La lección del Rey

Amigos, el Rey nos ha hecho el vademécum de cómo es España y cómo la tenemos que mantener, poniéndonos e la línea de cómo arreglar lo que esté averiado. ¿A qué esperamos?


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid (4/ENE/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

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La lección del Rey

Lo dice el refrán y, por ende, no es malo acogerse a sus dictámenes, pues es la sabiduría acumulada por la historia de lo que ha ido conceptuando la gente del pueblo. Si el diccionario nos aclara el significado de cada una de las palabras que el idioma ha ido utilizando para entenderse, el refrán es una paremia o sentencia tradicional que tiene su origen y uso popular y por lo tanto anónimo; por más que, con el correr de los años, y lo mucho que han dicho o escrito las personas cultas, también estos han aportado una importante ristra de frase que se utilizan con frecuencia por otros escritores para asentar sus manifestaciones.

Incluso podemos basarnos en lo que al respecto dice el diccionario en el sentido de que, entre el amplio y variado género de seres humanos los hay de muy diferentes especies que, con habilidad, unos mejor que otros, unos con buenas intenciones y otros con avieso deseo, unos en español otros en lenguas de variadas de andar por casa, hacen buen uso de la escritura.

Entre esas variantes, el diccionario es amplio en esta ocasión, e incluye a los autores, publicistas, literatos, libretistas, novelistas, narradores, poetas, comediógrafos, dramaturgos, ensayistas, prosistas, biógrafos, polígrafos, redactores, periodistas, articulistas, guionistas, colaboradores, creadores, argumentistas, libretistas e historiadores. A todos ellos hay que agregar gente variada como los ignorantes de baba, políticos de nueva estampa, amigos que han de rendir pleitesía por los beneficios recibidos, sin olvidar a una amplia caterva de bípedos que va aumentando día a día la plantilla de «trabajadores» del estado en sus asientos más cualificados.

Lo dicho: como numerosos escritores y periodistas han puesto de manifiesto, más lo que se ha escuchado por la televisión, toda persona sensata, dispuesta a cumplir las normas recogidas en la Constitución, son seguidoras de los principios tradicionales de convivencia emanados de la doctrina cristiana que son la base de la cultura de Occidente, han ensalzado el mensaje de Navidad del rey Felipe VI; siendo interpretado a la inversa por los seguidores del sanchismo, la ministra y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, –que ha tenido incluso los deslices de llamar a S.M. Felipe IV y Felipe XI–, y toda esa panda de encastrados por Pedro Sánchez en la Administración para que puedan decir amén a sus desaciertos, mentiras, cambios de opinión, etc. Actuando los primeros con moderación –quizá excesiva– y soltando burradas, sandeces y necedades sin mesura los segundos, que gozan de incontinuidad en el hablar.

Sin duda las palabras del Rey son para tener presente en todos los aspectos de nuestra vida porque son las que orientan el camino que hemos de seguir. Lo que tendrían que valorar los que adoptan porte ecléctico, los que no tienen en consideración los problemas del país pues solo buscan lo que a ellos interesa, los partidos políticos como PP y VOX a efectos de conseguir acuerdos para perseguir un mismo camino.

Y claro, cuando el presidente del Gobierno manifiesta públicamente que 2023 ha sido un año «de progreso, concordia e igualdad» y prioriza en 2024 la conquista de más derechos, habría que salir a la calle para ponerle también a él «en la rúa». Y no digamos cuando asegura que él pasará a formar parte de la historia de España... ¡Jesús, qué barbaridad!

Amigos, el Rey nos ha hecho el vademécum de cómo es España y cómo la tenemos que mantener, poniéndonos e la línea de cómo arreglar lo que esté averiado. ¿A qué esperamos?