EDITORIAL | OCTUBRE 2021

Apostemos por otro neologismo: 'hispanizar'.

Empecemos por hispanizar el 12 de octubre, soslayado por unos, ocultado por otros, vituperado por algunos.


Publicado en el núm. 229 de Trocha, de octubre de 2021. Editado por Veteranos OJE - Cataluña. Ver portada de Trocha en LRP. Para recibir actualizaciones de Trocha.

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Sección del cuadro "El descubrimiento de América por Cristóbal Colón" de Salvador Dalí, pintado entre 1956 y 1957. Se encuentra en el "Salvador Dali Museum" San Petersburgo, Florida.
Apostemos por otro neologismo: 'hispanizar'.

Apostemos por otro neologismo: 'hispanizar'.


Las lenguas son organismos vivos, que introducen nuevas palabras necesarias y descartan otras que han quedado anacrónicas; además de esos procesos, naturales a todas luces, las lenguas sufren la acometida de los políticos, sea por ignorancia o por intencionalidad sectaria, y, en este caso, más que de evolución lingüística, debemos hablar de manipulación; pero ese es otro tema, y más o menos todos estamos al cabo de la calle de estos procedimientos en nuestros días…

Destacamos ahora dos verbos que se repiten incansablemente y que, a lo mejor o a lo peor, algún día sentarán plaza en el diccionario de la R.A.E.: vandalizar y fidelizar. Y ambos merecen una mención oportuna cuando estamos a las puertas de celebrar el Día de la Hispanidad y de la Fiesta Nacional de España.

Vandalizar equivale a destruir, a arrasar; es lo que se viene perpetrando en lugares de la América Hispana (¡no Latina, por favor!) con los monumentos y el recuerdo de los grandes personajes de la historia; es, claro, obra de vándalos, supuestamente indigenistas o progresistas, y por inspiración y decisión más ocultas. También vandalizan aquí los separatismos insolidarios contra todo aquello que tanga que ver con la Patria común, y vandalizan los munícipes necios que quitan del nomenclátor callejero los nombres que les son ajenos; como muestra un botón: los Reyes Católicos han dejado de tener calle dedicada en esta Barcelona provinciana y vulgar…

Fidelizar equivale a acrecentar la lealtad a una idea, y, como se puede suponer, es vocablo de menor aplicación en una sociedad donde imperan la mentira, la calumnia, la descalificación, la incultura y el cambio de chaqueta.

Nosotros proponemos un nuevo neologismo: hispanizar, y con vocación de presente; en realidad, es concepto muy antiguo, pues equivale a decir la labor que llevó España a América y a Asia; es hacer hispano, y sus derivados imprescindibles son Mestizaje y Evangelización. Este es la piedra de escándalo y el objetivo de quienes vandalizan por doquier, a una y otra orilla del Océano. Hispanizar debe volver al lenguaje común como bandera: en aquellos lugares donde crece la planta insolidaria del secesionismo y en aquellos donde la incultura o la maldad derriban monumentos o vocean necedades ante los micrófonos de las cancillerías.

Y empecemos por hispanizar el 12 de octubre, soslayado por unos, ocultado por otros, vituperado por algunos. Apostemos desde ahora por este neologismo, tan acertado y querido por quienes también hemos desarrollado en nuestras mentes y corazones una fidelización a toda prueba.


Texto antológico

Ramiro de Maeztu: Defensa de la Hispanidad

«Los caballeros de la Hispanidad tendrían que forjarse su propia divisa. Las palabras mágicas están por decir. Los conceptos, en cambio, pueden darse ya por conocidos: servicio, jerarquía y hermandad (…).

Hemos de proponernos una obra de servicio. Para hacerla efectiva nos hemos de insertar en alguna organización jerárquica. Y la finalidad del servicio y de la jerarquía no ha de consistir únicamente en acrecentar el valer de algunos hombres, sino que de aumentar la caridad, la hermandad entre los humanos. El servicio es la virtud aristocrática por naturaleza (…).

La jerarquía es la condición de la eficacia, lo específico de la civilización, lo genérico de la vida, que parece aborrecer toda igualdad (…).

Disciplina y jerarquía son términos sinónimos. La jerarquía legítima es la que se funda en el servicio. Jerarquía y servicio son los lemas de toda aristocracia. Una aristocracia hispánica ha de añadir a su lema el de hermandad. Los grandes españoles fueron los paladines de la hermandad humana. Frente a los judíos, que se consideraban el pueblo elegido, frente a los pueblos nórdicos de Europa, que se juzgaban los predestinados para la salvación. San Francisco Javier estaba cierto de que podían ir al cielo los hijos de la India, y no solo los brahmanes orgullosos, sino también, y sobre todo, los parias intocables».

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