OPINIÓN | ACTUALIDAD

Poetas en acción.

Para nuestro uso, es decir para los espíritus críticos con una España que se deshilacha, ver a los nuevos poetas cantando a España en un escenario de paz, es un gol por toda la escuadra. Lo demás, ya se verá.


Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 522 (19/OCT/2021).
Ver
portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP).
Recibir actualizaciones de LRP (un envío semanal).

2021-10-19-poetas-en-accion-2w
Poetas en acción.

Poetas en acción


El otro día asistí a un acto organizado por el partido político Vox, del que deseo hablar. Llegué tarde, pues ya estaba empezado, pero me quedé hasta el final. Lo que vi no fue nada especialmente interesante como para pensar que ahí se acababa el mundo, pero sí suficiente para hacer reflexiones, algunas, sobre estas cosas. Por ejemplo, tuve la ocurrencia de comprobar que de ese acto no se hacía eco ninguna otra cadena que no fuera la del Gato. Después, al día siguiente, sí. Algo ha pasado para que las pringadas de turno, sobre todo «La Secta», hayan montado un chiringuito a toro pasado. Hay que quedar bien, pues al fin y al cabo Vox es la tercera fuerza nacional en número de votos y, por lo que se oye, ya son menos voces las que se alzan tildándolos de extrema derecha. Ahora no, algunos lo dicen, ahora es el partido que disputa al PP la bandera para relevar a los sociocomunistas, que ya conocemos y probablemente en vías de pasar al burladero, que detentan el Poder. Pero esto formaba parte de la escenografía. Había otros hilos que convenía enhebrar.

Por ejemplo, el mensaje. Por supuesto que Vox ha decidido, ya sin tiquismiquis, lanzarse a la conquista de la hegemonía. Bien saben sus dirigentes la dificultad del paso, no solo por la fuerza de la implantación del partido PP, años atrás experimentado en la gobernación del país, desde luego con el concurso de fuerzas hoy claramente antiespañolas (con sus correspondientes influencias y sinecuras, todo ello regado con sueldos suculentos), sino por la mala prensa que desde el principio le salió, desde la plaza de toros originaria. Pero han elegido el riesgo. Y el riesgo es quizá una de las más valientes reglas que existen para conseguir algo valioso. Lo que ocurra, se verá. No voy a caer en la frívola estupidez de aventurar resultados, pero sí puedo detectar algunas notas que suenan en la melodía que me han parecido salidas de instrumentos entrañables, por ejemplo, las gaitas, las cítaras, los tamboriles y las flautas. Y también las liras, por qué no. Porque todo ello, reunido y en concurso, me han traído a mi apacible salón una dulce música que no se acostumbra a ver en estos tiempos de televisión y aparatos del pulgar, quiero decir de maléfica progresía. Pero dejaré esto para momentos más vulgares.

Hoy toca, creo yo, hablar de España. Y España ha sido el monocorde ingrediente que se ha oído en IFEMA. España en sus cantes, en sus bailes, en sus tradiciones, en sus costumbres, en sus idas y venidas, en su ser, tal vez difundidas por una televisión sin recursos, pobre y mal entrenada, que no sabe enfocar ni dispone de medios adecuados y que para salir de ese infierno no para de pedir pasta a quienquiera la ve. Pero es la única, por ahora. Pues bien, en la transmisión de esos mensajes latía un sabor distinto, que, permítaseme decirlo, a mí me pareció poético. Yo entendí que al sonar una jota se me partía el corazón, porque jota era y es una cosa mía, lo mismo que una sardana o una muñeira. Y porque lo sentí de esta manera no pude retraerme y comprendí que esa gente, los de Vox y allegados, eran hombres y mujeres que desenterraban un poco, nada menos que un poco, del sabor de España, tanto tiempo sometido a la incuria y el despropósito. Pereda hubiera dicho el sabor de la tierruca. Yo no tengo necesidad de tanto. Me conformo con oír esas músicas y pensar en los poetas de mi tiempo, que son los de siempre. Pero son poetas.

Pero los de Vox tienen que pensar en los riesgos. La política es mala bruja, que acomete con su escoba cuando menos te lo esperas. Además, a los poetas se les asesina de vez en cuando, lo mismo en un cuartel de Madrid, en un barranco de Granada o en una cárcel de Alicante. Lo que pasa es que los que cometen esos crímenes acaban con la gente, pero nunca con la Poesía, que sobrenada la espuma del mal. Porque este es un oficio que lo mismo destruye que promete, ya se dijo, pero que desde el rincón que ocupamos elegimos lo segundo, que siempre apunta a un paraíso cuajado de luz.

Sí, he visto, con alguna sorpresa, que las televisiones rojas –rojas por naturaleza– han dado unos minutos de «audiencia» a la barbaridad de IFEMA, entre el sonrojante tratamiento que dan al volcán y a la epidemia, y también al atraco electromagnético del recibo de la luz, pero no hay que darle muchas vueltas: son unas pringadas, desde la uno a las seis. Para nuestro uso, es decir para los espíritus críticos con una España que se deshilacha, ver a los nuevos poetas cantando a España en un escenario de paz, es un gol por toda la escuadra. Lo demás, ya se verá.

Comentarios