Dan asco

23/NOV.- A medida que vamos leyendo, viendo o escuchando, aumenta nuestro asco respecto a este personal que nos gobierna.

Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 546, de 22 de noviembre de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir notificaciones de LRP.

Dan asco


Va dar la sensación de que andamos un tantico deprimidos. ¡Qué va! Es que nos hemos levantado con la mente clara, los ojos abiertos de par en par y nos hemos puesto a fisgar cómo anda nuestra Patria en este principio de fin de año. La intención es que nos gustaría hacer algo eficiente y eficaz para que cuando prodiguemos ese tradicional deseo de «Feliz año», ya sea cuando nos despidamos de los que no veremos hasta el año próximo, ya cuando nos demos el abrazo con la copa de sidra o vinos espumosos del país tras tomar las doce uvas con la familia o los amigos, ya cuando nos topemos con los vecinos en los primeros días del año 2022. Nos gustaría ir a la Puerta del Sol, como cuando éramos mozos, a tomar las uvas viviendo en directo las campanadas del vetusto reloj, y saltar de alegría cuando baje la bola abrazando a todo el que se ponga por delante. Pero los tiempos no están para tanta alegría, la gente que intenta entrar en la Puerta del Sol es «demasié» y el comportamiento del personal no suele ser tan campechano honorable como lo era en otros tiempos.

Mas resulta que cuando teníamos tan buenos propósito se empezaron a caer por mor de la prensa, la tele, internet con las noticias del día. Y éstas no se presentaban con la buena intención que esperábamos para encarrilar estos días que median entre el encendido de las luces navideñas y el fin de año.

Como tienen que tapar sus indecencias, los políticos de casa iniciaron una nueva lanzada con temas como la memoria democrática, esa insensatez de algunos de los que se sientan en el consejo de ministros –o de todos–, ese regurgitar de las heces que mantienen dentro de sus mentes amargadas y carroñeras, con el único fin de romper la unidad de los españoles, traer a colación tiempos dolorosos, cambiar los hechos acaecidos durante esa historia pasada, y amargar la degustación que pensábamos hacer de los polvorones de Estepa o los vinos espumosos que se obtienen de los viñedos españoles –sumándose a ello la sidra–, que suelen venir acompañados de calma y paz.

Y, a medida que vamos leyendo, viendo o escuchando, aumenta nuestro asco respecto a este personal que nos gobierna. No es que olviden todo lo que deben a esos cuarenta años de dictadura franquista que tanto odian sin saber por qué pues los desconocen, es que en muchos casos los detractores son los hijos o los nietos de quienes engrandecieron el país con su trabajo y su adhesión a quien ejercía de jefe de Estado. Quien fue tan generoso como para convencer a los españoles de que había llegado el momento en el que era preciso olvidar todo el pasado degradante, dejar para los libros la historia, y abrazarse unos y otros como hermanos. Lo que entonces se hizo y ahora se quiere retorcer, como casi toda la historia, convirtiendo en buenos a los malos y en malos a los que se empeñaron en una guerra para salvar la nación y los valores conseguidos tras años de vida y no pocos encuentros con quienes intentaban andar al quite.

Da auténtico asco asistir y tener que padecer y aguantar a toda esa carroña. Porque todos viven como viven gracias al esfuerzo de esas promociones de españoles. Sin reconocerles nada de lo mucho que hicieron para que hoy se pueda vivir como se vive.

Lamentablemente nos están llevado a una situación difícil que, de alguna manera, habrá que solventar. Y si bien el movimiento lo tendrán que iniciar los atrevidos, a él se habrán de incorporar, para no perder sus privilegios, los mentecatos que se esconden esperando su momento de avivar, los traidores que han ensuciado el corpus familiar olvidando o escondiendo su contenido áureo, ensuciando su nacimiento, incorporándose a una pandilla de miserables que difícilmente pueden enarbolar una bandera limpia, pues las que utilizan están llenas de mugre, de sangre, de inmundicia.

No es buen panorama el que nos espera. La historia que se fragua en estos momentos, aunque nos duela día tras días, no figurará recogida con muchas líneas en los libros del futuro. Apenas con algún comentario negativo y quizás mordaz. Pero, mientras transcurre, es dolosa para quienes han de soportarla.

Hoy nos permitimos cambiar el tradicional botijo por una no menos tradicional «bota» de piel de cabra, elaborada con maestría en los talleres artesanos JB de Ayllón, Segovia, más propia que el botijo para lanzarse al monte.


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