¡Subir y bajar!

21/MAR.- Con plena tranquilidad podemos asegurar que el sube y baja es algo muy frecuente, y que se lleva mucho en los países que andan a la gresca los partidos por culpa o influencia de las ideas, las variantes políticas que en los mismos se practican, las tendencias religiosas...


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 731 (21/MAR/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

¡Subir y bajar!

Mi hija menor, a quien se le ha pegado el placer de la montaña, en una ocasión invitó a una compañera de Facultad a que hiciera el recorrido que ella iba a realizar por alguna de las zonas rocosas cercanas a Madrid, y esa amiga, sin ambages de ningún tipo la soltó con toda cachaza: «que para qué iba ella a subir a un monte si después lo tenía que bajar». Y, naturalmente, la amiga se quedó en Madrid porque prefería ver una película a disfrutar de la naturaleza mientras mi hija anduvo por los senderos de la sierra madrileña.

Algo de eso podemos decir respecto a la política de España. Y digo de España y no del mundo entero porque no tengo ni pajolera idea de cómo funcionan en otros países, aunque cabe sospechar que, más o menos, algo parecido debe ocurrir a juzgar por lo que podemos leer cada día en la prensa.

Y es que, sin duda, ese tejemaneje depende del contubernio de los partidos políticos desde que existen; por más que tampoco dejaba de ocurrir en tiempos pasados con los encuentros que tenían los gentiles por arrebatar unas tierras a los vecinos, o los reyes que no tenían ningún empacho en mandar al otro mundo incluso a un hermano si eso le daba el poder.

Por lo tanto, con plena tranquilidad podemos asegurar que el sube y baja es algo muy frecuente, y que se lleva mucho en los países que andan a la gresca los partidos por culpa o influencia de las ideas, las variantes políticas que en los mismos se practican, las tendencias religiosas, la semejanza de sangre o simplemente la ambición de determinadas personas a las que priva la intención de conseguir hacerse con el poder.

A poco que echemos una lectura a la historia, ésta nos ofrecerá ejemplos suficientes para empaparnos de cómo ha ido cambiando por efecto de esos impulsos interesados. Monarquías, revoluciones más o menos confusas, dictaduras, democracias de muy distinto significado, influencias de tendencias de otros países, guerras para liberarnos de invasiones o porque nos asedian, deseos de controlar más de lo debido,... Total un sube y baja como si ascendieras al pico de Peñalara por la mañana y descendieras después de haberte tomado el bocata.

Y así andamos por estos andurriales. Que si la primera república –por no irnos más lejos–, que si de nuevo la monarquía, que si una dictadura con corona, que si luego la corona se disocia de la dictadura, que si los reyes emigran, que montamos a toda prisa una república, que si esa república es incapaz de organizarse debidamente por la proliferación de ideas e intereses, que si tiene lugar un levantamiento que termina fallado, que si la república quiere irse por los caminos orientados por los seguidores de Marx y otros zánganos, que si un levantamiento y una guerra sumamente dolorosa, que si un estado totalitario, que si lo hereda una democracia con corona, que si no sabemos ahora a donde ir. Es decir, llevamos un continuo cambiar, como si hiciéramos una marcha por la montaña subiendo y bajando picos, todos distintos pero al mismo tiempo todos parecidos.

Y en estos momentos nos encontramos en una situación harto compleja: algo así como una monarquía dirigida por una dictadura con la intención de cambiar todas las estructuras así como la mentalidad y las costumbres de los ciudadanos, rompiendo los orígenes del cristianismo que rigieron durante siglos para implantar un comunismo aparentemente descafeinado pero pletórico de todas las nuevas metodologías desarrolladas por la modernidad del progreso.

Personalmente, yo gozo subiendo al Aneto en un día soleado con el fin de disfrutar del viento limpio aunque luego, sorpresivamente, me vea obligado a bajar a todo pistón por desencadenarse una nevada insoportable. Ahora aquí, en España, estamos descendiendo a toda velocidad, sin controlar el camino por donde vamos buscando la buena vereda en la que haya desaparecido la nieve molesta y dañina. Pero, como somos unos patosos incapaces de saber cómo funcionan las cosas, incluso la nieve, en cuanto hemos dado unos pasos se nos viene encima un alud insoportable, difícil de contener. Y ahí estamos medio hundidos en la nieve, buscando los skies o los campones, el piolet o lo que nos acompañara en el paseo. El salvamento siempre lo fiamos en que vendrán en nuestra búsqueda los miembros de la Guardia Civil que son profesionales del tema y están hechos al servicio y sacrificio. Todavía confiamos en ellos.




La Razón de la Proa (LRP) no se hace responsable de las opiniones publicadas, son los autores firmantes los únicos que deben responder de las mismas. LRP tampoco tiene por qué compartir en su totalidad el criterio de los colaboradores. Todos los artículos publicados en LRP se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.
Recibir el boletín de LRP