Sobre la figura de José Antonio

Mil veces: ¡Fuera las manos de José Antonio!

Fuimos conscientes de la total y absoluta deformación a la que sometían entre los 'hunos' y los 'hotros' a un José Antonio que sirvió –y sirve–, después de muerto, para un roto y un descosido.

Artículo firmado por José Julio Cuevas Muela, publicado en Gaceta de la FJA, núm. 339, de diciembre de 2020. Ver portada de Gaceta FJA en La Razón de la Proa (LRP).  Recibir el boletín semanal de LRP (servicio gratuito).​

Mil veces: ¡Fuera las manos de José Antonio!


1.- Introducción y declaración de intenciones.

Muchos, en este mismo instante, os estaréis preguntando a qué evoca el título de este artículo que, os adelanto, no es solo justiciero en su forma sino en su esencia. Ello es, ni más ni menos, que una forma de que, sobre todo, los “demonios”, –permítanme hacer uso, por esta vez, de esta categoría teológica para seres que no creen en nada material, sino en la pura metafísica a la que desgastan desde referencias huecas dentro de una realidad paralela con la existente– se agolpen encendidos mirando con inquina los párrafos que a continuación expondré para que no ensombrezcan con sus cuernos, no mancillen con su oportunismo y no deformen con sus caricaturas parcializadas a José Antonio Primo de Rivera.

Tómese esta parrafada como una deuda moral con el hombre que lo encabeza, que determinó en gran parte lo que fui y lo que sigo siendo aunque con un viraje un tanto distinto que ha puesto tierra de por medio para defender la autenticidad de un pensamiento político que está siendo vilipendiado por sus supuestos “defensores” que tan solo han demostrado ser los que más lo han deformado con sus simplonas interpretaciones que han alimentado tópicos, ignorando una realidad política que se les queda grande. Seres incrustados en naftalina caducada conviviendo en armonía con cierto aire de ermita poco ventilada.

Mi criterio se asienta sobre una parcialidad que se alinea con el pensador en cuestión frente a su falseamiento continuo que lo convierte en una plastilina que puede encajar en cualquier recipiente donde se ponga. Es decir, una figura que se puede utilizar para justificar o nutrir posiciones, no ya anacrónicas, sino contrapuestas, dentro de un moldeamiento constante en función de la necesidad imperiosa de los modeladores que acuden a un lugar u otro de las Obras Completas (1) para quedarse con el José Antonio que más les gusta o les conviene (2), no asimilando la evolución ideológica en su totalidad.

Algunos (3) se estarán preguntando en qué otro lugar vieron el título de esta hoja digital. Amablemente yo os acompañaré hacia su origen, que no es mío, sino del exmilitante de FE JONS (Auténtica) –miembro de su Junta Nacional y después militante del radicalismo peronista en su exilio a Argentina (4)–, Emilio Javier Iglesias Pérez, con el que encabezó un artículo (5) en 1979 que, en esencia, es la base del que se está redactando en este momento. Javier, como yo y otros tantos, fuimos conscientes (6) de la total y absoluta deformación a la que sometían entre los hunos y los hotros (7) a un José Antonio que sirvió –y sirve–, después de muerto, para un roto y un descosido.

Dicha desfiguración se lleva cometiendo 84 años, desde 1936 a 2020 (y lo que queda de siglo) por todo tipo de personas, personajes y personajillos de lo más variopintos que van desde el “neófito azul” que habla más de lo que sabe; el “enterao” que cree que con dos obras hagiográficas lo sabe todo; el que ha conocido a José Antonio a través del franquismo (8); el que es incapaz de analizar a José Antonio en su totalidad y contextualizarlo o el ciego que se deja guiar por los libros de texto del sistema educativo y los tópicos que circulan por la sociedad española.

También están los “intelectuales” –una palabra que provoca cada vez mayor hastío en quienes observamos el poco criterio que se tiene para catalogar como tal a cualquier juntaletras patrio– de nuestro tiempo, que enturbian sus potajes con un fuerte aderezo negro legendario que ya se vuelve monotemático, invocando el siglo XX con los cuentos de oídas que pululan por pueblos sobreañadiendo ese hedor petulante creado por el autoconvencimiento de que escribir negro sobre blanco otorga un nivel superior, pasando por encima del análisis histórico.

Las verdades ácidas –para el que sienta acidez por las mismas– suelen ser las más efectivas en estos casos como terapia de shock. Es hora de eliminar nociones falsas que llevan enclaustradas muchos años y no hacen más que infectar a quienes, novedosamente, se acercan con interés a conocer al señorito bolchevique –como le llamaban las derechas en el parlamento gaditano por defender los intereses de los campesinos españoles– desde todos los rincones de la edad.

Por supuesto, adelanto, que este artículo está incompleto y será ampliado a medio plazo debido a que este humilde medio no se puede permitir algo tan extenso. Procuraré ser telegráfico para con esta materia y afinar el interés que pueda suscitar.


2.- La causa.

Como toda cuestión que desemboca en una problemática, tiene un núcleo que determina el origen de la misma y puede señalarse posibles soluciones –en el hipotético caso de que la haya– aunque ello acarree derrumbamientos de quienes no lo conciban como tal.

Quien sepa un poco sobre la muerte de José Antonio sabrá que fue fusilado a manos de las izquierdas del Frente Popular en Alicante la madrugada del viernes 20 de noviembre de 1936. Pero no quedó todo ahí ya que, posteriormente, fue sometido a otro fusilamiento, pero esta vez fueron las derechas las que apretaron el gatillo en el franquismo (9). Enrique de Aguinaga relata sin fisuras este hecho –donde lo sintetiza con un concepto contundente– que rompe todo esquema esbozado anteriormente:

«Como dijo José Antonio, como dijo José Antonio… ha sido la muletilla de una época al mismo tiempo que los sucesos de esa época en un nuevo fusilamiento sin pólvora, han ido haciendo de José Antonio un contemporáneo desconocido (…) José Antonio es un desconocido como resultado de una confabulación, de aquel fusilamiento sin pólvora que ha consistido en enseñar de él sólo aspectos no esenciales. En tal manipulación no han sido ajenos, seguramente de buena fe, presuntos y calificados seguidores de José Antonio, pero en la búsqueda de la autoría global de este fusilamiento ideológico domina el papel de la derecha». (10)

Esta metafórica ejecución fue el germen de la deformación que hizo del jefe nacional de Falange un ser completamente despojado de contenido político para que encajara en los resortes coreográficos del Régimen franquista y se alzara como un mártir que encarnaba la España vencedora de 1939.

A ello contribuyó la construcción del mito delAusente” realizada por Dionisio Ridruejo, que perjudicó gravemente la imagen de un hombre a través de su visión poco menos que celestial, pura e incorruptible, desviando su visión política hacia un segundo plano y cubriendo todo lo que le rodeaba de un manto aureolar.

La invocación de su doctrina en todos los rincones de España se hacía con un fin de pacificación y esperanza social, instrumentalizándola sociológicamente pero no aplicándola políticamente. Un soporte ideológico que estaba viciado en su génesis, pues se mostraron y alzaron los detalles más indefensos del pensamiento joseantoniano para con el Régimen, que no eran una amenaza para la restauración del orden conservador, como apuntaba Juan Velarde Fuertes:

«Y entonces, en lugar de la reforma agraria, fiscal y bancaria, se nos habló de luceros, de imperio y de retórica, narcótico de la doctrina. Todo quedó en discursos adulterados y al final nos quedamos sin bandera. La derecha, la extrema derecha y los conservadores habían ganado la batalla». (11)

En resumidas cuentas, las ideas esenciales de José Antonio fueron canceladas y ocultadas porque suponían un antagonismo con el régimen político que se estaba gestando al calor de clericalismo, el conservadurismo y, sobre todo, con el nuevo viraje geopolítico anglosajón impulsado por los tecnócratas del Opus Dei.

Esas ideas quedaron totalmente enterradas, como la reforma de la empresa; la articulación de la economía en sindicatos verticales (12) donde la plusvalía quedaría atribuida al sindicato productor pertinente; la nueva concepción de la propiedad dividida en individual, comunal, municipal, sindical y nacional; el desmontaje del capitalismo en sus pilares agrario, industrial y financiero; nacionalización de la banca y el crédito; desarticulación de la sociedad de clases sociales en su acepción capitalista –inspirada, les guste o no, por la teoría marxista de la que bebió–; las necesarias expropiaciones de minifundios y latifundios en beneficio de los campesinos para su explotación colectiva; la defensa de un sindicato de clase en el marco económico capitalista; la separación de Estado e Iglesia.. y un largo etcétera.

A este respecto, la feminista y falangista Mercedes Formica Corsi-Hezode (13), tras ser testigo de la llegada de los «conversos» (14) a la Falange tras el estallido de la guerra, pensó –adelantándose a los acontecimientos en el contexto de 1936 (15) y tras conocer el fusilamiento de José Antonio– en torno a la disolución de la Falange pues estaba el peligro de que alguien se apropiase de unas ideas en proceso de fermentación y las adulterara para canalizarlas en beneficio de intereses particulares pues..

«Los recién llegados y conversos se erigieron en representantes de algo que no sentían, siendo la intolerancia su nota distintiva (…) La película "Morir en Madrid", que vi por primera vez en Zurich, en 1966, silencia a los grupos minoritarios y desinteresados de la primera época, identificándolos con la masa amorfa, surgida cuando el asesinato de José Antonio se había consumado. Treinta años después, González Bueno, ministros del primer gobierno de Franco y permanente "camisa azul", se jactaba, en un hotel de Santander de haber ideado el exterminio de la Falange joseantoniana, con la fórmula de la unificación». (16)

En conexión con las palabras de Mercedes Formica insertamos a continuación este subrayado de la escritora Rosario Ruiz Franco acerca de lo que aconteció en las filas azules que determinaron una parte de su leyenda –sociológicamente asentada– que aún arrastra, pero por motivos que explicaremos más adelante.

“(…) un albondigón en el que hubo muchos conversos que para salvarse hicieron méritos muy crueles. Antes de la contienda los seguidores de José Antonio éramos poquísimos (…) (17).

Está de más, pero lo haremos, mencionar lo tan asentada que está entre la sociedad española la imagen de los “camisas azules” como ejecutores y protagonistas de los famosos paseíllos, durante la guerra civil española, que finalizaban con varias personas fusiladas frente a una tapia por motivos relacionados con la ideología política como justificación suficiente para arrancarle la vida a una persona.

No debemos dejar pasar el contexto, repartido en espacio y tiempo, en que ocurrieron esas atrocidades que, por cierto, se dieron en ambos bandos.




[1] Mutiladas y alteradas por el Régimen, como demostraron las que elaboró Rafael Ibáñez editadas por la Plataforma 2003 en dos tomos, que son las más completas que existen hasta la fecha.

[2] El José Antonio que desechan siempre es el de 1935 y 1936, donde alcanza su culmen ideológico que es en gran parte la negación de todo lo anterior.

[3] Si superan las 5 personas que lo han reconocido quedaré gratamente sorprendido.

[4] Donde acabaría asesinado por la policía del presidente Carlos Saúl Menem y con un montaje policial post mortem para encubrir la atrocidad. El asesinato de Javier sigue archivado en lo más oscuro de una caja arrumbada en los departamentos judiciales y policiales argentinos.

[5] Valencia Semanal, 94, 4/11 de diciembre de 1979. Extraído de “Javier Iglesias: volveré y seré millones” una compilación de textos de Javier Iglesias acompañada de unos párrafos iniciales de Juan Antonio Llopart y un texto de presentación de Javier Onrubia Rebuelta, editado por Ediciones Nueva República y Movimiento Solidaridad con Argentina “Carlos Múgica” en 2007.

[6] No os alborotéis, nací en 1995, pero mi identificación con Javier es total.

[7] No he podido resistir este guiño al celebérrimo e hispánico Miguel de Unamuno.

[8] Concretamente con ese absurdo libro que tanto daño ha hecho como es el de Ximénez de SandovalJosé Antonio. Biografía apasionada”, Ed. Juventud, 1941.

[9] Entendida esta catalogación en su contexto y en su forma popular. Nosotros nos decantamos por el análisis filosófico materialista que hace Gustavo Bueno sobre izquierdas y derecha en sus dos libros: “El mito de la izquierda” (2006) y “El mito de la derecha” (2008).

[10] Enrique de Aguinaga, “También la derecha ha fusilado a José Antonio”, Madrid, 4 de abril de 1974, pp. 4 y 5.

[11] Arnaud Imatz, “José Antonio: entre odio y amor”, Ed. Insólitas, pág. 50, 3º edición, 2018. Es, a ciencia cierta, la mejor biografía de José Antonio Primo de Rivera y el nacionalsindicalismo, que no se para en la muerte del jefe nacional de FE de las JONS, sino que abarca hasta la Transición española de 1978.

[12] No confundir con el sindicato vertical franquista que no cumplía ni las mínimas características del propuesto por el nacionalsindicalismo.

[13] Falangista de primera hora y miembro de la Junta Política de Falange. Abogada, articulista, escritora premiada y pionera en la reforma del Código Civil, Código Penal, Código de Comercio y de la Ley de Enjuiciamiento el 24 de abril de 1958 en pro de la igualdad jurídica de la mujer. La derecha conservadora la apodó despectivamente Reformica, llegando a atacar sus artículos en ABC por su defensa a ultranza de los casos de violencia doméstica y la situación denigrante de las féminas en la sociedad de entonces. Hasta su muerte en 2002 encabezó infinidad de causas sociales en defensa de los más necesitados: jubilados, niños, mujeres víctimas de violación.. que acabaron en reformas necesarias en el marco jurídico. Fue la Agustina de Aragón del Código Civil, como la denominarían Laura Martín Jiménez y Gustavo Morales.

[14] En su mayoría personas del ámbito conservador y derechista que se apuntaron a las filas azules por motivos que atañan a la supervivencia durante la guerra. Muchos de ellos fueron enemigos acérrimos de la formación falangista en los años que precedieron a la Guerra Civil española y los primeros que se encargaron de hacer auténticas atrocidades con la camisa azul durante la contienda.

[15] En este año fueron asesinados todos los fundadores de FE de las JONS: Ramiro Ledesma Ramos, José Antonio Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda y Onésimo Redondo Ortega. Un dato que ayuda a la comprensión de la facilidad con que se llevó ese trasvase de personas ajenas a la formación falangista.

[16] VV.AA, “Un grito en el silencio. Homenaje a Mercedes Formica”, Ed. Barbarroja, pág. 64 y 65, 2015. Un libro que recomiendo encarecidamente, porque su lectura es de imperativo moral.

[17] Rosario Ruiz Franco, “Mercedes Formica”, Ediciones del Orto, pág. 61, 1998.