Estado de alarma es igual a estado de tristeza

27/10.- Saldremos más fuertes, nos dijeron, y hemos salido más pobres y más tristes
Estado de alarma es igual a estado de tristeza

A las 7.30 de la mañana ha sonado la alarma de mi teléfono móvil, como todos los días, solo que hoy era el primer día del nuevo estado de alarma con que nos premia nuestro gobierno por hacer las cosas bien.

Me ha recordado a una vieja amiga, cuyo padre era director de prisiones, lo que les obligaba hace años a vivir en la instalación, que le provocó un insomnio crónico aquellas voces nocturnas, antes de inventar los telefonillos, y que escuchaban en el silencio de la noche… Alarmaaaa!! Alarmaaaa!!

La ambigüedad es el principal exponente de este nuevo estado de alarma:

No hay confinamiento domiciliario, pero recomiendan no salir de casa si no es estrictamente necesario.

No hay restricciones a la movilidad, excepto por la noche y cuando decidan los gobiernos autonómicos.

Según los niveles de alarma, se podrán abrir negocios en distintos horarios, la mayoría de la hostelería tendrá que cerrar en las horas habituales de máxima audiencia.

Se limitan derechos fundamentales según donde vivas, cosa esta que no parece del todo legal, ya que este gobierno ha dejado la patata caliente en manos de los reyezuelos de las taifas autónomas españolas en vez de mojarse y unificar las medidas para todos igual.

Se restringe la movilidad entre comunidades autónomas, y en algunos casos se impide la salida del término municipal, excepto en las circunstancias laborales y extraordinarias que detallan en las órdenes.

Todo esto me lleva a sospechar que otra vez el Gobierno va a volver al decretazo como estilo de gobernanza, nada menos que durante seis meses. Este gobierno ha estado más tiempo dirigiéndonos en estado de alarma que en circunstancias normales!!

Y me vuelve a entrar el miedo y la tristeza, el miedo de que sus socios de gobierno, los comunistas, vuelvan a aprovechar el estado de alarma para seguir machacando con su agenda de reformas históricas, de género, de aborregamiento de masas, de seguidismo educativo y de empobrecimiento de la clase obrera. Todo ello con el beneplácito del partido mayoritario.

Tristeza, porque están consiguiendo algo que llevaban años intentando: hacernos europeos para lo malo, cambiar nuestras costumbres ancestrales del aperitivo a mediodía, la cerveza al salir de trabajar, las reuniones imprevistas en cualquier bar, las comidas de trabajo que se alargan, las cenas con clientes, y todo aquello con que los europeos del norte nos envidiaban, gracias a nuestra climatología y sobre todo a nuestra forma de ser, sociables, hospitalarios, juerguistas…

Tristeza porque todo ello conlleva la ruina de un sector estratégico de nuestra economía, como es el turismo y la hostelería, cientos de miles de puestos de trabajo en peligro cierto y miles de empresas al borde de la quiebra.

Tristeza por que la alegría innata de los españoles se está trocando en amargura, depresión y desesperanza.

Ya sé que la salud es lo primero y que hemos de proteger a los más débiles, a nuestros mayores y así intenta la sociedad española hacerlo, pero la verdad es que el gobierno no está ayudando mucho.

Ahora era el tiempo de los test masivos, los cribados de la población sana, del confinamiento de los positivos, asintomáticos o no…

En vez de eso, se criminaliza al pueblo español por hacer lo de siempre, socializarnos, en el buen sentido de la palabra, convivir como siempre hemos hecho y como parece ser que nunca volveremos a hacerlo.

Saldremos más fuertes, nos dijeron, y hemos salido más pobres y más tristes.

Estado de alarma es igual a estado de tristeza.

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