Momentos difíciles

27/03.- El emparejamiento político entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no presentaba buenos visos. Ninguno de ellos por separado ofrece garantías sobre el futuro de España.

Publicado en el número 283 de 'Desde la Puerta del Sol', 27 de marzo de 2020.
Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.

Momentos difíciles

En diferentes ocasiones a lo largo de los meses hemos tratado de poner de manifiesto que el emparejamiento político entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no presentaba buenos visos. Ninguno de ellos por separado ofrece garantías sobre el futuro de España, y ambos dos juntos despiden un tufo insoportable: el del socialcomunismo que no pocos españoles están denunciando últimamente como uno de los peores males que le pueden caer a nuestra nación.

Ya ni disimulan el futuro por el que trabajan para España y los españoles. Sus manoseos son sumamente despreciables, sus mentiras son fácilmente deducibles, sus intenciones quedan al descubierto pues han dejado de ocultarlas e inclusos las inscriben en el Boletín Oficial del Estado. Toda esta traición a España la van describiendo sin tapujos no pocos periodistas y bastantes españoles que tienen la oportunidad de manifestarlo bien a través de la prensa bien de forma oral.

En este número de Desde la Puerta del Sol aparecen unas cuantas muestras que ilustrarán muchos más a nuestros lectores que las advertencias que hemos ido dejando caer nosotros.

Incluso con las mismas palabras que lo hemos hecho anteriormente y las mismas o parecidas calificaciones que hemos empleado.

Y, si faltaba algo, en estos lamentables días del Covid-19 nos están mostrando su incapacidad para gobernar la nación, así como la ideología perversa que los acompaña en cualquiera de los movimientos que realizan, el ansia que los empuja para ir ganando las metas que buscan aprovechando el desconcierto del país, y todo ello de forma tan mezquina que no lo puede soportar el pueblo español.

Ya está bien. Ya han llegado al límite. Ya se va pergeñando la línea que está trazando el coronavirus y que debe ser el término entre el antes y el después. Habrá que hacer lo necesario para que el después se presente con nuevos horizontes, pues, además, España despertará en una encrucijada probable-mente de las peores de su historia.

Últimamente echamos mano de la oración pidiendo al Creador no nos olvide. Quizá esta pandemia sea una réplica del célebre diluvio del tiempo de Noé.

El Señor se cansó de que los hombres quisieran ser más que el propio Dios; lo que más o menos se repitió cuando envió a su Hijo a que nos recordara cómo habíamos de ser y comportarnos; y no tiene nada de extraño que ahora nos esté dando un nuevo re-paso para que entremos en razón, recordándonos una vez más que nos creó para que fuéramos de forma distinta a como nos empeñamos en ser.

En el fondo, a pesar del error de Adán y Eva, tenemos confíanza en los seres que se han ido reproduciendo a partir de ellos, pues son más los que se protegen dentro de las normas establecidas en la creación que fuera de ellas o intentando superarlas.

Por eso, aunque por ahora no podemos echarnos a las calles a charlar con nuestros semejantes, nos asomamos a balcones, ventanas y terrazas a aplaudir a los que se están sacrificando por todos nosotros, y lo hacemos ofreciéndoles desde la distancia el agua que se puede convertir en vino y que tenemos en uno de nuestros antiguos botijos, lleno de cicatrices, pero en la seguridad de que el vino, que mejora en viejos odres, también lo puede hacer en viejos botijos.


Comentarios