Los designios de Dios

3/JUL.- Los designios de Dios son inescrutables, por eso son absolutos. El Hombre tiende a creer que están al alcance de su mano, pero se equivoca, nos equivocamos.

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 643, de 27 de junio de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

Los designios de Dios

Los designios de Dios


Apaciguados los ánimos (es un decir), después de leer los numerosos comentarios que se han vertido acerca de las últimas elecciones, reparo la atención en una frase de doña Macarena Olona, en la cual nos dice que no sabe qué designios tiene Dios pensados para ella, mejor dicho, su futuro. En principio deja entender que no sabe si estos serán determinarla a quedarse en Madrid o dirigirla al Sur; después parece que va a hacer lo segundo. Ya veremos. Estos pasos de los políticos siempre son sorprendentes. En su caso, al menos gusta oírle decir, aunque sea tarde, que en sus esquemas mentales cuenta con Dios, una apelación que no se ha oído en ninguna parte de la campaña, y habrá que meter en este saco a las denodadas fuerzas de la izquierda. Una comunidad de bienes e intereses en la que, de vez en cuando, florea por aquí o por acullá alguien menesteroso de Él.

Que son las que han perdido. Sin paliativos. Incluso la señora Olona, que ha ganado, no tuvo que lamentar más que cierto retraso en las expectativas, pero no perdió. Esto ha sido tremendo, pues ha desarbolado del todo al rojerío, incluyendo a los separatistas de turno. De ahí a forjar leyendas no hay más que un paso, que la derecha ya se está ocupando de evitarlos pidiendo contención, ya que lo peor que puede pasarles ahora son los cánticos triunfales. Y no estamos para esas bromas. Si dentro de poco vamos a repetir elecciones, será mejor tomar notas y no caer en errores, al menos los mismos. La señora Olona se ha buscado el mejor aliado para la ocasión, Dios. A mi modesto entender debería haber acudido antes a los altares y rezarle un Padrenuestro y tal vez hubiese sido escuchada. Pero no lo hizo a tiempo. Ahora...

Ahora, con las lamentaciones edulcoradas sobre la mesa, deberá meditar en qué ha fallado para que su estrategia se haya venido abajo. El efecto Olona escribí el otro día, no ha salido bien. Pero yo no soy el candidato, así que me salvo. Me limito a examinar las cosas. Por ejemplo, el repique de campanas interior que debe de haber sentido cuando le propusieron bajar a las costas sureñas estos días de calor asfixiante. Debe de ser una sensación inmensamente gratificante tener la oportunidad de decir que sí al mismo tiempo que bañarse en el agua salada de las playas con las prometedoras salvas de la multitud. Es lo que le pasó al eximio Rivera acabadito de ganar en Cataluña sus pulsos, que de nada sirvieron; antes, al contrario, Madrid fue su tumba política. Madrid es la batidora de sueños para toda España, pero solo unos pocos saben darle al botón del éxito, los que viven en las profundidades del Madrid de las Vistillas. Y desde la inversa, de Madrid se sale un día, pero ¡qué trabajito cuesta volver! A la admirable señora Olona no le bastó el huevo frito de su as para regarlo con el Ribeiro de unas copas que, en la semisombra, sabían a lo que jugaban. De las espadas y los bastos mejor no hablar, que por ahí andan, mirándose de reojo a ver qué pasa. Solo hay que ver uno de los telediarios para darse cuenta de lo feos que están vistos de frente.

Pero lo peor del caso ha sido la amenaza. Creo que doña Macarena no supo contrarrestar el modo tranquilo del candidato del PP con su sucinta amenaza de «un solo voto, una sola abstención que se nos reclame, y ese partido no gobernará». Así, no. Por supuesto que no le ha llegado su hora. Por supuesto que después de los dos hierbas hay que echarle muchas más, pero eso lleva su tiempo. ¿Sabe cuánto ha tenido que esperar Le Pen para alcanzar algo que merezca la pena? La política es el arte de la espera, la virtud de la paciencia, salvo cuando se pierden los estribos, quiero decir se va la fuerza por la boca. Mejor le hubiera ido a la candidata de Vox no amenazar ni con plastilina; luego, con los papeles en la mano, hacer. No hay mejor amenaza que la que dice aquí estoy, y ahora ¿qué?

Los designios de Dios son inescrutables, por eso son absolutos. El Hombre tiende a creer que están al alcance de su mano, pero se equivoca, nos equivocamos. Porque todo en nosotros es relativo y contingente. Bueno todo no, solo hay dos cosas ciertas en nuestro taller de reparaciones; una, que nos hicieron nacer; otra que tendremos que morir. Esas son nuestras certidumbres. Todo lo demás es verdura de las eras, como escribió nuestro gran poeta Jorge Manrique.




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