La pederastia que viene

La pederastia sería el peldaño «evolutivo» futuro sobre el que nos tocase descender.

​​​​​Publicado en primicia en la sección opinión del digital Sevilla info (23/OCT/2023), posteriormente recogido por La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.

La pederastia que viene

La aparición de un partido político en Holanda en 2006 reivindicando la legalización de la pederastia, y el hecho más grave aún de que un tribunal holandés considerase legítima tal pretensión, marcaron el disparo de salida en Europa hacia una nueva conquista del progresismo anticristiano, alertándonos de que la legalización de la pederastia sería el peldaño «evolutivo» futuro sobre el que nos tocase descender. Por ser suficientemente conocidos en asuntos de similar escabrosa naturaleza, es fácil adivinar los pasos que se seguirán en la estrategia: al principio nos venderán que todos los pederastas son enfermos que no pueden dominar sus impulsos, para en último momento concluir que, en realidad, se trata más bien de una nueva opción sexual, enriquecedora para mayores y menores de edad.

Con tales objetivos, comenzarán a pulular paulatinamente por los diferentes platós televisivos variopintos defensores de la pederastia con algún que otro intelectual de talla (de talla progresista) avalando las tesis entre sonrisas, y calificando de radicales intolerantes a quienes se atrevan a disentir. Se rodarán películas presentándonos el tema de forma amable y edulcorada, donde el pederasta será el héroe, encarnado por el último actor de moda en Hollywood. Aparecerán extrañas estadísticas realizadas por avanzadas universidades demostrando las bondades para los menores de las relaciones sexuales, cuando éstas son «conducidas» por mayores de edad sanos, serios y responsables; y nos ofrecerán curiosos estudios sobre privilegiadas civilizaciones perdidas, donde la pederastia era moneda de uso común. Maravillosas y ocultas civilizaciones finalmente erradicadas por la terrible y exterminadora cultura judeocristiana… Resucitarán a egregios personajes históricos de demostrada pero oculta pederastia, que en su tiempo constituyeron un referente moral para el progreso de la humanidad. Y hasta en la misma Biblia encontrarán velados pasajes que hay que reinterpretar.

Posteriormente, cuando vayan considerando que el patio contiene suficiente estiércol para que germine la semilla, se planteará la batalla decisiva tras la exposición a los cuatro vientos de un caso «estrella», susceptible de mover las sensibilidades populares, en donde se nos muestre a un menor que pudo salir de una penosísima situación de miseria, gracias a las atenciones y cuidados recibidos por un exquisito y sensible pederasta. (Para ese momento, obvio es decirlo, ni el pederasta ni la pederastia se denominarían así, sino que habrían adoptado otros nombres que inspirasen menor rechazo y una mayor humanidad hacia esta «opción»).

Y finalmente, tras la consabida paliza mediática y propagandística, los graves obstáculos morales que hoy nos parecen insalvables, como son la falta de juicio y madurez física y psíquica en los niños para prestar el libre consentimiento a este tipo de prácticas, y el comprobadísimo daño real y efectivo de las graves secuelas que tan espurias relaciones dejan en los menores que las padecen, serían derribados sin apenas resistencia ante la indolencia generalizada de la mayoría de un pueblo que, como en otros temas, mirará para otro lado con la repetida excusa de que cada uno hace con su cuerpo lo que quiera, siempre que la sangre, o cualquier otro tipo de fluidos orgánicos, no nos salpique.



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