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"Historias falangistas del sur de España".

Alfonso Lazo, jubilado profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, que fue diputado en las Cortes Españolas por el PSOE, autor de un relato discutible sobre la realidad falangista de los años 30.

Publicado en Gaceta de la FJA, núm. 345, de junio de 2021. 
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"Historias falangistas del sur de España".


Es el título del libro de Alfonso Lazo, jubilado profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, que fue diputado en las Cortes Españolas por el PSOE, y que antes de finalizar su lectura quisiera hacer al autor algunas precisiones al largo camino que ha tomado este socialista, porque en su libro ha mostrado a sus lectores, en algunos casos, tantas trampas como letras.

Dice en una de sus primeras páginas, refiriéndose, entre otros, a los falangistas, pero no a los comunistas y socialistas: «...busca al lobo y se le provoca para que salga». Añadiendo: «...y en España los adolescentes de Falange que repartían, durante la Segunda República, su propaganda en las misma casas del pueblo del PSOE».

O sea, este ilustre profesor socialista, al parecer, estaba allí y lo vio con sus propios ojos; pero lo que no dice y por eso se lo calla para siempre, es que, según el comunista Manuel Tagüeña Lacorte, en su libro Testimonio de dos guerras,

«...de acuerdo con los estudiantes de la Juventud Socialista, pedimos que la FUE expulsara a todos los estudiantes afiliados a Falange. Esto estaba en contra de la letra de los reglamentos de la UFEH, de un estricto profesionalismo, pero esto era muy difícil de mantener cuando en todo el país los dos campos opuestos eran cada vez más antagónicos. La FUE actuó contra los falangistas con una energía que no había tenido antes, cuando los comunistas del BEOR le planteamos el mismo problema, al actuar políticamente dentro de sus filas».

A continuación sigue escribiendo:

«En juntas generales, celebradas en las asociaciones de las distintas facultades, fuimos eliminando a todos los falangistas que militaban en la FUE. Todo esto se hizo de modo violento y sin respetar normas democráticas». Y sigue escribiendo: «Los acontecimientos se precipitaron con rapidez. Las calles se ensangrentaban con motivo de la venta de FE, órgano de Falange Española, ya que grupos armados socialistas estaban dispuestos a impedirla. Hubo algunas represalias contra vendedores de Renovación, semanario de las juventudes socialistas, y de los periódicos comunistas, pero los falangistas llevaron, al principio, la peor parte».

Seguidamente, Tagüeña, nos relata cómo mataron a Matías Montero sin que el profesor le dedique una sola línea este crimen:

«Al mediodía del 9 de febrero [1934], estábamos un grupo de amigos en el local de Eduardo Dato, en espera de unos callos que nos cocinaba la madre de un compañero. Asomados al balcón vimos pasar un grupo de falangistas. Con ellos iba Matías Montero, de Medicina, antiguo miembro de la FUE y ex simpatizante comunista. Nos saludó con la cabeza y le contestamos de la misma forma, mientras cruzábamos miradas de desafío con sus acompañantes. Cuando bajaban hacia la plaza de España vimos que los seguía un sujeto vestido de obrero, bajo y con ojos saltones, que nos hizo señas para que nos uniéramos a él. Le contestamos medio en broma, que no podíamos porque íbamos a comer y le vimos marchar solo. No nos imaginábamos que era el prólogo de una tragedia. El obrero de un sindicato de la UGT, esperó a que el grupo se dividiera y luego fue detrás de Matías Montero, y lo mató a tiros por la espalda».

En una de las páginas posteriores el profesor socialista dice que José Antonio antes de fundar FE escribió, el 27 de agosto de 1933, un manifiesto en favor del fascismo, pero no dice dónde lo escribió, lo que me hace suponer que es una de tantas trampas del profesor socialista. Menos mal que nada nos ha dicho de lo que pudo haber escrito José Antonio cuando terminó el bachillerato, por ejemplo. Traer, por parte del profesor socialista, cosas que, dice él, escribió José Antonio antes de fundar FE es querer rizar el rizo porque se le ve su mala intención.

Para seguir extorsionando la Historia, escribe, casi a continuación, que en 1935 la revista Haz –no dice día ni mes–, añadía José Antonio, según escribe el profesor socialista:

«Entre unos y otros pueden los muchachos de hoy enzarzarse a tiros; pero aunque combatan, todos se siente unidos en una misma responsabilidad, en un mismo estilo. Pronto se habrán entendido por encima de sus luchas, y harán juntos a nuestra España verdadera».

Al reproducir estas palabras, el profesor socialista comete un par de errores. En primer lugar, ha tergiversado la frase, es decir, no la ha ajustado a lo que dijo José Antonio. En segundo lugar, no fueron publicadas en la revista Haz, sino en el diario Arriba el 26 de diciembre de 1935 y corresponden a las pronunciadas en la clausura del Segundo Consejo Nacional del SEU y que, exactamente, fueron éstas:

«Si algunas veces me acometió la duda de si los veteranos de la Falange llegaran a dirigir a España, en cambio no dudé nunca de que regirán los muchachos que han descubierto en la Falange su verdadera actitud ante España. No hay más que vieja política y nueva política. Más fuerte que las actitudes de derecha e izquierda es hoy, en la juventud española, la conciencia de generación. Entre unos y otros pueden los muchachos de hoy enzarzarse a tiros; pero, aunque combatan, todos se sienten unidos en una misma responsabilidad, en un mismo estilo. Los estudiantes de hoy se adiestran en el deporte, estudianque es lo que parecería más irrealizabley no se entristecen ni se marchitan en los sórdidos antros de esparcimiento que rodean a la calle de San Bernardo. Pronto se habrán entendido por encima de sus luchas y harán juntos a nuestra España verdadera. Y entonces nosotros, los que ya podremos considerarnos viejos a la hora del relevo, ya que no del descanso, podremos decirnos con tranquilo orgullo: “Si no vencí reyes moros, engendré quien los venciera”».

Y ya que cita a la revista Haz, nos hubiera gustado que este profesor socialista recogiera otras palabras que José Antonio pronunció, por ejemplo, en Málaga, y que vienen en esa misma revista el 20 de julio de 1935, porque todo el empeño de este profesor socialista es repetir, una y otra vez, que el fundador de Falange fue un fascista:

«Las cosas no van bien –decía José Antonio– porque tenemos a la vista una revolución más fuerte y mejor organizada que la de octubre (se está refiriendo a la conocida como Revolución de Asturias, donde, entre otras cosas, quemaron la Universidad ovetense, volaron la Cámara Santa y asesinaron a 34 sacerdotes y religiosos, incluidos seminaristas), y porque no queremos que nuestros hijos sientan la tristeza de una España en ruinas, de una Patria que vive un poco al margen del mundo. Porque no queremos que nuestros hijos sientan el oprobio al saber que hay hombres que trabajan de sol a sol por un plato de lentejas y que muchos españoles viven como cerdos».

Y nada más, por ahora, porque tiempo habrá de seguir escribiendo de las historias que nos cuenta, o que no nos cuenta, este profesor socialista de Historia Contemporánea.


Sinopsis redactada por la Editorial.

Cuando el socialista José Bono era presidente de las Cortes alguien le preguntó sobre su padre: «Mi padre hizo la guerra, era falangista y no fue ni un criminal ni un sinvergüenza», contestó. Y Duncan Shiels, en un libro que habla sobre su propia familia durante los convulsos años del siglo XX escribe: «Es sabido que los pequeños fascistas se convirtieron en pequeños comunistas». De reflexionar en torno a estas dos muestras y otras semejantes ha surgido la presente obra del profesor Lazo. El libro parte del supuesto de que al igual que los militantes comunistas de la época de Stalin no fueron todos asesinos, los afiliados a la Falange tampoco lo fueron. Estas páginas no son otra historia de la Falange, sino una historia de los falangistas, de su ideología y del imaginario colectivo de la militancia de base. Más aún, tomando como ejemplos numerosos casos del sur de España, el libro indaga acerca de aquella ideología del fascio español que permitió a numerosos militantes de camisa azul romper con el general Franco para pasar, a modo de mecanismo ideológico de vasos comunicantes, a las filas clandestinas de la izquierda. Un libro, pues, escrito sine ira et studio en busca de la verdad histórica.

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Fotografía completa usada en la cabecera.