OPINIÓN | ACTUALIDAD

Guerras de papel.

Vivimos en el mundo de la comunicación. Se trata de ganar guerras de papel. La fórmula consiste en confrontar la opinión pública con la opinión publicada y dar valor a esta última sobre la primera.


Publicado en primicia en el digital El Debate de Hoy (2/09/2021).

Recogido posteriormente por la revista Desde la Puerta del Sol núm. 495, (5/09/2021). Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa.​

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Guerras de papel.

Guerras de papel


La grave crisis de Afganistán quedó atrás, de momento. Joe Biden resultó ser un campeón del buenismo y la ingenuidad. ¡Con su experiencia política y a sus años!  Pero quedan muchas preguntas en el aire. No se explicó por qué no prepararon la salida de los colaboradores afganos antes de la retirada del grueso de las tropas. Ni por qué no se avanzó definitivamente en la lucha contra el terrorismo, objetivo de la intervención mantenida por cuatro presidentes norteamericanos y la OTAN durante veinte años. Nada se consiguió tampoco en el control de los señores de la guerra. Hay facciones talibanes filoterroristas con fuerza en ese mosaico radical formado por quienes gobernarán desde la ley islámica ese territorio que no es otra cosa que un conjunto de tribus y etnias a veces enfrentadas. Tampoco se dijo por qué no se desmantelaron las plantaciones de opio, fuente de financiación del terrorismo. Se han empleado veinte años en ensayar una democracia que la sociedad afgana mayoritariamente no entiende. La nota positiva ha sido crear infraestructuras y favorecer la incorporación de la mujer a la normalidad social. Todo eso vuelve ahora abruptamente a la casilla de salida.

Biden, muy criticado tras el fiasco de sus previsiones, anunció una respuesta contundente al atentado del aeropuerto de Kabul, y a las pocas horas atacó con un dron. Mató a dos supuestos planificadores del atentado pertenecientes a una facción que se dice colabora de una u otra manera en la dirección talibán. Un segundo dron acabó con un terrorista supuestamente dispuesto a atentar en Kabul. ¿Unos servicios de Inteligencia capaces de esas localizaciones no se enteraron de que el bien pagado ejército afgano era operativamente incapaz y desertaría en masa? No se entiende. O sí.

Vivimos en el mundo de la comunicación. Se trata de ganar guerras de papel. La fórmula consiste en confrontar la opinión pública con la opinión publicada y dar valor a esta última sobre la primera. Biden ha perdido la guerra de la opinión pública ⎼sus índices de popularidad han quedado muy tocados⎼ y trata de salir adelante, de mala manera, acogiéndose a la propaganda. Pero la mayoría de la gente no es estúpida.

Al Gobierno que padecemos en España le ocurre lo mismo. Trata de ocultar sus fracasos con propaganda. Otorga una importancia capital a la imagen, atiende más a cómo presentar lo que hace que a lo que realmente hace; comúnmente se apunta también lo que no hace. Es maquillaje político. Y como el pueblo soberano abuchea a Sánchez en cualquier acto fuera de la Moncloa decidió hace tiempo blindarse ante esa contrariedad. Las barreras de la gente están cada vez más lejos, y en lugares convenientes para él acompaña al Rey. Intenta que se difuminen los abucheos que recibe entre los aplausos dedicados a Felipe VI. Es un truco en parte efectivo pero con fecha de caducidad porque esos ciudadanos que no se manifiestan en las calles, que aparentemente no protestan, opinan votando. Lo hicieron el pasado 4 de mayo en Madrid. La operación rescate en Kabul, ante la que el presidente no acortó siete días sus vacaciones, provocó reiteradas comparecencias suyas, siempre sin preguntas y buscando palmeros.

Pero la amnesia de los españoles ha decrecido y todos recordamos, por ejemplo, aquella insistencia de Sánchez en la fecha en que se conseguiría el 70% de vacunaciones. Día tras día el presidente nos decía: quedan 100 días, 99, 98, 97…  hasta que se percató de que el plazo no se cumpliría. Era ridículo porque la vacunación depende de las comunidades autónomas y las nuevas vacunas de la Unión Europea. Pero Sánchez se apunta todo como propio sin aclarar lo que le resulta molesto y se negó a comparecer en el Parlamento como han hecho sus colegas europeos. Por él fue el ministro José Manuel Albares.

A Sánchez el Parlamento le resulta incómodo. Le sobran el parlamento y la división de poderes. En cierto modo le sobra la democracia

En el Parlamento podíamos haber sabido por el propio Sánchez qué hay detrás de la incorporación de las bases de Rota y Morón al operativo del rescate desde Kabul, motivo de la llamada de Biden tras ningunear a España el día anterior. Y resultaría oportuno conocer cuántos colaboradores afganos del Ejército español ⎼no del de Estados Unidos ni los de la OTAN⎼ volaron en aviones españoles a la base de Torrejón. Nada se nos ha aclarado de esos temas. A Sánchez el parlamento le resulta incómodo. Le sobran el Parlamento y la división de poderes. En cierto modo le sobra la democracia. Está cerca de Podemos que quiere ‘su’ democracia, no la democracia.

El presidente se apuntó los vuelos desde Kabul, el operativo en aquel aeropuerto, las instalaciones para refugiados en la base de Torrejón, y casi nos convence de que él mismo pilotó alguno de los aviones. Todo eso lo hicieron nuestras Fuerzas Armadas, y no he olvidado que antes de ser presidente Sánchez declaró que había que suprimir el Ministerio de Defensa. Está en internet; no  puede negarlo. Ahora se muestra agradecido a las Fuerzas Armadas. Pues muy justo, pero que no se ponga entorchados ajenos.

Cierto periodista de un gran medio venido a menos escribió que el Afganistán de los talibanes es como la España franquista en cuanto a su trato a la mujer. Comparó el islamismo radical con lo que él llama nacionalcatolicismo. Este hombre ha leído poco o escribe para agradar a sus patronos. No son comparables el islamismo radical y ese supuesto nacionalcatolicismo. Tampoco en su relación con el feminismo. Para apuntalar mi afirmación no serían precisas mayores referencias; cualquiera que haya leído lo sabe. Sumérjase el ignorante en el trabajo, por ejemplo, de Mercedes Formica, jurista y feminista ⎼sí, ya entonces⎼ que consiguió en 1958 que se cambiasen 66 artículos del Código Civil en favor de la mujer en aspectos que, en muchos casos, no se planteó siquiera la ahora tan elogiada Segunda República. Formica no era femiprogre, era católica y de derechas y por eso se la cubre con un manto de silencio. No insisto en el tema. Solo recomiendo al colega zurdo que lea más y opine menos sin saber de lo que habla.

La izquierda radical española tiene, como Biden, afición en ganar guerras de papel. Ahora está empeñada en ganar en el BOE una guerra perdida que acabó hace más de ochenta años. Y lo hace exhibiendo con descaro una Historia mentida. Ha previsto multar a quienes, por respeto histórico, nos neguemos a tragar ruedas de molino.


P.D. –En la Universidad muchos han recibido con carcajadas lo que conocemos de la ‘Ley Castells’, ministro del cupo podemita. No acaban de digerir tales memeces de un tipo que compatibiliza la experiencia académica y la estulticia práctica. Que los profesores titulares puedan ser rectores en su etapa de acceder a la cátedra, es como si los responsables de los ejércitos fuesen coroneles cuando su anhelo es llegar al generalato. Un disparate. Lo de la equidad mujeres-hombres podría suponer más injusticias que beneficios; lo importante es la selección de los mejores. Y que no se expidan en nombre del Rey los títulos universitarios es una insensatez cargada de ideología, sin tradición y sin historia. En fin, genialidades de la factoría Sánchez.

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