Hemiplejía complementaria

4/MAR.- Lejos de ser enemigas, derechas e izquierdas siempre fueron complementarias. No en vano ambas son criaturas de la misma 'mano que mece la cuna'.

Si algo nos ha enseñado la historia es que –desde el fin de la Edad Media– toda revolución económica de tipo capitalista ha conllevado la destrucción del orden social vigente, ese que obstruía cada vez su triunfo.

De ahí que en nuestro tiempo (y para lograr la imposición global del turbocapitalismo vía cierre de los pequeños negocios, finiquitación del comercio de cercanías, fomento de la especulación financiera, aprobación de leyes favorables a las multinacionales, etc.) haya que reducir a polvo lo poco que va quedando ya de vínculos comunitarios: institución familiar, lazos afectivos amén de abogar por la antinatalidad, enfrentar a los sexos, favorecer la inmigración descontrolada, potenciar el multiculturalismo, etc.

De lo que se deduce que los derechistas que claman a favor de la familia, a la par que defienden el cada vez más precario mercado laboral, son igual de nocivos que los izquierdistas que critican dicha flexibilización laboral pero a la vez implementan la muy disolvente ingeniería social progresista.

Y es que, en el fondo, lejos de ser enemigas, derechas e izquierdas siempre fueron complementarias. No en vano ambas son criaturas de la misma mano que mece la cuna.




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