Pedro, ¿qué nos dices de la juventud?

8/JUN.- A la juventud hay que darla actividades para que ocupe los espacios de ocio que hoy rellenan en no pocos casos con la litrona y, lo que es más lamentable, con las drogas y no pocos mejunjes que los llevan por mal camino.

​Publicado en la revista Desde la Puerta del Sol núm. 635, de 8 de junio de 2022. Ver portada Desde la Puerta del Sol en La Razón de la Proa (LRP). Recibir el boletín semanal de LRP.

Seguro que te lo has pasado por debajo del puente. No hay síntomas de que te hayas ocupado lo más mínimo de los jóvenes en los cuatro años que llevas de presidente del Gobierno, y probablemente te han importado un pito en toda tu trayectoria ya que los síntomas que se desprenden de tu personalidad es que únicamente te interesas a ti mismo. Y es fundamental prestar atención a esta parte de la población española pues son los pilares del futuro.

Aunque si hacemos caso de las leyes de enseñanza que tratan de imponer los gobiernos del PSOE, como la Ley Celaá, sí podemos decir que tanto tú como tus predecesores os habéis ocupado de ellos, aunque tú más, pero en el sentido de ir modelando una juventud ruinosa, desvencijada, sin los valores que ha de tener todo joven para querer comerse el mundo, aunque se equivoque a veces.

Afortunadamente no pocos son más espabilados que tú y tus mandados y han dado de lado tus intenciones, y, tapándose los oídos, han estudiado como corresponde para tener una buena formación, han sacado adelante sus carreras aunque, lo malo, es que están dispuestos a emigrar al extranjero a ejercer la profesión pues aquí, en España, en su tierra, no ven una salida adecuada a sus aspiraciones.

A la juventud no se la puede dejar sola, aunque –perogrullada al canto– ha de gozar de libertad para ir formando su espacio dentro de lo que se va produciendo por el mundo. Pero dentro de esa libertad hay que irla dotando de conocimientos, partiendo de los más básicos, pues todos son fundamentales, y no se puede empezar por el álgebra si se desconoce la regla de tres, ni por los últimos acontecimientos que se han produciendo en su tierra si desconoce cómo se formó esa tierra y cómo surgió y se fue formando la sociedad de la que descienden, basando en la historia verdadera y documentada y no en los chismorreos e inventos de lo que fue el pasado.

Y después de aprender lo que «la enciclopedia» les pueda decir desde los primeros pobladores de su tierra, España, y de las matemáticas, y de la geografía, y de las letras, y de la gramática, y de la química, de todas las ciencias en el nivel básico, pasar al siguiente nivel en el que ir adentrándose en aquello que constituya el fundamento de la profesión que han de elegir.

Y como todo el mundo no está preparado para pasar a mayores en los estudios, ni tiene vocación para ello, muchos han de inclinarse por un trabajo profesional, el que debe atacar con los conocimientos fundamentales para poder desarrollarlo con éxito hasta convertirlo en un arte si son capaces.

Sin olvidar que a la juventud hay que darla actividades para que ocupe los espacios de ocio que hoy rellenan en no pocos casos con la litrona y, lo que es más lamentable, con las drogas y no pocos mejunjes que los llevan por mal camino. Ni siquiera es suficiente convertirlos en seguidores forofos del equipo de su ciudad. Lo que hay que hacer es darlos espacios en los que puedan desahogar sus energías tal como el deporte en las diferentes posibilidades que ofrece; o si son otros los derroteros de los que gusta, en jugadores de ajedrez, o en aficionados al teatro y todo un sinfín de posibilidades que la sociedad ofrece.

No es nada que estemos inventamos. Si echamos la vista atrás unos cuantos años nos podremos encontrar con que todo eso ya tenía lugar en los propios colegios, en los barrios de las ciudades, en asociaciones que formaban los padres, etc. Si nos damos una vuelta por algún colegio tradicional, de larga solera, veremos como tienen expuestas en vitrinas los trofeos conseguidos por sus alumnos. Y como siempre, nos referimos a seres de ambos sexos, pues la incorporación de la mujer no es una novedad de ahora, aunque sí cabe decir que ha ido paso a paso.

No vale que el pretendiente a la presidencia de la Comunidad de Andalucía, en su campaña plagada de gritos e insultos, prometa la creación de 100.000 empleos para jóvenes en cuatro años para lo que dedicará 2.000 millones de euros. No deja de ser una baladronada, una chulada que, si no demuestra cómo lo va a hacer, no deja de ser tiros al aire. Lo que se precisa es reunir a personas preparadas, conocedoras de las materias en vez de chiquilicuatres como aparecen en las listas electorales, normalmente indocumentados aunque fieles al partido y ansiosos de una silla de mando y un buen jornal sin apenas responsabilidad alguna.

Es preciso cambiar la forma de educar a los hijos, aunque, en no pocos casos, quizá haya que empezar por educar a los padres que han perdido la dirección de su propia vida. Y encontrar la oferta que los atraiga, quitándoles la inclinación de pensar en el suicidio, en el alcohol, en la droga.

Para ello, nosotros aportamos la infinidad de botijos que, como sabemos, se vienen produciendo desde antiguo, sin perder su sentido, ni su forma aunque varíe según los alfareros, así como el acabado que responde a la imaginación de los artistas aficionados a este oficio. Como es el caso del botijo que hoy traemos, antiguo y de sangre andaluza.




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