El espionaje

25/ABR.- ¿Quiénes son los espías? ¿A quién espían esos agentes dependientes de algún estamento o en qué sentido ejercen para el que más pague?

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 616, de 25 de abril de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

¡Qué emocionante! ¡Además de en las películas que tanto gustan en estos momentos, tenemos espionaje a pie de calle! ¿Quiénes son los espías? ¿A quién espían esos agentes dependientes de algún estamento o en qué sentido ejercen para el que más pague? ¿Es cosa de políticos para machacar a los opuestos como complemento de las puyas que continuamente se cruzan? ¿Acaso es el propio Estado el que siente preocupación por la gente que se mueve por la calle pero también por los ministerios, dado que no son de fiar todos los titulares de cartera o carpetilla si tenemos en cuenta lo que les oímos decir en mítines, discursos, o entrevistas en la tele? ¿O acaso es porque los reptiles que se mueven por determinadas comunidades autónomas tratan de socavar los cimientos del Estado para partirlo en cachitos con el fin de que prosperen los reyezuelos y renazcan los caciques que en tiempos hubo y ansían resucitar?

Sin duda la cosa es compleja y, según el convencimiento de un servidor, no está mal que, ya que a la población normal y corriente, que no se mete en más líos que aquellos con los que se encuentra, se ve perseguida e incluso encarcelada por hechos como el andar paseando con una pancarta por delante de un abortorio, o cosas parecidas, también sean ojeados por los espías profesionales el resto de pobladores de la nación, incluidos el presidente del Gobierno si hace abuso de los Falcon y otras bagatelas.

Porque, digamos sin algarabías, que los que se asientan en la política del Estado pueden ser los más dañinos toda vez que atentan contra los bienes de todo el cuerpo social de la nación. A pesar de lo cual, se da el caso de que son los que se han encocorado más al salir a relucir esa práctica, hasta el punto de desafiar una vez más al resto de la nación y a las instituciones del Estado. Sobre todo el patrón que lleva los asuntos de la Comunidad catalana, que no se corta un pelo gracias al consentimiento de quién tendría que regañarle casi de continuo y castigarle de rodillas de cara a la pared después de haberle palmeado con la regla en ambas manos por quisquilloso y levantisco.

Sí, ha sido ese muchacho que ostenta la presidencia de la Comunidad de Cataluña el que se ha crispado desaforadamente, llegando a «romper» sus relaciones con el Estado que le da de comer, haciendo declaraciones gemebundas y dando lecciones tales como «Un Estado democrático no espía a la ciudadanía, no espía a un movimiento democrático, no escucha conversaciones privadas de adversarios políticos, no vulnera derechos civiles y políticos. Nos encontramos ante una auténtica operación de Estado contra representantes de instituciones democráticas», sin recordar, entre otras cosas, que él olvida poner la bandera nacional en su despacho o lugares a los que acude, no atiende las sentencias del Tribunal Supremo sobre el uso del idioma de la nación en los colegios, se niega a recibir al jefe del Estado cuando visita Cataluña y un sinfín de obligaciones más que, como súbdito del reino de España, ha de cumplir.

Y enfebrecido anuncia que presentará una denuncia a título individual ante el ataque a su intimidad y de su entorno personal. Por otro lado, el títere expresidente de la Generalitat catalana Carles Puigdemont anunció, junto al líder de ERC Oriol Junqueras, que «A nivel legal denunciaremos a varios niveles y en países europeos el espionaje masivo contra la sociedad civil, miembros del Gobierno, representantes políticos, abogados, periodistas, activistas y sus seres queridos». Casi nada.

Como decíamos, hay casos en los que se hace obligatorio el seguimiento a determinados delincuentes a los que se ha sacado de la cárcel con forceps, y a bastantes otros que merecían estar en ellas. Además de pensar que ya va siendo hora de que el Gobierno tome en serio a estos individuos y los pare los pies de una vez al tiempo que formalmente se proponga enderezar, por los medios que sugiere la Constitución, a la susodicha comunidad autónoma catalana, que tantos quebraderos de cabeza produce al resto del país, tanto dinero cuesta, y tan intricados mantiene a los españoles que conviven difícilmente en aquella querida tierra.

Sin duda en Cataluña ha estado presente la alfarería desde los tiempos primeros en que la trajeron los fenicios, y durante todo ese tiempo ha estado produciendo botijos en diferentes lugares de las provincias catalanas. Hoy traemos un ejemplar antiguo cuyo origen se sitúa en Cataluña, si bien, como es habitual, desconocemos el alfar exacto en el que fue modelado, pieza que consideramos sumamente original.




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