OPINIÓN | ACTUALIDAD

Pocas luces

Perdóneseme el mal pensamiento pero, tras un somero estudio de situación, creo que Sánchez puede ser gafe. Reúne condiciones (...) Los gafes mueven calamidades de distinto calibre. No entro en la gestión política general del Gobierno pero el mal fario lo cubre todo, al menos ahora.


Publicado en primicia en el digital El Debate de Hoy (23/09/2021).

Recogido posteriormente por la revista Desde la Puerta del Sol núm. 505, (24/09/2021). Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP).​ Recibir actualizaciones de LRP (un envío semanal).

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Pocas luces


La cosa va así y es más contradicción que humorada. Se resume en una pregunta: ¿cómo un Gobierno con tan pocas luces va a resolver la carestía astronómica de la luz? Sánchez pidió en el Congreso la dimisión de Rajoy cuando la factura eléctrica subió un 8%; ahora ha subido un 200% y seguirá creciendo con Sánchez tan feliz en la Moncloa. El presidente esgrimió una perogrullada en comparecencia de la sesión de control del Senado que, además de figurar en el Diario de Sesiones, circula en internet: «Creo que entre todos tenemos que hacer la pedagogía de que la luz no la pagamos todos los días, la pagamos al mes». Acaso en consecuencia para bajar la factura se le ocurrieron unas medidas que no contentaron a nadie: ni a las eléctricas, ni a las nucleares, ni a las renovables, ni a expertos independientes. Sánchez prometió que pagaríamos de luz lo mismo que en 2018, pero a estas alturas de sus mentiras, ¿quién le cree? ¿Desde qué trampa nos cobraría la diferencia?

El gafe es un tipo del que la gente suele apartarse. Ha habido gafes célebres pero siempre se les ha citado con precaución y no por su nombre. Un escritor celebrado en su tiempo, miembro de la Real Academia Española, era llamado ZZ aludiendo a la letra repetida en su apellido. En un tiempo sin e-mail en el que los periódicos recogían los artículos de sus colaboradores principales por medio de motoristas, la mayoría de esos profesionales se negaban a acudir a casa del escritor por la reiteración de accidentes de tráfico durante sus recorridos. Se atribuían a su gafancia. Cuando yo era joven ese asunto, puede que más leyenda que realidad, se comentó mucho.

Perdóneseme el mal pensamiento pero, tras un somero estudio de situación, creo que Sánchez puede ser gafe. Reúne condiciones. Pensemos en la cantidad de infortunios que hemos padecido desde aquel recordado día en que tuvo la fortuna de estrenar el colchón de la Moncloa en el que desde entonces se siente tan cómodo. En España los gafes son recibidos con el toque disimulado a una pieza de madera y susurrando «lagarto, lagarto» por su atracción a las calamidades. La gafancia tiene normal circulación en los países mediterráneos y no somos una excepción.

Los problemas con Marruecos, iniciados con la metedura de pata de Iglesias en sus declaraciones públicas sobre el Sahara, despreciando que entonces era la opinión de un vicepresidente del Gobierno; la acogida en España de Brahim Gali, líder del Frente Polisario, rodeada de mentiras, que ahora está en los tribunales, con autoridades del Ministerio de Exteriores imputadas; la reacción primero de Trump y luego de Biden en apoyo a Rabat; la entrada en Ceuta de 8.000 marroquíes (la ciudad tiene 84.000 habitantes) con la complicidad de la policía de Marruecos que les abrió las puertas; el ridículo de la ministra González Laya en un tira y afloja para contentar a Rabat con no sabemos qué concesiones tras no decir ni pío sobre la descomunal extensión unilateral de las aguas marroquíes a costa de las legítimamente españolas. Hacía muchos años que no se vivía una situación tan bochornosa. Los más avisados lo achacan a la leyenda de la gafancia de Sánchez.

La pandemia del Covid-19 no tenía antecedentes cercanos. Hay que retroceder a los años cincuenta del siglo pasado para encontrar el azote de la polio que ahora quiere investigar Sánchez en su previsible inconstitucional Ley de Memoria Democrática mientras bloqueó que se investigase la pandemia que aún padecemos, que llega ya a los tribunales tras decenas de denuncias desactivadas por la fiscalía. En Francia está imputada la exministra de Sanidad. El mismo recorrido espera a Illa. El Tribunal Constitucional ya declaró inconstitucional el primer estado de alarma y parece que ocurrirá igual con el segundo. El Gobierno en tromba, empezando por la ministra de Justicia, atacó a quienes no votaron lo que deseaba Sánchez. Cándido Conde-Pumpido se destacó en los insultos a sus compañeros. Ahora este magistrado será ponente del recurso presentado por el PP ante el Constitucional sobre la ley que regula la eutanasia, que según el recurso vulnera once artículos de la Constitución; con sus antecedentes, Conde-Pumpido parece un ponente controvertido. ¿También posible gafancia del jefe?

Durante la pandemia no visitó un hospital hasta muy avanzado su azote; le abuchearon. Tampoco fue a una residencia de ancianos. Le interesa la propaganda

La coincidencia en un pasillo con Biden y una llamada telefónica interesada hundieron la popularidad del presidente norteamericano. No digo que fuese por la gafancia de quien refiero pero me malicio que contribuyó. Y temas que podrían considerarse menores, como la borrasca Filomena que tampoco tenía antecedentes, los incendios de sexta generación, las inundaciones, la mortandad de peces en el Mar Menor… Los gafes mueven calamidades de distinto calibre. No entro en la gestión política general del Gobierno pero el mal fario lo cubre todo, al menos ahora. ¿Y mañana? La gafancia acompaña al gafe de por vida, y lo peor es que a él no le ocurre nada; solo a los demás.

El colofón es la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma con antecedente en el Teneguia hace cincuenta años. Desde entonces no se habían producido erupciones volcánicas. Llegó Sánchez y dio una rueda de prensa, sin preguntas, claro. Sánchez no podía dejar de apuntarse un tanto. Durante la pandemia no visitó un hospital hasta muy avanzado su azote; le abuchearon. Tampoco fue a una residencia de ancianos. Le interesa la propaganda. La sorpresa fue que una presentadora de La Sexta preguntó a un sismólogo «qué consejos daría a bomberos, a agentes forestales y a la gente de protección civil para ver cómo se apaga un volcán». Está en internet. Apoteósico.

Descarto que la gafancia de Sánchez le acompañe en sus estancias en la residencia real de La Mareta, porque en Lanzarote desde 1824 no ha mostrado actividad el volcán Timanfaya, aunque el poder de un gafe es imprevisible. Pero no me parecería prudente que Sánchez visitase Tenerife sin precauciones (por ejemplo, distribuir trozos de madera entre los habitantes ya que tocar madera es el mejor antídoto contra el mal fario) porque la última erupción del Teide se produjo en 1909 pero, según los sismólogos, en 2020 dio muestras de actividad. Por el bien general toda precaución es poca. Los gafes no me producen risa sino miedo.


P.D.- Tezanos, leal sanchista y responsable del CIS, en otro tiempo un organismo prestigioso, pagado con dinero público, ha hecho un nuevo servicio al jefe en su último sondeo. Otorga una mayoría relevante al PSOE que no coincide con los demás análisis demoscópicos. Recordemos que Tezanos dio mayoría absoluta a la izquierda en las elecciones madrileñas del pasado 4 de mayo. Otro éxito. Ya consiguió que Sánchez nombrase a su nuera delegada del Gobierno en Cantabria, pero la compensación me resulta cicatera. Sus ímprobos esfuerzos de servicio al mando merecerían mucho más.

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