MEMORIA DE LA HISTORIA

Negrín y el expolio del tesoro español

El saqueo de las reservas del Banco de España es, tal vez, el más llamativo y el que siempre ha estado en el ánimo de los españoles, porque representa el famoso 'oro de Moscú', la entrega de una importante cantidad de oro y plata principalmente, a la todopoderosa Unión Soviética, sin garantías fiables.


Publicado en el número 190 de Altar Mayor, 2º trimestre de 2020. Editado por Hermandad del Valle de los Caídos. Ver portada de Altar Mayor en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

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Negrín y el expolio del tesoro español

Negrín y el expolio del tesoro español


La rehabilitación y apertura al público del quirófano utilizado por Juan Negrín López, en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, trae de nuevo a la actualidad a una de las figuras más relevantes y discutidas del Frente Popular, el catedrático de fisiología que fue ministro y presidente del gobierno de la Segunda República, desde 1937 hasta 1945, y responsable del mayor expolio cometido contra el tesoro español en nuestra historia.

Corpulento, locuaz pero no brillante en su discurso, exquisito en el trato (llamaba a todo el mundo de usted), políglota y hedonista, pertenecía a una familia canaria de desahogada posición económica y católica; había estudiado medicina en Alemania, que más tarde convalidaría en España, y abandonó la investigación para dedicarse a la política, lo que le separó de algunos de sus alumnos más destacados, como es el caso del Nobel Severo Ochoa, que no entendía que una persona pudiera dedicarse a ambas disciplinas a la vez.

Negrín fue el principal responsable del mayor expolio cometido contra el tesoro español al vaciar los fondos del Banco de España, las cajas de seguridad de los bancos, del Monte de Piedad, de la Caja General de Reparaciones y del Museo Arqueológico Nacional.

Desde su nombramiento como ministro de Hacienda, en 1936, y especialmente desde que alcanzó la presidencia del Gobierno, tras la caída de Largo Caballero (como consecuencia de los sucesos de Barcelona de mayo de 1937 contra los anarquistas y el POUM), Negrín fue organizando en el extranjero lo que él llamó su tesoro de guerra. Y todo parece indicar que esas intenciones las había contemplado incluso antes de llegar a ocupar las poltronas ministeriales, según confesaría en una carta dirigida a Indalecio Prieto del 23 de junio de 1939. 


Las cuartas reservas mundiales


El saqueo de las reservas del Banco de España es, tal vez, el más llamativo y el que siempre ha estado en el ánimo de los españoles, porque representa el famoso oro de Moscú, la entrega de una importante cantidad de oro y plata principalmente, a la todopoderosa Unión Soviética, sin garantías fiables. Incluso Negrín, al final de su vida, pidió a su hijo Rómulo que entregara a Franco la documentación correspondiente por si había posibilidad de efectuar alguna reclamación internacional.

La disposición de los fondos se hizo mediante el decreto reservado que Azaña firmó el 13 de septiembre de 1936, a propuesta del ministro de Hacienda, Juan Negrín, que contenía dos artículos: el primero facultaba al ministro para disponer del importante tesoro; el segundo decía textualmente El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este decreto. No se recuerda un pleno extraordinario, convocado por el Partido Socialista Obrero Español, para cumplimentar este segundo artículo del famoso decreto reservado.

Bajo la supervisión del agente de la NKVD (precursora del KGB), Alexander Orlov, diez mil cajas repletas de oro y plata fueron llevadas a Cartagena de las cuales siete mil ochocientas fueron cargadas en los barcos Neva, Kim, Volgores y Jruso, que partieron con rumbo a Odesa.

La Unión Soviética anunció poco después un aumento de las reservas de su Banco central «gracias a la gestión de los economistas soviéticos»; otras dos mil cajas fueron llevadas a París y las doscientas restantes desaparecieron en el traslado. El valor del tesoro se ha estimado en unos cinco mil doscientos cuarenta millones de las antiguas pesetas, equivalente a unos 15 mil millones de euros actuales.


Decretos y ordenes


En septiembre de 1936, Negrín creó por decreto la Caja General de Reparaciones, organismo dependiente del ministerio de Hacienda, que sería el depositario de las incautaciones, requisas y expropiaciones cometidas contra todo aquel individuo sospechoso de haber alentado el golpe del 18 de julio.

Según Olaya Morales, a finales de 1936 la Caja tenía un activo de casi cincuenta millones de pesetas en efectivo, sin poder precisar el valor de los depósitos de oro, plata, joyas, valores y obras de arte.

El 3 de octubre de 1936, otro Decreto facultó a Negrín para exigir la entrega de oro amonedado o en pasta, divisas y valores extranjeros a toda persona individual o colectiva en el plazo de 7 días, entrega que se debía hacer a los bancos, y que se completaría con otro decreto del día 10 que establecía la creación de un juzgado especial para la persecución de los que incumplieran la orden.

Por otro decreto del 4 de enero de 1937, se ordenó a los Bancos que la cantidad recogida por los dos decretos anteriores fuera entregada al Banco de España; el 6 de agosto se recordaba, por otro decreto, la prohibición de exportar toda clase de metales preciosos en lingotes, pasta, moneda u objetos de cualquier clase (piezas de oro, plata, platino con perlas o piedras preciosas), medida que afectaba tanto a particulares como a entidades extranjeras residentes en España, si bien se excluían los artículos de carácter personal como relojes, alianzas, plumas, encendedores etc.

Por una Orden del 11 de diciembre, que reformaba el artículo segundo del decreto del 10 de octubre, y se facultaba a un juzgado especial para abrir las cajas de alquiler o cualquier otro lugar donde puedan existir metales preciosos, valores extranjeros o divisas… cuyo valor en pesetas de la época es prácticamente imposible calcular porque jamás se hizo un inventario de lo requisado. La apropiación del contenido de estas cajas de seguridad puso a disposición de Negrín pequeñas joyas de oro y plata, pertenecientes a gente humilde, muchos de ellos afectos a la causa republicana, como manifestó el propio Enrique Líster.

También se opuso al traslado de obras del Museo del Prado el propio Azaña (El Museo del Prado es más importante para España, que la Monarquía y la República juntas). Importantes fueron también las colecciones de numismática antiguas, depositadas en el Museo Arqueológico Nacional, algunas de ellas únicas en el mundo. Gran parte de estas colecciones viajaron a México, en el yate Vita, donde Indalecio Prieto se hizo con él cargamento de sus bodegas repletas y, con la colaboración de Lázaro Cárdenas, consiguió introducirlo sin pasar por el control aduanero.

La fundición de algunas piezas de estas colecciones de numismática, para convertirlas en lingotes de oro de valor infinitamente más pequeño, con el propósito de no hacer reconocibles las piezas, alertó a los especialistas mexicanos que avisaron del atentado contra este patrimonio.

Su afinidad con la política de Stalin que su biógrafo, Gabriel Jackson, califica como el punto más controvertido del político canario, especialmente en la persecución a los anarquistas y a los miembros del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), con su líder Andreu Nín, a la cabeza, convertido en mártir por su secuestro y asesinato en manos de policías españoles o rusos, provocaron algunos apelativo Negrín y su gobierno, como los stalino-burgueses, para definir las discrepancias entre el marxismo y el estilo de vida de sus colaboradores en España.

Abad de Santillán, líder de la central anarquista FAI (Federación Anarquista Ibérica), dijo de Negrín lo único público de la vida de este hombre es su vida privada… una mesa suntuosa y superabundante, vinos y licores sin tasa… necesita la ayuda de inyectables para su vida misma de despilfarro y desenfrenos y es que el doctor Negrín solía llevar en el bolsillo numerosas píldoras y polvos que aplicaba para las náuseas, el mareo, la digestión, y aspirinas y pastillas para inducir el vómito en el caso de que sufriera «agobio gástrico», que tal vez fuera reflujo.

Algunos de sus biógrafos aseguran que tomaba estas pastillas en medio de un almuerzo con amigos y colegas, para volver a la mesa y continuar disfrutando de la comida con gran placer, y Prieto, que fue su amigo en los primeros tiempos, aunque más tarde discurrieron por caminos diferentes, le comparó con un patricio romano en decadencia que se provocaba el vómito para consumir inmensas cantidades de refinados manjares.

Este dispendio que le dio cierta fama, no fue tampoco ajeno a las mujeres. Fue amigo de la buena vida, le gustaba vestir ropa de calidad; codiciaba la buena mesa y disponer de amplios recursos económicos, como afirman sus biógrafos. Criticado y denostado incluso por los suyos, fue expulsado del PSOE, ya en el exilio, donde su gobierno no fue reconocido, y vuelto a ser admitido, post mortem, durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.


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