¿Desobediencia civil ya?

España necesita urgente e imperiosamente resurgir social y humanamente. Si hablamos de libertad nada como que cada quién exponga sus criterios o valore los de los demás.


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid (22/FEB/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

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¿Desobediencia civil ya?

«Todos somos seres humanos infinitamente distintos, cada uno el más precioso monumento que debemos salvaguardar». Dicho por F. Mayor Zaragoza.

Si aceptas que eres único, consigues situarte en posición de fortaleza. Si haces sitio para ti mismo como eres, no importa lo que otros hagan o digan, no eres rebaño; pero si aceptas que eres diverso, tienes que buscar el rebaño de tu diversidad al que perteneces, y entonces eres una oveja más. El estado de tu conciencia es la clave que subyace a toda tu situación.

Todos radicalmente iguales en derechos y deberes en toda sociedad menos en este régimen sanchista que pregona la igualdad y premia la diversidad con la que combate la libertad, destruye la fraternidad, hunde en la miseria y busca la división, la exclusión y el odio a todo el que no traga con sus predicamentos.

Yo planteo la desobediencia civil más absoluta, la renuncia a callar ante Sánchez y su horda destructora. Seguir a Ervin Lazslo que ya en 2004 escribió en su libro Tú puedes cambiar el mundo: «Que nadie que sepa hablar siga callado; no debe haber tregua hasta que toda ligadura haya sido desatada». No se trata de cambiar de collar y correa, se trata de dejar de ser perros.

No nos gusta en absoluto la España sanchista, intentemos hacerla como se merece y ha sido en la historia; o sea, todo lo más opuesto a lo que hace Sánchez y su pandilla. Tenemos que mirar con valentía la miseria en la que nos han metido y en la que profundizan cada día; esa mirada nos podrá presentar las oportunidades. Hoy solamente VOX parece apuntar maneras para superar tantísima pena como España nos da.

España necesita urgente e imperiosamente resurgir social y humanamente, todo lo opuesto al progresismo actual carente de conciencia e ignorante de la realidad que viven millones de personas en pobreza, precariedad, injusticia, en enfermedad, en violencia e indignidad; todo ello fomentado por las políticas que se aplican. Pregúntese a los agricultores, ganaderos, pescadores, guardias civiles, etc. Y que los jueces digan todo lo que tienen que decir, que en esta revolución social con renuncia a obedecer al tirano, los jueces sean los árbitros de la razón.

El gobierno no puede seguir expoliando a la mayoría para beneficiar a sus adeptos, para comprar votos con ese expolio, para dotar su nepotismo partidista que supone un incalculable gasto absolutamente improductivo dedicado a la macro-burocracia, a la ideología, al colapso de las instituciones, al lobby LGTB, a la importación de pateranos para ocupar las calles y las cárceles, a dotar sin límites la agenda 2030 a expensas de nuestro campo, nuestras costas, nuestra dieta mediterránea y los millones de españoles que viven de ello.

«Donde hay poca justicia es un peligro tener razón»; nos lo dijo Francisco de Quevedo hace ya tres siglos. Siempre con el socialismo tuvo absoluta razón Quevedo. Han convertido el progresismo en un postureo multimillonario de estupideces radicales al albur de la ignorancia de las masas sociorriles. Progresía hortera, zafia, superchera, revanchista, ignorante y anti-mujer por encima de todo.

¿Cuántas cosas que se legislan, se enseñan, se hacen desde este gobierno son salvajismos destructivos del hombre como especie, de la sociedad como soporte humano, de cada familia y persona dignas del supremo respeto?

El mal en cristiano lo hace el demonio a través de hombres dispuestos a ello; y desde el poder, las manos y cabezas son más eficaces como «yonquis del poder globalista» (les llama Fernando del Pino). El poder que se monta en la persona que quiere ser o sustituir a Dios, dominar sobre los hombres y querer dominar y controlar la naturaleza, la realidad y todo cuanto existe. Siempre sometiendo, incluso queriendo someter a Dios con sus obras.

Nos queda sólo la desobediencia civil en todos los ámbitos de la vida civil, de la democracia y de nuestra supervivencia. El ejemplo de los agricultores es hoy nuestro mejor modelo de acción.