Versus radares
Publicado en el Nº 329 de 'Desde la Puerta del Sol', de 12 de julio de 2020.
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Poco a poco se nos va privando de la libertad en unos u otros aspectos. Ello a pesar del derroche que hacen los políticos respecto a que una de sus aspiraciones, a pesar de que uno de los puntos progresistas que nos quieren conceder es la libertad, lo que viene a ser una contradicción pues venimos al mundo con el libre albedrío que el Dios todopoderoso nos ha concedido con la obligación de que hemos de saber hacer buen uso de él.
Y son los políticos los que cada vez con mayor intensidad nos privan de esa libertad ínsita con la que aparecemos al lanzar los primeros llantos por perder el cobijo que teníamos en el seno materno en el que tan a gusto nos encontrábamos. Y, de una u otra forma, los políticos que se empeñan en pastorearnos, cada vez nos van poniendo más radares a través de los que cazarnos en lo que nos prohíben o limitan.
El primer artilugio realmente ostensible que surgió de ese tipo quizá fue el empleado para vigilar la circulación. Con él nos cazan si nos pasamos de la velocidad autorizada, pero, curiosamente, debemos ser los más pringaos –pringados que dice la RAE– los que cargamos con las multas cuando nos pasamos apenas unos kilómetros de los autorizados, ya que los que habitualmente van siempre por encima de la velocidad autorizada y acostumbran a adelantar inadecuadamente, apenas deben ser multados toda vez que no pierden esa costumbre, y si realmente recibieran la papela que se merecen se podrían asfaltar todas las carreteras una vez al año.
Y esta forma de controlar nuestra velocidad al volante, que tenemos limitada para evitar accidentes y muertes, cada vez se perfecciona más e igual se instalan en lugares escondidos, que en helicópteros que últimamente en ese nuevo artilugio llamado drones.
De la misma forma que surgen los radares del ejemplo que hemos puesto, la vida va poniendo ante nosotros otros muchos que incluso nos impiden hacer lo que, sin ser nocivo, nos apetece. Unas veces nos resultan negativos otras ayudan a que vivamos más o menos a gusto o tranquilos, como es el caso de evitar accidentes y destrozar familias por retar insensatamente a la muerte.
En el caso que traemos a colación hoy consideramos que los radares son sumamente necesarios, resultan imprescindibles y han de funcionar correctamente. Por eso los enfrentamos al versus en la escueta definición que nos da la RAE a esta palabra –que tienen diversas otras aplicaciones echando mano a su origen inglés–, es decir en su simple definición de«frente a» o «contra». Y la aplicamos en la situación en la que se halla nuestro país. Porque:
a) España tiene no pocas fisuras y corre el peligro de romperse;
b) por parte de algunos ideólogos se reniega de la monarquía como forma de gobierno y por ende se ha iniciado una campaña hedionda contra el jefe del Estado;
y c) la penuria de calidad de los políticos a lo que se suma en no pocas ocasiones la falta de honestidad, la ambición personal y la ideologización que pretende imponer sobre la población, lo que se agrava con la deshonestidad de los medios de comunicación, como cuarto poder para controlar al Estado, que se dejan comprar por el Gobierno cuando no son ellos los que se venden al mejor postor.
En el primer caso traemos el artículo de nuestro colaborador José María Nieto Vigil que hace una amplia semblanza de la situación en las Vascongadas y Navarra donde se ha consentido que la banda etarra fuera tomando poco a poco el control de las instituciones, con la dejadez de los políticos y la ayuda del PNV de acuerdo con la teoría de Javier Arzallus de que «unos sacudan el árbol, pero sin romperlo para que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas».
Hoy moverán los vascos una vez más el árbol a través de las elecciones que han de celebrar. Sin duda este artículo es un claro radar. Y cabe aplicarlo también para Cataluña, donde el árbol es vareado de diferente forma con el mismo objetivo, observándose también incipientes intenciones del mismo aspecto en Galicia, aunque las meigas no anden demasiado hacendosas, por más que, como nos dice Javier Ortega Smith, en cualquier momento pueden cambiar el ritmo de la muñeira.
El segundo radar detecta el deseo manifiesto de Podemos y la izquierda socialcomunista de echar por tierra a la monarquía como forma de Estado, donde el Rey ostenta la jefatura del mismo,con la intención de implantar en su lugar una república marxista totalitaria, poniendo a su frente suponemos que a Pablo Iglesias quien, con su maestría, terminaría de deshacer España.
Aparte las permanentes alusiones que se hacen a la figura de Felipe VI, la vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados, de Podemos, pidió la abdicación del Rey. Incluso Pedro Sánchez intenta ningunear la figura del Rey, como ha hecho en el caso de la invitación al acto de Estado del próximo día 16 por los fallecidos como consecuencia del covid-19, pues en la misma el jefe de Estado aparece en segundo lugar. Afortunadamente el rey ha debido reflexionar al respecto y, en la medida de lo posible, le vemos aparecer en muchos actos oficiales además de haber iniciado con gran éxito un amplio recorrido por toda España.
En tercer lugar los radares no dejan de funcionar respecto a la baja calidad de los actuales políticos de España, pues son impresentables, tendenciosos, se dejan guiar por la ideología que los domina en vez de dedicar todo su esfuerzo a servir a España, o por la ambición personal que los lleva a tomar decisiones francamente desequilibradas y negativas para los intereses de la nación, donde podemos agregar el comportamiento de la prensa que es insultada por una parte o generosamente premiada por otra.
Suponemos, y esperamos, que el límite estará al final de vacaciones, cuando los radares hayan analizado con largueza cómo anda el país, y surja la imprescindible necesidad de un cambio sin paliativos de ningún tipo.