Un confuso mensaje papal

A veces me cuesta mucho interpretar el sentido de las palabras de este Papa, tan dispuesto siempre a hablar de lo divino y lo humano por tierra y por aire.

​​​​​Publicado en primicia en la sección opinión del digital Sevilla info (8/AGO/2023), posteriormente recogido por La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín de LRP.​

Un confuso mensaje papal

Desde mi modesta condición de católico de a pie, confieso que a veces me cuesta mucho interpretar el sentido de las palabras de este Papa, tan dispuesto siempre a hablar de lo divino y lo humano por tierra y por aire, sin que pareciera darse cuenta de la magnitud que pueden alcanzar sus consideraciones.

Por ejemplo, es laudable que, frente a una Iglesia temerosa concebida como un habitáculo cerrado para unos pocos elegidos que se creen mejores que el resto, proyecte una imagen abierta equiparándola a un lugar donde TODOS tienen acogida, por muy gravemente heridos y desesperanzados que se encuentren. En este sentido, y en sintonía con lo que nos enseñó el mismo Jesús cuando nos dijo que él había venido a salvar a los pecadores y que no estaba el médico para los sanos, sino para los enfermos, puede ser gráficamente acertado presentar a la Iglesia como un hospital de campaña: un refugio sanador en medio de las batallas y refriegas de la vida. Hasta aquí todo bien.

Pero el tema se complica, induciendo a la confusión, cuando en esa misma pastoral el Papa abunda, como acaba de hacerlo en Lisboa en las exitosas JMJ, en que Dios nos acepta a TODOS tal como somos, y estemos como estemos; pero omite la exigencia de que, una vez acogidos por Dios, es Dios mismo quien nos pide que cambiemos y corrijamos nuestros errores y pecados. Y esta confusa interpretación, respecto a la doctrina que ha mantenido desde siempre la Iglesia, genera también la cuestionable actitud y palabras de Francisco en el documental Amén, Francisco responde, cuando contesta (más o menos) a un grupo de jóvenes de lo más variopinto.

«Vete y no peques más», le dijo Jesús a la mujer adúltera cuando se presentó ante ella acogiéndola con un mensaje de salvación. Si omitimos esa parte en el perdón de Jesús, mutilamos algo tan fundamental de su Palabra, que vaciamos de sentido todo lo demás.




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