La tirria de Yolanda por los que tienen «pasta»

Se nos ocurre pensar la facilidad con la que se hace una provinciana a las costumbres de la capital.


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid núm. 806 (3/OCT/2023), continuadora de Desde la Puerta del Sol. Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP) Recibir el boletín semanal de LRP.

La tirria de Yolanda por los que tienen «pasta»

Estos días es igual hablar de cualquier cosa. Estamos metidos en tal batahola que tanto monta monta tanto de lo que se hable, aunque, evidentemente, todo va a caer en los surcos de la política en España, su gestión y los adalides que andan tras el mando. Por no recaer en el tema de la designación de presidente del Gobierno, vamos a dar un bandazo como recreo de los aconteceres en nuestro rededor.

Se nos ocurre pensar la facilidad con la que se hace una provinciana a las costumbres de la capital. No las normales, que esas son igual en un lugar que otro, sino a las que representan algo nuevo, distinto, y proyectan el deseo de subir escalones, convertirse en primera dama de lo que sea, piruleando ampliamente por los diferentes saraos, saludando y besuqueando a cualquiera que se ponga delante con el fin deshacer amistades, y, sin esperar demasiado, ir perforando la sociedad que la recibe hasta conseguir aparecer por los lugares más apetecidos.

Esta es la trayectoria de Yolanda Díaz Pérez, alias Yoli, la actual ministra de Trabajo y Economía Social, a la vez que vicepresidenta segunda –todo ello en funciones en este momento–, quien empezó su vida política como comunista desde el mismo momento de ser concebida, que consiguió una licenciatura de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, –y supuestamente con tres master de Recursos Humanos, según consta en la página web de Moncloa, pero que no fueron otra cosa que «cursos superiores y de postgrado»–, que intentó ejercer como abogada laboralista, pero que lo dejó enseguida porque le atraía más el zascandilear en la política, donde se agarró a todo lo que pudo en su Galicia querida. De allí la sacó Pedro Sánchez para hacerla ministra, y, como decíamos antes, al llegar a la capital se dio cuenta de que tenía que cambiar de look, a cuya tarea se puso inmediatamente, variando de color y de peinado la cabellera, aproximándose al vestuario más actualizado y de marca, perdiendo kilos para diseñar una figura más primorosa, y con todo ello introducirse en todos los lugares en los que era posible ir prosperando..., lo que consiguió menos la educación adecuada para saber cómo se mejoran las necesidades de la población de un país –pues ha seguido con las ofertas comunistas que han destrozado las naciones en las que han prosperado–, ni cómo ha de lanzar sus proclamas utilizando el idioma de forma más adecuada.

Claro que a ella, a Yoli, le gusta el comunismo visto desde las alturas, desde donde se da instrucciones de lo que deben hacer los desgraciados que trabajan todas esas horas que ella quiere cambiar para que lo pasen pipa divirtiéndose, pero sin llegar a disponer del dinero adecuado, ni conseguir la vivienda que precisa, ni lo necesario para el mantenimiento de los hijos, ni volver a alcanzarla clase media que perdieron desde que produjo la célebre Transición. A Yoli le gusta desgañitarse reclamando que los «ricos» sean menos ricos, pero sin apearse de que ella desea sustituirlos lo antes posible. Y mientras por un lado asegura que «el mundo se va al carajo» por otro la tenemos disfrutando de una vida generosa a cargo de los españoles, gastando en viajes con medios del estado sin que lo justifique; y mientras habla con ardor del cambio climático sin saber lo que dice quema cantidad de queroseno en sus viajes en avión, como su jefe Pedro.

Me da en el olfato que por mucho más que trabaje al respecto, su aspiración de ser la primera mujer «presidenta de España» según su decir, aunque sería difícil pasar de ser la presidenta del Gobierno de la nación, cosa que los españoles rezamos no llegue a ser posible toda vez que eso supondría la desaparición de este país nuestro que tantas glorias ha cosechado a lo largo de los siglos, tantas lumbreras ha producido en los diferentes campos del saber, tantas tierras ha descubierto para la incorporación a la cultura occidental, y tantos regueros importantes ha dejado por los cinco continentes, ya sea con las armas ya con el saber.

Lo obtuvo de su querencia quedó demostrada en el Parlamento cuando, siguiendo el ejemplo de Pedro Sánchez, se arrebujó en el asiento y no se lanzó a exponer a los españoles cuál era el programa que pensaba añadir a la presidencia del Gobierno para hacer la revolución del progreso, que no es otra cosa la pretensión de uno, y la otra, al buscar con ahínco la forma de destruir la nación para convertirla en un vertedero donde se junten todas las ideas caóticas, descabelladas y absurdas paridas por mentes irracionales y disparatadas.

Que Dios nos ayude.

P.D.: El ejemplo de cómo ven sus señorías al Parlamento nos lo demuestran con sus vestimentas. Es todo un cuadro picasiano. Incluso la presidenta, Francesca Lluc Armengol (alias Francina Armengol)participa en la galería haciendo demostración al respecto, como dejó demostrado el pasado 29 de septiembre, pues en la segunda sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo se presentó en el Congreso de los diputados ataviada como si fuera a pasar un día de playa en su Menorca natal. No debió cambiar impresiones al respecto con Yoli.



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