OPINIÓN | ACTUALIDAD

La información efímera.

Mientras tanto, el Gobierno de España está ocupado y preocupado en otras 'trascendentales inquietudes' encaminadas al bien supremo del pueblo español (de la ciudadanía, que dicen), como son el cambio de denominación del Valle de los Caídos.

Publicado en Desde la Puerta del Sol núm. 547 (23/NOV/2021). Portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir notificaciones de LRP.

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La información efímera.

La información efímera


Parece que, en la práctica, se confirma ese principio de que lo que no sale en los medios de comunicación, es que no ocurre. Y nos viene a la memoria este dicho pensando en lo que, por ejemplo, ocurre con Afganistán.

Hace unas semanas el triunfo de los talibanes, su ocupación de Kabul, los miles de personas tratando de salir desesperadamente del país y lo que se presumía que les podría ocurrir allí a las mujeres, eran titulares en los periódicos y en las noticias de la televisión.

Sin embargo, todo aquello ha desaparecido de la atención pública y ya parece no interesar a nadie cuál es el proceder de los nuevos dueños del país y de la situación de las mujeres afganas. ¿Es que hay intereses políticos o económicos que conducen a esos «olvidos» o es que, realmente, ya no nos importa lo que está pasando en aquel país que ya se nos antoja lejano?

En nuestros periódicos y telediarios se sigue escribiendo y hablando del coronavirus, pero, a veces, da la sensación que nos limitamos a una mera enumeración de cifras y que no se trata de seres humanos. Ya han pasado a la historia aquellas imágenes terribles de los afectados en la India esperando dentro de sus coches o, simplemente tendidos en le suelo esperando al hueco dejado por un fallecido en el hospital para ser atendidos o utilizando por turnos, en la calle, las bombonas de oxígeno. O los campos inmensos de sepulturas abiertas en Perú para dar cobijo a tantos muertos. ¿Es que eso ya no ocurre o es que otras noticias han desplazado a esas escenas, que eran, y suponemos que deben de seguir siéndolo, una triste y dolorosa realidad? ¡Con qué facilidad pasamos página!

Pues sépase que al día de hoy en la India hay cerca de 48 millones de contagiados con más de 465 mil fallecidos, que en Brasil los contagiados superan a los 22 millones y son más de 613 mil las bajas mortales y que Perú tiene la tasa más alta de mortalidad (608,9) por cada 100.000 habitantes.

Aparte, los Estados Unidos de América del Norte encabezan esta triste estadística con cerca de 48 millones de casos y 789.164 defunciones mientras que, pese a todo, España sigue siendo uno de los países con más casos y fallecimientos con covid-19 del planeta (182,4 por cada 100.000 habitantes).

Las desgracias humanas, si nos pillan lejos, ya casi no nos conmueven. Resulta penoso comprobar con que casi indiferencia se han contemplado en los telediarios, mientras sorbemos la sopa, las escenas de miles de emigrantes, a la intemperie, empujados por el Ejército de Bielorrusia por orden de su gobierno, hacia la frontera de Polonia, guardada por tropas polacas, con la aviesa intención de presionar a los países europeos en aras de unos intereses políticos o económicos utilizando a esas personas. Y como, con la misma frialdad, al no conseguir sus objetivos, se desalojan esos campamentos a lo largo de su frontera con Polonia y según parece, sus ocupantes son devueltos a sus lugares de origen. ¿Es esto o no «traficar con personas»?

En nuestro mundo, ¿qué ha sido de esos valores de la civilización occidental y cristiana de los que, no ha mucho, nos gloriábamos y hacíamos alarde y que para muchos de nosotros eran normas esenciales de conducta?

Son muchos los hechos y acontecimientos que en la actualidad podrían ser traídos aquí como muestra o referencia. Uno más sería lo que está ocurriendo en la isla de La Palma. A veces da la sensación de que nos hablan de las «coladas», que siempre han sido «riadas de lava» y a las que ahora parece que se les aplica aquello de «el vino de Tudela / según dice mi abuela / es algo que se cuela, que se cuela sin querer», como si se tratara de fenómenos meteorológicos al dar la previsión del tiempo no dando al drama humano que supone el desalojo de miles de personas de sus casas la dimensión que le correspondería. Mientras unos pierden sus casas y todo lo que tienen, en medio de un futuro incierto, otros, con aire festivo, van en un tour turístico para hacer fotografías al tiempo que, quizá con el ánimo de engañarse a sí mismos dicen que es para «contribuir a la economía de la isla».

¿Cómo se hace realidad esa contribución? ¿Con siete visitas del presidente del Gobierno prometiendo ayudas millonarias de las que los presuntos destinatarios dicen no haber recibido todavía ni un céntimo?

Mientras tanto, el Gobierno de España está ocupado y preocupado en otras trascendentales inquietudes encaminadas al bien supremo del pueblo español (de la ciudadanía, que dicen), como son el cambio de denominación del Valle de los Caídos, la desacralización de la Basílica allí ubicada o su «resignificación», ocurrente palabreja para referirse a algo que no es sino un alarde de revanchismo sectario o de odio visceral para buscar la tergiversación y la manipulación de la Historia y el adoctrinamiento tendencioso de las nuevas generaciones lejos del análisis objetivo y riguroso de los historiadores. ¿Es esto o no un «delito de odio»?

Lo triste quizá sea que cuando se produzca un cambio en el gobierno, quienes vengan puedan dejar así las cosas, no derogando estas disposiciones pues, como en otras ocasiones, ya hay precedentes. Y esa es una baza con la que juegan quienes proceden como está ocurriendo ahora.


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