¡Aló, Moncloa!

27/08.- Andaba el presidente visitando, con algún retraso, los incendios de Ávila donde, según algún medio oficial, fue recibido con grandes aplausos, aunque en las imágenes que hemos visto de los actos apenas aparecen una cuadrilla de paisanos.

Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 492, de 27 de agosto de 2021. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP.​

¡Aló, Moncloa!

Aprovechando que Pedro Sánchez había sacrificado parte de sus vacaciones regresando a Madrid no se sabe con qué intenciones, quizá para enterarse de lo de Afganistán, quizá para preparar las maletas de su viajecito a Egipto y Kenia, quizá para descansar de tanto reposo, o quizá para hacer los honores en la visita que iban a realizar la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con el presidente de la Comunidad Europea Charles Michel, al campamento montado por los militares de la UME en la base de Torrejón para acomodar a los afganos en periodo de tránsito en tanto pasaban a los lugares definitivos asignados.

Pensando, pues, que estaría en La Moncloa, intentamos localizarlo por si nos podía aclarar algo respecto a los aconteceres mundiales en los que, de una u otra forma, se encuentra metida España, como es de rigor, dado que tenemos alguna tropa por tierras afganas, cosa que se mantiene un tanto en la oscuridad, así como los más de cien muertos que ha costado la permanencia en aquel lejano y misterioso país.

Mas no fue posible. No se encontraba en casa. Andaba visitando, con algún retraso, los incendios de Ávila donde, según algún medio oficial, fue recibido con grandes aplausos, aunque en las imágenes que hemos visto de los actos apenas aparecen una cuadrilla de paisanos. Custodios, de esos sí había más que números del pueblo enfebrecido. Consiguiendo la foto, eso sí, que era lo importante.

Además de todo esto, Pedro ya había hablado el sábado 21 con Joe Biden, quien, al final, se puso en contacto con él, después de haberlo hecho con treinta jefes de Estado en esta oportunidad. La llamada, suponemos, fue para comunicar al jefe de gobierno español que iban a utilizar las bases de Rota y Morón, de uso compartido, para albergar temporalmente a los evacuados de Afganistán. Llamada de última hora, pues los Estados Unidos habían dejado a España fuera de la lista de 26 países con los que reconoció su cooperación con este tema tan escabroso e insospechadamente abrupto y en cierta medida imprevisto en cuanto a la fecha señalada como límite para finalizar la operación.

Lo cierto es que no esperábamos nada especial de su respuesta, caso de conseguir hacer la pregunta, pues se habría metido en su monólogo confuso en el que mezclaría las churras con las merinas, y nos hubiera hecho un canto de todo lo bueno que ha llevado a cabo durante su permanencia en el Gobierno, pidiendo a la oposición se comportara con «sentido de estado», como lo había hecho siempre él, olvidando el comportamiento de la «moción de censura» presentada contra Rajoy de la que se valió para echar abajo el camino que llevaba España de ir enderezándose.

No esperamos nada de su actuación en este momento de inquietud mundial, en el que la ONU ha demostrado su incapacidad y la Unión Europea tampoco ha sabido lo que le correspondía hacer. Sin duda el mundo está en un momento de desequilibrio, sin saber cada uno de los estados qué lado de la balanza han de adoptar, perdiéndose en interpretaciones blandengues de humanismo ambiguo y equívoco, mientras se dejan invadir por la cerrazón de idealismos obtusos y sectarismos fanáticos.

Sentimos pasión por el Camino de Santiago. En él hay tiempo, a medida que se da un paso tras otro durante muchos kilómetros, para meditar, para pensar, para examinarse uno a sí mismo, para valorar la vida y la muerte. Por eso no nos cansamos en recomendar realizarlo. En la andadura van surgiendo todas esas dudas y cuestiones que nos planteamos día a día y nos lleva a encresparnos con nosotros mismos; probablemente, en cualquier momento, surjan los runas mediante las que seamos capaces de limpiar todos nuestros dogmas, consiguiendo hacerlos tan sencillos como un botijo.

Como el de hoy: de barro rojo de Buño (La Coruña), que ha sido trabajan por unas manos que lo trataban con amor, como aseguran los propios alfareros de la zona, acompañado de imaginación para encontrar la personalidad de cada quien (¡eh ahí la figura de este botijo!), y líneas sencillas que son las que en realidad nos conducirán a la felicidad.