Gaceta FJA
12:00
23/09/21

Cena en Florida Park

23/09.- En las elecciones del 79, Falange Española de las JONS ya se encontraba dividida. Como no podía ser menos entre falangistas, unos y otros, poco tiempo antes camaradas, se convirtieron en enemigos irreconciliables

Autor.- Pedro Cantero López. Publicado en Gaceta de la FJA, núm. 348, de septiembre de 2021. Ver portada de Gaceta Fund. José Antonio, en La Razón de la Proa (LRP). Recibir actualizaciones de LRP (un envío semanal).​

Cena en Florida Park

Cena en Florida Park


Para Adela Cortés que está en los luceros.


En las elecciones del 79, Falange Española de las JONS ya se encontraba dividida. Como no podía ser menos entre falangistas, unos y otros, poco tiempo antes camaradas, se convirtieron en enemigos irreconciliables.

El lio que se montó con el tema del nombre, fue de los de no te menees. En el grupo que permanecimos junto a Pedro Conde, toda la estrategia la llevaba Rafael Sánchez Plaza, a la sazón capitán de la Guardia Civil. Él y su mujer, Pilar de las Heras, eran como unos padres para los más jóvenes y empleaban todo su tiempo y parte de su dinero en trabajar para la Auténtica.

El tema, imposible para otros, para la Falange no tenía importancia. La que oficialmente ostentaba el cargo en el partido era Pilar, dado que Rafael por su condición de militar no podía pertenecer a ningún partido político y mucho menos desempeñar cargo alguno. Pese a lo cual, Rafael asistía a todas las reuniones que manteníamos la Junta Nacional, sin calibrar el peligro que corría. En los meses de mayor ebullición del conflicto azul, cogía su coche, un Seat 124 Sport, y se iba a la carretera de la Coruña a la espera de ver pasar el Renault 8 con Pedro Conde a bordo. No sé que trazas se daba, pero siempre lograba localizarle y ponerle al tanto de lo que acontecía.

Ante la convocatoria de las elecciones de 1979, Rafael, propuso que para el Senado nos presentásemos por Madrid: Narciso Perales, Adela Cortés y Pedro Cantero. El motivo era que entre los tres, como así fue, por diversas circunstancias, podíamos obtener unos resultados decentes como así fue. Narciso, por su carisma y prestigio profesional y su limpia trayectoria. Adela Cortés, porque daba el perfil de falangista moderna: guapa, elegante, simpática y universitaria. Y el que escribe todo esto, por el predicamento que tenía sobre mis compañeros de Chrysler España, a causa de mi actividad sindical en la misma. Se dio la circunstancia, que en el sector de Madrid sur, próximo a mi fábrica, un compañero que presidia una mesa electoral, le causó sorpresa que al abrir las papeletas, en muchas de ellas, aparecía marcado mi nombre junto al de otros dos candidatos de los partidos mas impensables, como podían ser, La Liga Comunista Revolucionaria, La ORT, o Fuerza Nueva.

El tema del nombre fue la estrella de nuestro quehacer cotidiano. Ya me he referido a muchas anécdotas al respecto, en todas ellas, con Narciso de protagonista. Solo me referiré a una: después de la trifulca con el señor de la Oliva en el Ministerio del Interior, fuimos a entregar el documento a la Secretaría del Congreso. Allí fuimos recibidos por el secretario, que curiosamente se jubilaba aquel día. Lo que en principio estaba previsto como una simple entrega de papeles se convirtió en una conversación de mas de dos horas, entre los dos veteranos personajes.

En aquel tiempo, Adela Cortés, mantenía una relación con Juan José Mendoza, un joven abogado falangista, hijo de uno de los socios de entre otros locales, Florida Park. Una noche habíamos estado pegando carteles con nuestra candidatura para el Senado –que lástima que no conozca el paradero de alguno si es que todavía alguien lo conserva– y a eso de las cuatro de la madrugada, Adela, no sugirió que fuésemos al Florida Park a tomar algo. Así lo hicimos y al tener noticias de nuestra presencia, con el local medio en penumbra, nos montaron una mesa corrida, donde aparte de tomar asiento, nos obsequiaron con unas viandas de comida, que entre lo buenas que estaban y el hambre que llevábamos nos supieron a gloria.

En medio de la comilona, sentimos que alguien con la voz del pato Nicol, gritaba: ¡Viva el nacionalsindicalismo! Era Mari Carmen, que había actuado allí aquella noche y se unió a la fiesta, junto a todos sus muñecos, que obviamente pidieron afiliarse.

Adela, camarada, desde donde quiera que te encuentres ¡Arriba España!

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