Editorial | Lucero

Que sigan los demás con sus festines

Tenemos que reconocer, con dolor, que el 'problema de España', en su profundidad, no solo atañe a lo político sino a 'lo sociológico'.


Publicado en la revista Lucero (núm. 154, enero-marzo de 2024). Editada por la Hermandad Doncel - Barcelona | Frente de Juventudes. Ver portada de Lucero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

Aquel más de lo mismo que abría el editorial de nuestro último número sigue su marcha

Arrecia la polémica sobre la ley de amnistía que el gobierno Sánchez pretende llevar adelante, contra todos los juristas, solo por conseguir el plácet de los diputados de Junts, imprescindibles para mantener su menguada mayoría parlamentaria. El debate está abierto en el ámbito europeo, donde, además, se están aportando documentaciones sobre los contactos de los separatistas con la Rusia de Putin. A estas alturas, no sabemos cómo terminará esta auténtica locura de vodevil…

Entretanto, en España (y en toda Europa) agricultores y ganaderos están reivindicando su lugar bajo el sol, sometidos a la implacable burocracia de una Unión Europea cuya intencionalidad parece, precisamente, desunir esa Europa; la Agenda 2030 sigue su marcha implacable, en debilitamiento de las verdaderas necesidades de los pueblos.

¿Para qué seguir? Los problemas se acumulan y nadie propone soluciones, quizás porque se ha producido un verdadero divorcio entre el mundo de la política y el mundo real, entre una democracia de forma y una auténtica democracia de fondo

Cuando contemplamos ese mundo político, observamos inmediatamente, no solo su incultura y su zafiedad, sino su alejamiento del resto de la sociedad; por ejemplo, quienes tuvieron estómago para seguir las escenas de los premios Goya pudieron contemplar el quiero y no puedo de nuestros dirigentes, disfrazados de galas y vestimentas suntuosas, mientras Valladolid aparecía materialmente tomada por las fuerzas de orden público, para evitar que los gritos de los tractoristas molestaran los oídos de los actores a la violeta…y de la ceja. El festín del mundillo político nada tiene que ver con la escasez de vivienda, con el número de parados, con el desastre de la educación, con la invasión de pateras en nuestras costas y los consiguientes guetos de pobreza.

Nosotros estamos al margen del mundo político de hoy; de vez en cuando se acuerdan de nosotros, con intención de vituperio, como cuando el presidente manifiesta su gusto por esa cutrez que teóricamente va a representar a España en Eurovisión y la contrapone al Cara al sol (¡menos mal!). Y en estos últimos días hemos asistido al asesinato de dos guardias civiles por los narcotraficantes; nos han abochornado, especialmente, las escenas en que unos supuestos ciudadanos españoles jaleaban a los malhechores en su crimen…

Tenemos que reconocer, con dolor, que el problema de España, en su profundidad, no solo atañe a lo político, como decíamos arriba, sino a lo sociológico. Urge reeducar a muchos españoles que se niegan a serlo… Necesitamos una sociedad sana que imponga su integridad, su limpieza y su asepsia al mundo político que la ha inficionado.