¿Y quién se preocupa de los españoles de Cataluña?

17/FEB.- Lo que realmente nos preocupa es la angustia de nuestros queridos compatriotas catalanes de pura cepa que tienen a España entera por su patria, así como todo el enjambre de españoles que un día decidieron trasladar sus bártulos a aquellas tierras para rehacer su vida...


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 722 (17/FEB/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

¿Y quién se preocupa de los españoles de Cataluña?

Aunque da la impresión de que estamos en una fecha en la que no tienen pastel que cortar nuestros queridos compatriotas catalanes, pues no todos participan con las mismas fuerzas en la cofradía de los anhelosos de montar su mini país con gobernanza de república en la que manden los caciques de siempre; a pesar de que con ello tengan la galanía de repartirse las instituciones al estilo de la edad media, incluso contando con el apoyo de la iglesia local, y manteniendo una gleba que, con chulería o violencia, los rinda pleitesía, lo cierto es que también por aquellos territorios andan los catalanes amantes de su tierra española, por más que apenas les permitan abrir la boca, no tienen oportunidad para ello y, por ende, no pintan nada en las decisiones de lo que no es otra cosa que una comunidad autónoma; todo ello dando lugar a que se produzca una emigración distinta a la que tuvo lugar en los buenos tiempos, cuando Cataluña se iba haciendo grande y españoles de todos los rincones concurrían allí en busca de trabajo, ahora, cada día, alguna familia hace el petate y se marcha a la tierra de sus ancestros o a otro lugar del país en el que son bien recibidos, cosa que también hacen no pocas empresas que trasladan sus domicilios sociales, o incluso toda su parte productiva, a tierras en las que son acogidos con los brazos abiertos, hecho que se produce como reacción a la angustia de verse sojuzgados, encogidos, pisoteados... por el solo hecho de no hablar español y encontrar dificultades para su desarrollo, pues no pueden progresar bajo la presión de tener de tragar las ruedas de molino que constantemente están intentando imponerles los caciques soñadores de la república catalana.

Este desasosiego es arma negativa de cada día para los compatriotas nacidos en Cataluña que tienen como suyas tanto las tierras de los payeses y los poemas de Verdaguer como toda la península ibérica que ocupa España. Patriotas que se ven privados de la libertad reconocida en la Constitución española, sin estar amparados por la legislación de la misma, ya que, cada día, los insurrectos, sacan a relucir el pastel de los cabecillas de la micro república, bien desde el despacho del becario que hace de presidente, o bien del vividor Junqueras, o a través de las disposiciones que promulgan restringiendo, por ejemplo, el habla española cada vez en más lugares –ultimamente en los centros infantiles–, o bien saltándose con pértiga las disposiciones del TSJ que marcan el paso que han de dar siguiendo las normas por las que se rige el estado español, aunque, con el silencio y la complacencia del presidente Sánchez, quien, condescendiente en beneficio propio, en aquel tentadero no terminan de elegirse los medios para que los bovinos hagan caso de los mayorales.

Como ya hemos dejado dicho, lo que realmente nos preocupa es la angustia de nuestros queridos compatriotas catalanes de pura cepa que tienen a España entera por su patria, así como todo el enjambre de españoles que un día decidieron trasladar sus bártulos a aquellas tierras para rehacer su vida. Y esta gente que ahora no se puede mover, a la que obligan a romper con los hábitos y costumbres que conforman su idiosincrasia desde el nacimiento, el apego y adhesión a lo que es España. Todo ello entendemos son razones por las cuales hemos de tomar los aparejos necesarios para hacer desaparecer las diferencias entre las tierras de España, allanando las diferencias al objeto de que todos sean unos. Y los que no estén de acuerdo, que busquen otros vientos.




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