Cumplir las obligaciones aunque solo sea de cortesía

Con eso de la democracia y la libertad, por un lado lo delegamos todo o casi todo y por la otra estamos contentos de que cada quién funcione como le da la gana.


​​Publicado en la revista El Mentidero de la Villa de Madrid (11/ABR/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

La mayoría de españoles, casi todos, nos enteramos a medias, o de ninguna forma, de las cosas que suceden en el país, y nos quedamos tan tranquilos. Digamos que no nos preocupa demasiado el tema. Que delegamos en las personas que votamos de vez en cuando. Nos fiamos de ellos como si fueran unos correctos cumplidores. Solo de tarde en tarde, cuando un español se despierta y suelta algo que puede parecernos un exabrupto, nos llegan vientos acompañando las barbaridades que cometen, las tropelías que llevan a cabo, cuán mal administran lo que les encomendamos custodiar y gestionar honestamente.

Con eso de la democracia y la libertad, por un lado lo delegamos todo o casi todo y por la otra estamos contentos de que cada quién funcione como le da la gana. Vivimos en un error. Por haber libertad hemos de estar atentos a que todos se comporten correctamente, sin meter las manos en el arca nada más que para sacar aquello que legalmente es preciso pagar, y haciéndolo con pudor, decoro, modestia y honradez. Porque es muy peligroso que se maneje el dinero «que no es de nadie» como ya dijo en una ocasión la ilustre Carmen Calvo, doctora en Derecho Constitucional, a la sazón jurista constitucionalista, profesora universitaria, que brujuleó como ministra de Cultura, de la presidencia y, además, de vicepresidenta primera del Gobierno y del PSOE, habiendo llegado a encontrarse hoy día como presidenta del Consejo de Estado.

Si esta ilustre señora, con toda su pompa, es capaz de soltar una estolidez rozando el libre albedrío de hacer con el dinero público lo que le parezca al que tiene la llave, no debemos asombrarnos de nada relacionado con el manejo de los fondos que el Estado recibe de todos nosotros. Y de esa forma ha venido actuando Pedro Sánchez paralelamente a todo lo demás de administrar los bienes de España, incluyendo en los mismos a la mismísima población. Porque a poco que se escarbe se encuentra uno con lo que dice una sentencia atribuida a Atila –aquél tipo del siglo v del que no tendrán ni pajolera idea las últimas generaciones de españoles dado el interés que muestran por la historia–: «Cuanto más larga es la hierba mejor se corta». Y es lo que ha venido haciendo el doctor Sánchez. Aunque este veredicto vale para todo el mundo.

Y vale para aplicar a Pedro Sánchez. No es que le tengamos tirria personal, es que se la gana día a día. Porque este pájaro hace oposiciones para conseguir ser un cretino incapaz de saber cumplir con sus obligaciones tanto en la administración del Estado como en su comportamiento con todos aquellos que no se suben a su burro. Lo mismo le da el Rey que el que trabaja profundamente para sacar adelante a la familia. Lo podremos ver leyendo el artículo que publicamos de Fernando García Romanillos, y se puede apreciar en su comportamiento general. No sabe o no quiere cumplir con sus obligaciones, y se regodea dando coces a la cortesía. Algún castizo diría que como un asno.

Y si él es capaz de tomarse las libertades de interpretar todo lo que necesita para seguir su ruta, digo yo que, haciendo uso de las atribuciones que tiene el Rey, y teniendo en consideración todos los desmanes de Pedro Sánchez, bien puede suspenderle del cargo al que se subió con una artimaña, nombrando a un presidente interino por el tiempo necesario para convocar unas elecciones en las que, por ejemplo, no puedan participar los partidos políticos que están fuera de lo que marca la Constitución. Y en el entretanto, ir haciendo la limpieza que el país precisa.