por causas no del todo bien definidas, que mucho tienen que ver con posturas personales, que, en todo caso, tienen que ser disueltas en sinceras conversaciones de despachos. Sobre todo, porque al otro lado acecha lo que ya todos los españoles conocen, cual es la ruina y el postureo de unas gentes que si ya tenían el marchamo histórico de un proceder perverso ahora lo han teñido con colores poco agraciados con la incorporación de los comunistas, el escindido partido que en los años veinte del siglo pasado operó para que tuviésemos en España lo que nadie deseaba. Pero dejemos esto aquí.

Porque el PP de los nuevos sueños aspira a gobernar España. Lo han dicho por activa y por pasiva y lo han adobado con frases que, hoy por hoy, llevan cosidos en sus pliegues los sortilegios del no saber qué va a pasar. El señor Feijoó, ya en su nuevo papel, hace unas declaraciones que no a todos convencen, pero sobre todo asustan cuando promete ayudas que no se sabe bien si están correctamente calculadas. Como se dice en mi pueblo, habrá que verlas venir, habrá que esperar, claro, pero algunos pensamos que en las esperas hay que ser cautos, sobre todo cuando se sabe de antemano que quien juega las otras cartas es especialista en la mentira y el engaño.

Está del todo bien que el nuevo PP haya resurgido de una cuando menos escabrosa situación. Todavía está mejor que entre sus fines inmediatos se proyecte la única fijación posible, echar al PSOE del poder. Raya en el éxtasis la simple observación de lo que pasa en España con estos señoritos paseándose por las páginas de los boletines oficiales, mangoneando los sueldos, riéndose de los trabajadores, haciéndose ricos sin el menor rubor, y todo, todo, todo como si aquí no pasara nada. El gran dux aparece de vez en cuando en las pantallas de su gusto y los paniaguados que reciben sus apoyos económicos dándoles portadas y más portadas, que, en combinación con el CIS engañan un día tras otro a la población desarmada. Ya que no es fácil transformarse de mansos corderos en toros de lidia, sepamos que esta vez, esta vez sí, es muy posible conseguir que la Verdad y la Vergüenza reinen en España. Y esperamos que sea por muchos años.

Pero para eso hay que ganar las elecciones. Cuando sean, que dicen serán dentro de año y medio. Da igual. Cuando sea. Para entonces la Gran Derecha tiene que estar engrasada y esa es tarea primordial que hay que acometer sin resabios ni rencores. Porque la tarea a acometer es grande. Todo el mundo sabe por qué.

Porque el PSOE no es un partido, es una organización. Estamos hasta la coronilla de escuchar en las atroces películas de la televisión, y ya también en los medios, lo que es una organización. En resumidas cuentas, se trata de unos núcleos perfectamente ensamblados, con ramificaciones de todos los estilos, que se encuentran infiltrados en todas las capas sociales, desde las cuales van dando curso a sus maquinaciones y proyectos, las más veces con los ojos tapados de quienes pueden ver, que suelen estar arriba, pero arriba del todo. A esos núcleos, qué fácilmente se les podría poner adjetivos, es muy difícil erradicarlos. Primeramente, hay que alcanzar las cotas de poder necesarias y después actuar, paso a paso, persona a persona, tarima por tarima, desmantelando el cotarro que durante tantísimos años les ha llevado construir. Y si no, a ver; ¿cómo es posible que llevando a España al lugar donde la han llevado todavía las encuestas les den votos alrededor del veinte por ciento?

El desmantelamiento es crucial. No basta ganar hay que machacar. Hay que erradicar. Malo sería que en esta necesaria tarea se contara solo con las propias fuerzas, que, aunque sean muchas son pocas. Están, como están, los compañeros de viaje esperando el tren que pasa cada cuatro años. ¡Cogedlo, aunque sea en marcha!




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