La oportunidad económica de la presidencia española de la UE

Por evidentes razones corresponde a nuestro país, en cooperación con Portugal, impulsar las relaciones entre la UE y lo que cada vez más se denomina Iberoesfera .


​​Publicado en primicia en la sección opinión del digital El Debate (17/05/2023), y posteriormente recogido por La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

La oportunidad económica de la presidencia española de la UE

A partir del próximo 1 de julio España ejercerá por quinta vez la Presidencia del Consejo de la Unión Europea (UE). Entre la agenda avanzada para ese periodo está la recuperación de las cumbres entre la UE y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC). La cumbre UE-CELAC está programada para los días 17 y 18 de Julio en Bruselas y tiene varios ángulos que la hacen especialmente importante. El primero es que va a contra corriente del escaso interés que la UE muestra por el continente hermano y que contrasta con la creciente influencia que sobre sus países ejercen China y Rusia. Efectivamente, formalmente la cumbre no se celebraba desde 2015 y hasta el momento sólo habían tenido lugar reuniones a nivel ministerial o cumbres informales como la del 14 de diciembre de 2020 en Berlín.

Por evidentes razones corresponde a España, en cooperación con Portugal, impulsar las relaciones entre la UE y lo que cada vez más se denomina Iberoesfera frente al término América Latina que arrastra un rancio tufo anti peninsular.

El reciente informe del Panorama Estratégico 2023 publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) permite una lectura muy interesante del papel que debe jugar la parte Americana de la Iberosfera. Este papel debe analizarse en mitad del proceso de globalización ahora en declive tras mostrar sus debilidades en la pandemia y en la guerra entre Rusia y Ucrania.

El desplazamiento del poder económico en favor de China y la irrupción de la Rusia poscomunista ha tenido también su impacto en las relaciones comerciales con la CELAC. En los años 90 la UE era un socio comercial importante de región de la América Hispana y el Caribe o ALC en acrónimo menos amable. Cristina Manzano, en el mencionado informe del IEEE, escribe que la UE que compraba cerca del 25 % de los productos exportados por la región. Tres décadas más tarde, en 2020, esa cifra solo alcanzó el 6 %, mientras que a China y a Estados Unidos llegaron el 26 % y el 13 % de las exportaciones de la américa hispana, respectivamente.

La pandemia sirvió también para que China desplegase en la región la denominada «diplomacia de la vacuna» consistente en suministrar el principio activo de las vacunas desarrolladas por el país asiático a bajo precio a cambio de poder desplegar su fibra 5G en aquellos países con los que suscribía acuerdos de asistencia sanitaria. Importa destacar que la ley china de Seguridad Nacional de 2017 obliga a sus empresas a transferir información a su gobierno cuando sea relevante para la seguridad del país.

Junto con la mayor influencia comercial de China y Rusia, ni España ni el resto de Occidente debe pasar por alto su creciente influencia cultural. Por ejemplo, señala Cristina Manzano, Rusia ha desplegado una estrategia muy exitosa de penetración en las sociedades latinoamericanas a través de sus medios de comunicación: la agencia de noticias Sputnik y el canal de televisión Rusia Today-RT. Precisamente esta TV llega a 18 millones de personas en 10 países latinoamericanos, con contenidos en español, y suma más de 1.000 millones de visitas en YouTube. Una influencia diferente pero no menos importante es la que China despliega a través de las sedes de su Instituto Confucio. Este comportamiento es marcadamente distinto al que España despliega en el resto del mundo como ha puesto de manifiesto el hecho de que en Canadá, país de referencia para el movimiento independentista, no exista sede del Instituto Cervantes. No debe ignorarse que en la Universidad de Toronto se urdió el tramposo informe denominado «Catalangate» cuyas graves debilidades puso de manifiesto el profesor José Javier Olivas.

¿Qué puede impedir que la presidencia española de la UE relance las relaciones con la CELAC? Pues el peso del discurso hispanófobo –también extensible a parte de nuestros socios europeos– alentados por los movimientos indigenistas en la Iberosfera, el apoyo que reciben en nuestra propia nación y la financiación recibida principalmente por Rusia y China. Efectivamente hay un recelo, en general, hacia Occidente, tanto por la narrativa alimentada por estas potencias (China y Rusia) en su desafío al orden global establecido tras la Segunda Guerra Mundial, como por la renovación de los discursos anticoloniales, sostiene Manzano. Esta barrera frena las posibilidades de crecimiento de relaciones entre ambas regiones mundiales pese a la creciente contestación cultural que está recibiendo por quienes se emplean a fondo en desmontar la leyenda negrolegendaria.

En definitiva, la Iberosfera se ajusta, al menos de forma parcial, a las relaciones comerciales basadas en la idea de «friendshoring» que en la práctica consisten en tener cadenas de suministros cortas, en países aliados e incluso amistosos. Así lo señala con acierto Pablo Pardo en su contribución al ya citado estudio. Esta visión supera la vulnerabilidad que la globalización ha mostrado para Occidente y justifica todos los esfuerzos que la presidencia española pueda hacer en el complejo acuerdo entre la UE y Mercosur, el mantenimiento del nuevo acuerdo con Chile y la revisión del acuerdo con Méjico –gran puente entre la Iberosfera, la UE y los tres aliados que conforman la zona USMCA–.

Naturalmente contra toda esta lógica actúa el freno hispanófobo y anti occidental; un freno que aplica no sólo en los países de Hispanoamérica y el Caribe sino también en la propia Europa, incluso desde posiciones en gobiernos de coalición como el español. Nos jugamos mucho. La UE ha practicado la deslocalización de la tecnología a Estados Unidos a quien también habíamos alquilado la defensa, de la energía a Rusia, y el comercio exterior a China. Citando el propio informe del IEEE «si un solo barco puede detener una parte significativa del flujo de mercancías en el mundo, es lógico cuestionar las razones por las que hay que confiar en un sistema tan vulnerable».




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