Premio a los asesinos y revoltosos

Deberían, a este paso, pedir les concedan una medalla honorífica por pertenecer al gremio de los pérfidos.


​​Publicado en la revista El mentidero de la Villa de Madrid (18/ENE/2024). Ver portada El Mentidero en La Razón de la Proa (LRP). Solicita recibir el boletín semanal de LRP.

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Premio a los asesinos y revoltosos

Digo yo que los seguidores del cobardón huido en la cajuela de un coche en vez de dar la cara por su comportamiento frente a las leyes del país, señor Puigdemon, más los de ETA, los de los ERES de Andalucía, la familia Pujol y todo delincuente del país, que son un porrón en todas las variantes posibles y especialidades potenciales, deberían, a este paso, pedir les concedan una medalla honorífica por pertenecer al gremio de los pérfidos, al tiempo que Yoli les asignara una buena nómina mensual sin contar con la corporación de empresarios para este despilfarro, al tiempo que Pedro los debería recibir semanalmente en sus mítines para amiguetes, mientras se procesaba a todos los jueces de la nación, impidiendo fueran defendidos por los abogado, es más, condenando también a éstos por dedicarse al oficio que ejercen. De esta forma la política del país cambiaría de golpe y no habría que andar por los rincones con cuchicheos diarios, admitiendo en cada pueblo o aldea las normas que se les ocurriera a sus cabecillas próceres.

Y como la cosa se debería extender por ahí fuera, toda la normativa que se pariera habría que llevarla a los muchos getas anclados de la UE, sustituyendo la Constitución antes de que a algún melifluo se le ocurriera leerla y soltársela a los ilustres meollos de Bruselas y Estrasburgo y la tuvieran en cuenta al redactar e imponer las normas a seguir en el futuro; sin olvidar, al hacer las nuevas normas, convocar asamblea de los chorizos asentados en la ONU para que aprobaran esa nueva legislación, suspendieran los Derechos del Hombre, repartiendo sin demora por todos los países, incluso aquellos en los que cohabitan los Harbolá, Hamas, yihadistas, huties, el Estado Islámico y demás bandas extendidas por la Tierra para que se reorganizaran debidamente esos entramados de gentes, se organizaran cursillos para niños, ancianos y los de en medio, de acuerdo con las normas de Puigdemón, Aragonés, Rufián, Miriam Nogueras e incluso lo que puedan aportar los del PNV, EH Bildu, Eta y demás barullo de partiditos repartidos por estas provincias españolas, que para eso son los creadores de las nuevas leyes y decretos ley iluminados por Pedro Sánchez.

Porque, ¡quién lo va a dudar!, de todos esos rincones pueden salir ideas sorprendentes que borraran del globo terráqueo a los comunistas, bolcheviques, socialistas, y demás cuadrillas que van pariendo normas de progreso por las universidades y los rincones más mugrientos del mundo mundial, dando lugar al crecimiento de sus discípulos más encrespados.

Sería maravilloso. ¡Cómo gozaría Yoli! ¡Cuánto podría hablar Pedro Sánchez debidamente maquillado para presentarse ante el político con más capacidad de asnismo para soltar mentiras, presentar quimeras fantásticas como verdades, liar a todo el mundo metiéndolos en el laberinto de Dédalo sin que encontraran la salida como lograra Ícaro, recurriendo constantemente a volver hacia atrás de lo dicho hace un rato, convenir convenios que de antemano sabe que no se podrá poner en marcha, prostituir las leyes y las instituciones, comprar a los listos y a los tontos y macerarlos a su gusto y dejarlos luego juntos en una misma cuadra.

En espera de lo que salga de todo ese despropósito, de tamaña insensatez, de una locura tan inhumana, pensamos que lo mejor que se puede hacer es no romperse la crisma tratando de ser realistas. Volver al bar a jugar una partida de mus, tomarse un chato, disfrutar de los pinchitos que prepara la Maruja, y volver a casa a echarnos la siesta frente a la tele, que para eso han debido de crearla. Y ver por la tele las películas de Harry Potter por si en algún momento despierta alguno de esos grandes capitanes que enarbolaron la espada y se liaron a mandobles hasta poner cada cosa en su sitio.