Culto a Indalecio Prieto

17/FEB.- No es este el primer culto que dedican los socialistas a quien fue el mayor responsable de le Revolución de Asturias del año 1934...


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 722 (17/FEB/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín de LRP.​

Culto a Indalecio Prieto

El pasado día 13 de febrero, el diario ovetense La Nueva España –cabecera que un día ya lejano, perteneció a Falange Española– con motivo del 61 aniversario del fallecimiento del líder socialista, un grupo de nostálgicos le homenajeó delante de su casa donde vivió –recordemos que Prieto nació en Oviedo el 30 de del 4 de 1883–. Ahora, un año más, el nuevo candidato socialista a la alcaldía de Oviedo, Carlos Fernández Llaneza, pidió quedarse con el esfuerzo de Prieto «en la reconciliación y en la recuperación de las libertades para este país». Y el candidato vuelve, sin ningún tipo de rubor, a hablarnos de libertades cuando nos dice: «recordemos a este gran socialista que nunca cejó en el intento de recuperar las libertades para este país, eso son los mensajes positivos de la vida de Indalecio Prieto».

Pero no es este el primer culto que dedican los socialistas a quien fue el mayor responsable de le Revolución de Asturias del año 1934 y que, sin embargo, no cita el candidato en ningún momento. No ha sido, este año, la primera vez que los socialistas recuerdan el aniversario de la muerte de su líder. Ya el pasado año, por ejemplo, ocurrió lo mismo. Fue cuando el mismo periódico La Nueva España, recogió la publicación de un artículo firmando por Félix Martín Martínez que comenzaba con estas palabras:

«Hace días, y en coincidencia con el 60 aniversario del fallecimiento de Indalecio Prieto en su exilio dorado de México, los socialistas ovetenses, con Wenceslao López y la extodo Mª Luisa Carcedo a la cabeza, han perpetrado de nuevo un homenaje al asesino Indalecio Prieto en la mismísima plaza del Ayuntamiento de Oviedo».

Y aunque, como podemos ver, nada dicen sus admiradores, en cada uno de los homenajes que le conceden año tras año, Prieto fue el responsable de aquella sinrazón como fue la Revolución de Asturias de 1934, donde los socialistas habían roto los cordones que circundaban la legalidad. De ahí, sus palabras que pronunció en el Círculo Cultural Pablo Iglesias, de México, el 1º de mayo de 1942:

«Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo».

A pesar de ello, entretanto a otros les quitan sus nombres de calles, derriban monumentos levantados en su memoria, hacen desaparecer cuadros, algunos de gran valor pictórico, etc., a Indalecio Prieto le han levantado un monumento en Madrid, su nombre figura en varias calles de España, y en diciembre de 2003, la presidenta del Congreso de Diputados, Luisa Fernanda Rudi, del PP, inauguró en el Congreso un busto de bronce al líder socialista. Mientras, de cualquier rincón de España se hacía desaparecer toda referencia, por ejemplo, a José Antonio Primo de Rivera. Incluso, muy recientemente, han hecho desaparecer de la Complutense el busto del exministro franquista Ibáñez Martín a quien no han tenido, los dueños del Poder, ningún sonrojo de interpretar su propia historia, que ellos manejan junto con la mayoría de los medios que ellos dirigen, al calificarlo de «represor del magisterio».

Ante tanta falsificación de nuestra historia, el medio El Debate, publicaba, hace poco, que el padre de un niño de 11 años denunciaba la eufórica visión que ofrece el libro de Primaria sobre la Segunda República. En unas de sus páginas se podía leer, decía el medio, una idílica visión de lo que supuso aquel periodo en España y que tiene poco o nada que ver con la realidad. Sin embargo, en el libro, no hacía ni una sola referencia al golpe de Estado de Lluís Companys cuando proclamó la independencia catalana. Ni tampoco, aunque fuera corta, de la Revolución del 34 que produjo más de 2.000 muertos, entre ellos 34 religiosos. Serían el principio de la enorme persecución religiosa que hubo en España.




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