No resulta fácil comprenderlo

21/09.- Evidentemente hay que ser más listo que un servidor para comprender todo el complejo que es preciso manejar para llegar a buen fin buscando el precio del MWh.

Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 501, de 20 de septiembre de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP.​

No resulta fácil comprenderlo

Evidentemente hay que ser más listo que un servidor para comprender todo el complejo que es preciso manejar para llegar a buen fin buscando el precio del MWh, –MWh que confunde más todavía la mente del indocumentado que a lo más que ha llegado es a conocer los watios, con W o con V, que tanto da, que consume su bombilla o aparato eléctrico– y por ende saber por qué el precio de la luz que en estos momentos estoy utilizando tiene un precio superior al de hace ocho meses, o incluso al de ayer, pues valor, lo que se dice valor, tiene el mismo de entonces ya que me presta idéntico servicio.

¿Que es preciso hacer un montón de operaciones matemáticas –incluso alguna algebraica– para saber a qué precio me tienen que facturar cada minuto de tener encendida mi lámpara de mesa? Pues quizá. Pero más o menos serán los mismos que cuando nos facturaban a precio cuatro veces inferior al de ahora. Y con el precio de antes ganaban su pasta, pues ni cotizaban bajo en bolsa ni dejaban de percibir sus beneficios los inversores.

Digo yo, que aquí deben funcionan algunos acertijos no aptos para indocumentados. Según la Ley 54/1997, impulsada por la Unión Europea, se liberó el sector eléctrico pensando que ello produciría, gracias a la competencia, una mayor eficiencia y una disminución de costes para todos los usuarios, así como asegurar la calidad del aire en España por mor del uso de las energías renovables. ¡Pues sí que acertaron! Tendríamos que salir a la calle, en una de esas manifestaciones tan nutridas que hacen los partidos izquierdistas, a pedir, al menos, que nos lo expliquen. Cosa que, por los acertijos, pocos se atreven a justificar de forma que nos convenza. Porque, a simple vista, desde la óptica del que paga cada watio más parece un chanchullo especulativo de quienes manejan la Bolsa, que otra cosa.

Como es de rigor, el Gobierno, que durante este tiempo de subidas diarias constantes, no ha sabido decir nada serio al respecto. Ahora, por medio de su oráculo más notorio, el presidente del mismo, ha lanzado una de sus acostumbradas soflamas anunciado la limitación de la revisión de los precios de la tarifa regulada, lo que no pasa de ser otra cosa que una cortina de humo, ya que la diferencia se recuperará en las próximas revisiones a partir del mes de marzo, como asegura Andrés Dulanto, director ejecutivo de Bracken IR, que de todas estas cosas sabe cantidad.

Lo cierto es que tendríamos que haber clamado ¡madrecita, déjanos como estamos! –que nos recuerda el añejo refrán–, cuando nos anunciaron las ventajas que íbamos a tener con las tarifas horarias, ya que es para peor cada vez que hacen algo estos muchachos (y muchachas) que nos gobiernan.

Cosa parecida es la subida de 15 euros del salario mínimo interprofesional (SMI) desde el mes de septiembre, es decir, hasta con carácter retroactivo. Estamos convencidos que al ritmo que van las subida de los precios de «la compra», incluso esto es poco. Pero para estas aventuras hay que tener en cuenta a todos los elementos que la hacen posible, incluso a los empresarios que han de apechugar con el pago, cosa que no se ha tenido en cuenta en la presente ocasión. Si atendemos al citado Andrés Dulanto, según un estudio de Randstad Research en colaboración con Cepyme, la subida del SMI a 1.000 euros en 2022 destruiría entre 60.000 y 130.000 empleos hasta 2023. ¿Compensa tan magro incremento, o es preferible esperar más adelante cuando se haya salido de la pandemia, los mercados estén estabilizados, y haya disminuido el tremendo paro que atosiga a España?

Hoy nos hemos atrevido a traer un botijo modernista, de Olot, Gerona, pensando que nuestros gobernantes andan un tantico con la cabeza perdida, como la cortesana que se nos muestra en el barro cocido, que, creemos, no está convencida de que el contenido del recipiente pueda ser bebido sin apuros, con la misma tranquilidad que de un clásico botijo de La Mancha.

En estos casos habría que atenerse a la frase que nos dejó Eugenio d'Ors de que «los experimentos, ni con gaseosa». Ni aunque los promocione la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz Pérez, comunista ella, como es el caso, pues cree que todo el monte es orégano, refrán que nos recuerda que no siempre hay que actuar con alegría, pues conviene tener en cuenta los contratiempos que puedan existir y las dificultades que siempre preexisten en el camino

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