Buen hacer, mantener recto el surco.

1/09.- No cabe duda de que Podemos, es decir, Pablo Iglesias, está metido en un buen lío...

Publicado en el Nº 345 de 'Desde la Puerta del Sol', de 1 de septiembre de 2020.
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Buen hacer, mantener recto el surco.

No cabe duda de que Podemos, es decir, Pablo Iglesias, está metido en un buen lío. Ha sido tan listo, que ha piruleado por muchos prados queriendo sacar provecho de todos ellos, y al final su discurrir anda un tanto desquiciado, de sobresalto en sobresalto, pues se le mezcla la alfalfa con el trigo, las lechugas con los nabos, incluso los robles con los alcornoques.

¿Solución? Decir que todo lo que de él se aduce es mentira, que la gente es perversa y lo quieren sacrificar, pues no entienden cuáles son los buenos caminos a recorrer durante la vida, ya que, naturalmente, los buenos son los que él recorre. Empeñándose, en estos momentos áureos para su existencia, en enterrar aquello de lo que ha sacado buenas rentas pero que ahora le dificultan el andar y le llevan a tropezar continuamente con los restos que ha ido sembrando pensando que no le molestarían.

Dice un proverbio chino que «Si no quieres que nadie se entere, no lo hagas». Pero él, Pablo Iglesias, no se ha moderado en sus enseñanzas a los descamisados que le seguían creyendo que cuanto les contaba era dogma de fe; ni se contuvo un pelo en sus viajes a Venezuela y a otros lugares donde tenía amigos similares con el fin de organizar con ellos la revolución marxista en la que están metidos. Todo aquello dejó rastros, produjo dinero, se benefició de ello y ahora llora porque los juzgados andan tras él para trincarle si es menester por algunas de las tropelías cometidas contra las normas de convivencia que existen en España, que él debería conocer para aplicar desde el lugar en el que se encuentra encumbrado.

¿Y qué hace Pablo para tratar de tapar sus cuidas? Atizar todas sus energías contra la monarquía borbónica y en especial contra Juan Carlos I que tampoco fue fino en ocultar sus caprichos. Y dale que te pego con el tema. Así como intentando tapar, con otros desmanes parecidos pero utilizando otros enemigos, las tropelías que ha cometido en una más bien corta ruta por la política. Porque, ciertamente, ha sido hábil y rápido en mejorar al menos su situación económica; no da la impresión de que se haya esmerado de la misma forma en la cultural y la política –salvo la que él preconiza–, pero a la económica sí ha sabido darla un vuelco. Incluso con su astucia –que no se le puede negar– ha sido capaz de conseguir lo que otros tardan muchos más años en lograr.

En esos tremoleos ha estado hábil en aprovechar la falta de fichas que ha tenido Pedro Sánchez para ganar la partida del Parlamento y el Gobierno de la nación, y Pablo le ha prestado las necesarias. Por más que no es bueno, en la mayoría de las ocasiones, echarse en manos de malandrines, como se desprende de algunos de los párrafos de las catas que Lord Chesterfield enviara a su hijo transmitiéndole enseñanzas, consejos y advertencias con el fin de espabilarle para su vida futura y que él había aprendido durante su ejercicio en la política y la diplomacia: «Después que pícaros y tontos han sellado su amistad, no hay cosa tan peligrosa como tenerlos de enemigos».

Pedro se aprovecha de los votos de Pablo, pero Pablo se sirve de esos votos para chantajear a Pedro. Y ahí andan entre si uno u otro es galgo o es podenco, sin que resulte fácil poder situar a uno o al otro en uno de los dos lebreles concretos. Es peligro tener a Pablo de enemigo como diría Lord Chesterfield si se diera hoy una vuelta por España. Porque Pablo es de los que mueren matando, no de los que mueren con honor.

Repetimos una vez más que ni somos monárquicos ni republicanos. No nos lo pide el cuerpo. Pero no cabe duda de que, contemplando los personajes que nos ha facilitado la democracia en la que estamos sumidos, al frente de la que se encuentran Pedro y Pablo en estos momentos, nos causa un cierto repelús pensar en una república en la que uno ejerciera de jefe del Estado y el otro de presidente del Gobierno. ¡Osú, qué disparate! Y si la compañía fueran los mismos mariachis de ahora, la armonía del corrido andaría por los suelos.

Por otro lado, pensamos que en algún momento habrá que hablar de cómo se nos está llenando España de inmigrantes de diferentes colores e idiomas, en cuyo asunto andan encenagados tanto Pedro como Pablo, aunque parece que por distinta cuestión mental. Pero lo cierto es que habrá que tocarlo, pues el tema lo requiere, dado que, en caso contrario, España puede ser un marasmo de idiomas, costumbres, intenciones, prácticas religiosas, etc. Si ahora nos encontramos con que el libro de Agatha Christie titulado hasta el momento como Diez negritos ha sido convertido en Eran diez para no dañar a nadie, podemos llegar a la locura si intentamos contentar a todos.

Y no conviene dejar para otro día la ilusionante idea de la ministra Celáa que recomienda a los padres que, para evitar contagios, lleven a sus hijos al colegio en bicicleta. Es una pena que, por edad de ellas, no pueda llevar también a sus hijas al colegio en el mismo artilugio.


Hoy traemos un botijo inspirado en la cerámica tradicional del siglo XVII de Baeza, de la colección de cerámica Pepa Moreno, de dicha localidad. Por estar vidriada, hemos de partir de que no refresca el agua como un botijo popular, pero sí la conserva a buena temperatura si se le dota de agua fría. Vaya lo uno por lo otro: disfrutar de una bella pieza aunque sea preciso enfriar previamente el líquido a introducir.


 

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